Una vez más la falta de agua volvió a hacerse sentir con la llegada de las altas temperaturas, en una situación que afecta no sólo al casco urbano sino a la periferia de nuestra ciudad y que también se presenta en distritos vecinos. Por cierto que, como es también habitual, ese panorama se vio agravado porque volvieron a menudear los cortes de luz en la Región.
En el curso de este mes se experimentó falta de suficiente presión de agua en el casco céntrico, en la zona cercana al Paseo del Bosque, en localidades y barrios como Los Hornos, San Carlos, Tolosa o Ringuelet, entre otros, en tanto que pocos días atrás también padecieron la falta de suministro o los efectos de la baja presión numerosos habitantes de Ensenada y Berisso.
Apagones de todo calibre que interrumpen los trabajos de bombeo, barrios enteros sometidos al flagelo de las canillas secas y los tanques vacíos durante varias jornadas, pobladores obligados a enfrentar estas carencias justo en las jornadas en las que se registran picos térmicos, vecinos sumidos en la incertidumbre, sin saber a ciencia cierta cuándo volverán a disponer de servicios tan esenciales.
Las explicaciones de la empresas son de sobra conocidas. La concesionaria eléctrica suele alegar que, de la mano de las altas temperaturas, se dispara un mayor consumo energético, ya que se conectan miles de equipos de aire acondicionado y ventiladores, con trabajos a pleno de heladeras y congeladores.
La de provisión de agua ofrece explicaciones similares. Sostiene que el calor se refleja en una mayor demanda de líquido y que esto vuelve necesario insuflar mayor presión en las tuberías, pero el bombeo requiere de una prestación eléctrica continua, que los equipos de Edelap no garantizan, algo que anula la prestación de los bombeadores.
Se trata de un círculo vicioso que se reitera año tras año. Sin embargo, correspondería señalar que el ciclo natural de las estaciones vuelve previsibles los distintos crecimientos del consumo y que, por consiguiente, las empresas debieran haber adoptado hace tiempo medidas estructurales, destinadas a absorber estas oscilaciones de la demanda.
Por otra parte, si bien la población es abastecida en buena medida por agua de perforaciones, correspondería recordar que este problema se plantea para tres ciudades que se encuentran ubicadas a la vera de unos de los reservorios de agua dulce más prominentes del planeta.
Está claro que los vecinos de nuestra zona no merecen que, como toda respuesta, se les diga que la culpa del corte de un servicio la tienen otros. O que la oferta se ve disminuida por cuanto se registra un incremento de la demanda, tan previsible como el paso anual de las estaciones. Tal como se ha señalado reiteradamente desde esta columna, lo que están pidiendo los usuarios, de una vez por todas, son soluciones.
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