La provincia de Santa Cruz cuenta con una legislación bastante avanzada en lo que es el contexto nacional relativo a los recursos hídricos. El agua va a ser fundamental en la próxima década y en el mundo tanto o más importante que la energía.
El ministro de producción Jaime Álvarez, comentó que “si uno podría decir cuáles serían los grandes lineamientos económicos para los próximos años en el mundo, indiscutiblemente los economistas plantean que es la energía y el agua, lo cual no va a ser ilógico ver barcos repletos de agua con millones de metros cúbicos atravesar los distintos océanos llevando el producto hacia destinos como África, Oceanía o Europa. Hace poco España estuvo importando agua para aliviar problemas de sequía en algunas regiones del país, por lo que creo que el agua es fundamental y nosotros en la provincia la tenemos que preservar y cuidar para el futuro.
En tanto, Álvarez insiste que el agua nos va a facilitar una exportación de productos tanto o más importante que el petróleo y el agua va a generar para el desarrollo de nuestra agricultura y garantizar la calidad de vida en los diferentes asentamientos poblacionales de nuestra provincia.
UN CAMBALACHE…
Años antes de morir, el gran Jacques Cousteau ya pronosticaba que a partir del año 2010 el mundo podría entrar en convulsiones muy graves, por el manejo de las reservas de agua potable.
Tradicionalmente, el valor del agua se ha restringido a su valor productivo, tanto agrícola, industrial o de consumo urbano en general. El agua ha sido únicamente un elemento útil para determinadas funciones que, una vez empleado, podía verterse a su cuenca de procedencia sin importar sus otros valores añadidos, principalmente de carácter ambiental y social. Hoy en día esta visión del valor de este importantísimo recurso natural no tiene validez, debiendo considerar esos otros aspectos mencionados.
En principio, el valor intrínseco del agua, considerando sus usos reales, debe basarse en el uso que se hace del agua. Desde estos aspectos, el valor de agua se ceñiría a la amortización de grandes infraestructuras para su captación y distribución, sistemas de gestión, e instalaciones de potabilización y depuración.
A estos costes básicos debe añadirse el valor derivado de su utilidad: calidad del agua más un uso potencial y su disponibilidad, abundancia o escasez. Además de estos conceptos, relativamente sencillos de cuantificar, debe incluirse un valor relativo, no cuantificable económicamente, pero de gran valor desde el punto de vista ecológico y de conservación del entorno. Este valor se refiere a la función medioambiental del agua, su importancia en el entorno y los servicios ambientales que brinda. En conjunto, forma un complejo tramado que repercute directamente en la calidad de vida y en la salud de la población.
El valor productivo del agua ha variado según se han desarrollado sus propios usos. Por un lado el uso urbano e industrial. Está claro que la tendencia es que la tarifa o canon de consumo debe referirse principalmente al caudal consumido, determinando además, con vistas a fomentar el ahorro particular, unos parámetros o umbrales básicos a partir de los cuales el precio se multiplicase. De este modo, cada usuario, particular o empresarial tendería a su propio ahorro y a evitar el despilfarro.
Está claro que este concepto productivo es un valor local, depende de las características del territorio. Estos conceptos son, por ejemplo, la facilidad de acceso al agua según la zona.
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