Los ceños fruncidos de los vecinos y los pibes encerrados en las casas sin poder salir a jugar eran constantes ayer en la calle Roque Sáenz Peña, antes de Colón, en Santa Lucía. Las cloacas colapsadas rompieron nuevamente el pavimento de esa arteria, pero esta vez en varios sectores y con aguas servidas corriendo por la calle. El suplicio de oler los desechos y escuchar las máquinas trabajando hasta la madrugada, además de haberse quedado casi sin veredas ni lugar para estacionar sus vehículos, continuará varios días más.
Todo se debe a que al bloquear el paso de los líquidos hacia Colón y Sáenz Peña, para poder cambiar los caños rotos, el colector que va por Sáenz Peña tuvo más presión y dejó escapar líquido cloacal por sus uniones, que debilitó el terraplén, hundió el pavimento y salió a la superficie. El miércoles, el olor que emergía del pozo se volvió más fuerte. Y la fetidez provenía de varios lugares en esa misma zona. Un pozo se había abierto frente a las casas de los vecinos y dejaba escapar las aguas servidas. También una boca de registro dejaba salir el líquido y 2 sectores del pavimento se hundieron, pero sin emanar nada.
Los vecinos están cansados. Dicen que las máquinas trabajan hasta las 3 de la mañana y no los dejan dormir. Además, están hartos del olor. Dudan entre abrir las ventanas para soportar el calor, pero sintiendo el olor, o cerrarlas y calcinarse. No obstante, a la hora de comer prefieren pasar calor. Por otro lado, para ellos el aliciente es saber que mientras corran los líquidos, no habrá muchas moscas. El problema, dicen, llegará cuando comiencen a secarse los líquidos que van por las acequias.
La incertidumbre también salpica a quienes acostumbraban regar el jardín con el agua de la cuneta. "Ahora tengo que usar la manguera para regar y seguro que me ven y me ponen una multa", comentaba un hombre mayor de la zona.
Ahora los vecinos piensan cada paso que van a dar. "Lo que más me asusta es que vaya caminando por esta calle y de golpe se me abra el pavimento", decía Adriana, vecina del lugar, la "calle de los pozos" como la llama ella. Debido a la debilidad del terreno no es seguro caminar o transitar en vehículo por la calle. Esto ha creado un gran problema para los vecinos que tienen garaje con salida a Sáenz Peña. No pueden estacionar y afirman que la zona no es muy segura de noche para dejar el auto lejos de ahí.
Si por la calle no se puede caminar, las veredas no ayudan. En algunos casos, las orillas están llenas de escombros y en otros, las veredas no existen por frondosos jardines que llegan hasta la calle.
Los adultos sufren estos inconvenientes, pero también los chicos. "Mi mamá no me deja salir, sale caca de la calle", decía un nene de unos 5 años detrás de las rejas de su casa. Los padres temen que los pibes caigan a un pozo, se abra alguno cuando pasen o enfermen por el contacto con los residuos cloacales.
Todo este suplicio continuará varios días más porque desde OSSE afirmaron que si se mantiene un buen ritmo de trabajo, las obras podrían estar terminadas recién en la semana de Navidad.
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