Si el agua es una mercancía o un derecho humano básico, o si estallarán guerras por apropiarse del recurso, son algunos de los interrogantes que plantea el documental, One Water , presentado el martes en el marco del IV Encuentro Panamericano de Comunicación de Medios en Internet.
Bajo la atmósfera particular que ofrece la música interpretada por la Orquesta Nacional Rusa, la película es un mosaico de imágenes que muestran el impacto del agua en la vida de las personas, y explora la cambiante relación de los seres humanos con un recurso cada vez más escaso.
Dirigida por el realizador Ali Habashi, One Water tiene algunas intervenciones estelares como la del Dalai Lama, quien en un momento del film asegura que "la primera medicina del planeta es el agua".
"En algunos lugares del mundo, hasta el agua sucia es difícil de obtener, mientras que en otros no se preocupan y ni siquiera se piensa", dice en otro momento el líder espiritual tibetano, mientras que en la pantalla, mujeres africanas aprovechan hasta la última gota del agua con que se ha bañado la familia, para lavar la ropa.
La realización de la película demandó cinco años entre filmación, edición y presentación, en los que se recorrieron 16 países diferentes para tomar imágenes de las distintas realidades.
A diferencia de otros documentales, como el galardonado Una verdad incómoda , que le valió el Premio Nobel de la Paz al ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, One Water es egoísta en información.
"Es un documental que se conecta a nivel emocional con el público, en vez de bombardearlos con información. Como documentalistas no queremos sobredramatizar las cosas, sino mostrar las cosas", dijo el director ante las preguntas de la prensa.
La explicación es válida porque el espectador queda un poco huérfano de información, con el interrogante sobre un futuro para nada deseable, pero con una explosión de imágenes en su retina sobre una realidad difícil y contradictoria.
"La película es una herramienta para abrir conciencias y sobre todo para los chicos", destaca Habashi, y señala que el formato en que está hecho el documental "permite que los chicos formen parte de la película y sean a su vez espectadores".
El tema sobre la privatización del agua es abordado mediante imágenes de las protestas en diferentes países, algunos de Latinoamérica, contra esa mercantilización de un derecho humano básico, y la opinión favorable de una representante del Banco Mundial.
En contraposición, el Dalai Lama recuerda que el agua "es tan importante que está en todas las religiones" y la califica de "sublime y espiritual", y por lo tanto, no debe haber otro beneficiario que el hombre.
Quienes tienen un papel fundamental en el documental son las mujeres, ejemplificadas en imágenes de madres con sus niños, ancianas y jóvenes de la India que hacen kilómetros diarios a través de paisajes poco amigables, para recoger en tinajas la poca agua que ofrece la naturaleza.
Se trata, en definitiva, de un documental que cumple con el objetivo primario de mostrar, con una muy buena calidad fílmica, una relación hombre-agua que fluctúa entre el cuidado del recurso escaso, y el derroche en los grandes centros desarrollados.
Antes de llegar al país, la película --que recibió varios premios internacionales--, fue proyectada en el Festival Internacional de Cine de Sudáfrica, en el de Foyle, Irlanda, y en el Festival Internacional de Cine de Dokma, en Eslovenia.
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