Después de 3 años de investigación, científicos mendocinos comprobaron que una planta acuática, la elodea, retiene en determinadas condiciones el 90% del arsénico presente en el agua, sin que esto la afecte en su ciclo vital.
A partir de este descubrimiento, se podrán diseñar instalaciones de tratamiento de líquidos para zonas, como Lavalle, donde este elemento se encuentra en forma natural en el agua, pero de un modo más económico y sencillo que otros métodos ya comprobados.
Claudio Rigoni, autor y director del proyecto de Fitorremediación, señaló que existen muchas formas de eliminar el arsénico presente en el agua, pero que son costosas, requieren de operarios especializados y de energía eléctrica. Por otra parte, hay métodos que demandan una inversión pequeña, pero sólo permiten obtener unos pocos litros diarios.
En cambio, con las plantas acuáticas se tendría que construir un estanque donde estén los vegetales en contacto con el líquido durante dos o tres horas (el tiempo que les lleva absorber el arsénico), luego filtrarlo, colocarle cloro y distribuirlo. Y con este sistema se puede abastecer a una comunidad.
La idea se comenzó a gestar cuando Rigoni tomó contacto con un científico suizo que estaba investigando la presencia de arsénico en los ríos de Nueva Zelanda, y descubrió que había plantas en las orillas que tenían altas concentraciones de este elemento. Entonces, el ingeniero químico mendocino, que trabaja en el Ente Provincial del Agua y de Saneamiento, comenzó a buscar si en la provincia crecían estos vegetales.
Así, encontró que no estaban las mismas especies, pero sí otras que compartían el género.
El proyecto terminó de tomar forma cuando un amigo, que tiene una finca en Lavalle, le pidió que analizara el agua de la cisterna, porque se le habían muerto las carpas que había sembrado para que limpiaran el fondo de algas. Los resultados del análisis mostraron que el líquido tenía bajas cantidades de arsénico, pero en cambio las chara sp de las que se alimentaban los peces presentaban concentraciones altas.
De esta manera, Rigoni armó el proyecto y lo presentó para obtener un subsidio de la Secretaría de Ciencia, Técnica e Innovación Tecnológica de la Nación. A mediados de 2006 llegó la primera partida del financiamiento de 114 mil pesos (para la ejecución eran necesarios 350 mil), mientras la UTN construyó el laboratorio de Fitorremediación y el EPAS aportó equipamiento.
La tarea se desarrolló en dos espacios diferentes: el laboratorio y la finca lavallina. En la universidad, colocaron bandejas con un lecho, agua con arsénico y las plantas, y se tomaron diferentes mediciones (que fueron contrastadas con análisis del Laboratorio de Agua y Suelo de la UTN, y del Instituto Nacional de Tecnología Industrial). Las especies elegidas fueron: pinito de agua (ceratophyllum), mil hojas (myriophyllum), chara ps y elodea.
También se hicieron mediciones en campo, en cuatro estanques que construyeron en una finca en Lavalle, y en donde tuvieron que derrotar algunos elementos naturales, como los sapos, que con sus uñas rompían el plástico de alta densidad que colocaban en el fondo -hasta que colocaron un cerco que no pudieron cruzar- y el líquido se filtraba. También, la proliferación de algas que no eran parte del experimento.
En un primer momento intentaron saturar las plantas, es decir, que llegaran a un punto en el que no retuvieran más arsénico, pero no lo lograron. Por otra parte, los ejemplares siguieron creciendo, con lo que determinaron que el elemento no las afectaba en su ciclo vital (este punto era importante ya que si los vegetales absorbían el contaminante, pero en poco tiempo morían fracasaba el proyecto).
Entonces, se analizaron las condiciones -temperatura, luz, ph del agua- en las que las plantas logran la mayor retención, que llegó a 90% del arsénico presente en el agua, y se eligió la "estrella": la elodea.
|
|
|