El alcalde de Plato -el municipio más afectado-, José Rosales, señaló que por culpa de la inundación colapsó el sistema eléctrico, lo que ha provocado que en parte del municipio no haya energía. El servicio de agua potable se ha visto restringido en algunos sectores y el sistema de salud se encuentra en emergencia.
Aunque la semana pasada hubo días de verano, las aguas del río Magdalena no han bajado y bastó el aguacero del sábado para que se salieran. El Ideam había dicho que aunque el verano se asomaba no se podía bajar la guardia, porque este año, debido a que el invierno no ha dado tregua, los niveles de los ríos permanecen altos.
El dique que protege a Plato de las crecientes del Magdalena no aguantó la fuerza de la corriente, y fueron suficientes tres horas para que esta inundara el 40 por ciento del casco urbano y parte de la zona rural del pueblo.
"Hasta el momento han sido censadas 4.000 familias, las cuales han sido ubicadas en los albergues y le hemos entregado mercados, kits de aseo y lo necesario para que puedan estar en mejores condiciones", explicó la directora de la oficina de Atención y Prevención de Desastres del Magdalena, Claudia Patricia Aarón.
Las familias damnificadas están siendo ubicadas en colegios y bodegas, improvisadas como albergues. Como están las cosas, allí tendrán que pasar la Navidad.
Una emergencia anunciada
Desde hacía dos semanas Fabio Santana no le quitaba los ojos al río Magdalena y aseguraba que dormía con un ojo abierto y otro cerrado.
Por eso, el sábado a las 7:30 de la noche, cuando las aguas rebosaron el dique de contención que protegía a Plato y la creciente entró con furia arrasándolo todo, soltó una lastimera exclamación: "Pasó lo que tenía que pasar, esta era una emergencia cantada".
En algunas casas el agua llegó hasta el techo. "Estábamos pendientes de la creciente, pero no contábamos con que la cosa fuera tan rápida. El río entró con una fuerza descomunal y en cuestión de minutos se llevó lo que encontró a su paso. La mayoría no pudo sacar nada", narró Santana en comunicación telefónica con EL TIEMPO.
Y es que las calles de Plato, dice, ahora son verdaderos ríos y la canoa es el medio de transporte.
Según el alcalde, al menos 4.000 casas de la localidad están inundadas, algunas de ellas casi que cubiertas por el agua.
Agregó que unas 50 viviendas fueron arrasadas por la fuerza del río. "En el municipio hay unas 40.000 personas afectadas. Ya hemos reubicado a unas 10.000", dijo el mandatario.
Explicó que de los 11 corregimientos de Plato, ocho están afectados por las inundaciones. Ni siquiera la iglesia se salvó y el padre tuvo que pasarse a vivir al segundo piso de la casa cural.
El Alcalde aseguró que aunque se ha recibido ayuda, la situación es precaria y hay gente que comienza a tener problemas de hambre.
"Todavía no hay una cifra estimada, pero las pérdidas son multimillonarias. Hay almacenes, casas y cultivos destruidos. En fin, gente que lo perdió todo", dijo Rosales.
Las otras emergencias
La difícil situación que está pasando Plato es solo una de las tantas emergencias que se están viviendo en el resto de municipios ribereños del Magdalena, como El Banco, Pedraza, Cerro de San Antonio, Concordia, Pijiño del Carmen, Santana y Sitionuevo.
Otra de las emergencias se vivió en el corregimiento de Heredia, en Pedraza, donde cuatro mil personas fueron sorprendidas por la fuerza del río, que rompió 50 metros del muro de contención que separaba al pueblo de la creciente.
Los pobladores tuvieron que correr hacia la parte más alta para huir de la corriente, que llegó hasta el techo de más de 330 viviendas.
La iglesia y la escuela del pueblo quedaron bajo el agua. 2.500 personas lo perdieron todo.
El 'descuelgue' de las aguas del río Magdalena también afectó el fin de semana a los municipios de Regidor y Río Viejo, en el sur de Bolívar.
En el primero, 1.500 familias están inundadas.
En los sectores La Victoria y Caño Hondo, el río abrió una brecha de 40 metros de ancho por donde se está anegando la población.
Foto - Archivo - Diario El Tiempo Colombia |
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