Una paradoja ocurre con las acequias en el Gran Mendoza. El 80% de ellas están impermeabilizadas, lo cual no permite que se infiltre el agua necesaria para la conservación del arbolado público de plazas, espacios verdes y calles. En otras palabras, no cumplen con la función para la cual fueron creadas: regar y nutrir a las plantas para su normal crecimiento y fortalecimiento.
Este hecho motivó a que dentro de la reglamentación de la Ley 7.873 de Protección del Arbolado Público aprobada en junio pasado, se incluyera la necesidad de recuperar la permeabilidad de las acequias.
En términos prácticos, una de las ideas es agrietar los fondos de las acequias de asfalto. Mientras, las acequias nuevas podrían hacerse a la antigua, con piedra bola, eso le daría dureza al fondo y permitiría el paso del agua hacia la raíz del árbol.
El texto final de la reglamentación de la norma estuvo a cargo del Consejo Provincial de Defensa del Arbolado Público, y ya fue terminado. Ahora, el Ejecutivo debe aceptar las propuestas hechas por el Consejo y aplicar la medida.
Sergio Carrieri, presidente del Consejo y titular de la cátedra de Espacios Verdes de la Facultad de Ciencias Agrarias explicó que “las acequias son el sistema más sofisticado del mundo para captar el agua de lluvia. En un lugar con escasa precipitaciones como Mendoza, toda gota de agua debería aprovecharse. Sin embargo, el agua de lluvia y la que viene por deshielo se desperdicia, porque pasa por la acequia pero no puede ser absorbida por los árboles. De esto se habla hace muchos años, pero los municipios siguen haciendo las acequias impermeables y yo no sé porque. No tiene ningún sentido”.
Carrieri agregó que “ antes la ley de arbolado público ni mencionaba este aspecto de la permeabilidad porque era obvio. Hoy, es necesario”.
No alcanza con la abertura lateral
En general, los municipios del Gran Mendoza construyen las acequias junto a las banquina y el cordón cuando asfaltan las calles.
En este caso, es realizada una abertura lateral frente al árbol. Pero, según Carrieri, “eso no es suficiente, porque esa técnica sólo actúa como un paño húmedo para el árbol y no alcanza para su pleno desarrollo”.
Sin embargo, para las comunas el fondo de hormigón es muy útil, porque facilita la limpieza de las cunetas en menor tiempo. Además, para las empresas constructoras, es más sencillo hacer la estructura con el molde típico de una cuneta.
En Capital, recurren a una solución intermedia: cada 3 metros son dejados unos 50cm sin impermeabilizar para la llegada del agua hasta las raíces profundas de cada especie, pero luchan contra la concentración de basura que allí suele atorarse. Por eso, lo mejor es hacer fondos de piedra.
Las razones de los daños
Según un análisis hecho por el profesor Carrieri, hay tres tiempos para analizar este problema.
Hasta hace 40 años atrás la instalación del arbolado era planificado. Los primeros fueron plantados en la calle San Nicolás, hoy San Martín, en 1907. Con amplios nichos, acequias con fondo permeable, tratamientos sanitarios preventivos y desrrames cada 5 años. Esto era posible porque la autoridad política no discutía los dictámenes técnicos y disponía los presupuestos adecuados.
Desde esa época hasta hoy, las áreas profesionales dejaron de tener peso, el tendido de servicios dañó gravemente las raíces y se impermeabilizaron las acequias. Lamentablemente para aquellos ejemplares que están afectados, no hay remedio, deben ser remplazados por árboles nuevos.
Y en el futuro, los municipios deberán aplicar criterios comunes para sostener el arbolado.
Sirven para atemperar el calor urbano
El efecto “isla de calor” en ambientes urbanos modernos, provocados por la irradiación calórica de las superficies cementadas, es un serio problema ambiental que eleva las temperaturas varios grados por encima de lo normal.
A ello hay que agregarle el efecto del calentamiento global, que en el caso de Mendoza podría llevar a 38 grados el termómetro en un día estival promedio.
La única forma de mitigación es incrementar la cantidad de árboles urbanos y los espacios verdes.
Un árbol adulto y sano de la ciudad anula por evapotranspiración 324.000kilocalorías en un día soleado del mes de diciembre, que de otra forma calentarían el ambiente como una especie de enorme horno.
En el Gran Mendoza hay 400.000 arboles alineados. Desde el punto de vista termodinámico, una calle asfaltada sombreada por las copas de los arboles, es más eficiente como atemporador de calor que igual superficie del parque General San Martín.
Además, atenúan los ruidos, producen oxígeno y disminuyen la incidencia de los vientos, porque actúan como barrera.
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