La Unión Europea (UE) acordó ayer un "histórico" plan de lucha contra el cambio climático, lo que convierte al bloque regional en el líder mundial en la materia y envía una fuerte señal para que Estados Unidos y otras potencias se sumen a una "revolución verde". El pacto fue cuestionado por organizaciones ecológicas, que lo consideraron insuficiente.
"Es algo histórico. Ningún continente se ha otorgado a sí mismo las reglas vinculantes que hemos adoptado en forma unánime", indicó el jefe de Estado francés, Nicolas Sarkozy, presidente de turno de la UE, al cierre de la cumbre de dos días que se celebró en Bruselas y que coincidió con la conferencia internacional de la ONU sobre cambio climático organizada en Poznan, Polonia.
"Lo logramos. Somos dignos de nuestro papel de vanguardia", declaró por su parte la canciller alemana, Angela Merkel, quien sin embargo había llegado con una posición dura a la cumbre para defender la industria y los empleos de su país.
El plan europeo prevé un triple objetivo para 2020: reducir en 20% sus emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a sus niveles de 1990, llevar a 20% la parte de energías renovables en el consumo energético y reducir este último también en un 20%. "Europa ha pasado su prueba de credibilidad", dijo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, para quien las propuestas de la UE son las "más ambiciosas del mundo".
Durão Barroso instó al presidente electo norteamericano, Barack Obama, a sumarse a la iniciativa Europa para liderar "el esfuerzo global" contra el calentamiento planetario.
"No era fácil [llegar a un acuerdo]. Europa lidera el camino", aseguró a su vez el presidente de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
El compromiso
Tras haber resuelto anteayer las exigencias de Alemania, Italia y Polonia, Sarkozy logró convencer al último país reticente, Hungría, para de este modo conseguir el consenso necesario de los 27 miembros de la UE.
Las preocupaciones de varios países por el futuro de sus sectores de producción forzaron a la presidencia francesa de la UE a incluir numerosas derogaciones para lograr un compromiso. De un lado, Alemania e Italia querían obtener el mayor número posible de exenciones a la obligación establecida por el plan europeo de que los industriales paguen sus emisiones de dióxido de carbono a partir de 2013.
Por otra parte, los países del Este de Europa pretendían que se reconociera su gran dependencia del carbón a la hora de exigirles esfuerzos en la reducción de sus emisiones, y se mantuviera un principio de solidaridad para que los Estados miembro de la UE más pobres pudieran sumarse a la "revolución verde".
Al final, con las exenciones obtenidas por unos y otros, la proporción de permisos para contaminar que serán pagos a partir de 2013 será escasa, aunque aumentará en forma gradual hasta 2020. Las centrales eléctricas en base a carbón de Polonia y otros países del Este pagarán un 30% de sus cuotas de emisiones de dióxido de carbono en 2013, aunque deberán hacerlo en un 100% en 2019.
Sin embargo, todas estas concesiones fueron duramente criticadas por las organizaciones de defensa del medio ambiente, para las cuales el acuerdo es un "fracaso".
Estas ONG pidieron al Parlamento europeo enmendar el texto durante la votación prevista en primera lectura la semana próxima.
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