La falta de agua que sufre el hospital de esta localidad desde el viernes pasado está en vías de solución, luego de que las mismas autoridades calificaran de crítica la situación. Ayer amaneció un equipo de una empresa de perforaciones de Posadas operando en inmediaciones del Polideportivo Municipal.
A media tarde ya se había encontrado agua “porque éste es el sector de menor distancia a las napas”, explicó Julio Servín,director de Obras Públicas de la Municipalidad, quien se encontraba acompañando las tareas ordenadas por el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia. Además, el funcionario agregó que “ahora falta el tendido de caños hasta el hospital, pero los trabajos se hacen con la rapidez que la situación exige”. De todas formas, todavía no hay precisiones acerca de cuándo se podría abastecer al hospital con agua de la perforación.
El nosocomio está ubicado a unos 500 metros en línea recta del punto donde fluye el vital elemento. El dato trajo aires de tranquilidad a las autoridades sanitarias que se movilizaron ante la crisis.
En la mañana de la víspera, Sandra Besold y María Castillo -jefa área programática Zona XIX y directora del hospital respectivamente- dieron cuenta de que con mucho esfuerzo “a pesar de la falta de agua se atendieron normalmente los partos, que llegaron a 12 en los 7 días que transcurrieron sin agua. Inclusive se atendieron accidentados, traumatizados, hasta empleados municipales”, contaron. Justamente éste es uno de los temas cruciales: que el pozo perforado nuevo destine su producción exclusivamente al hospital público para evitar en el futuro sobresaltos y emergencias.
La historia da cuenta que hasta el colapso reciente, un pozo perforado del barrio Maracaná proveía a los habitantes de aquél sector y al hospital simultáneamente. Pero luego fueron incorporándose vecinos del barrio Itatí al punto de ir disminuyendo el flujo al hospital y -con los últimos calores- dejándolo literalmente sin agua.
El hospital cuenta con una cisterna de 25 mil litros y en esta crisis, el municipio acercó algunas cargas del vital líquido, pero que fueron insignificantes para la demanda: se trata de un establecimiento asistencial con 16 camas.
El suministro de agua es un mal crónico de esta ciudad: la red tiene más de 20 años, el sistema está colapsado, no hay control sobre conexiones y la intervención comunal aparece más como un servicio social que como una administración que contemple mantenimiento, inversiones a futuro y un riguroso cumplimiento de pago por parte de los usuarios. En las recientes crecidas del río Uruguay -donde está la toma- la población quedó varios días sin agua. Y, de no mediar decisiones importantes, el verano se anticipa incierto para una ciudad en constante crecimiento turístico.
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