Gustavo Moscatelli, directivo del Instituto Agua y Clima del Inta Castelar y Rodolfo Gil, especialista en áreas de secano de la entidad descartaron a la agencia Noticias Argentinas la posibilidad de realizar obras de ingeniería en la Pampa Húmeda. “Para aumentar la cantidad de agua almacenada es necesario incrementar la proporción de agua que infiltra al suelo, respecto de la que escurre”, enfatizó Gil.
Mientras que Moscatelli (geólogo) admitió que se puede “suplementar” con riego “el déficit” de agua que podría haber en el próximo otoño y que perjudicaría a la nueva campaña de granos finos.
El costo del riego se mantiene en un promedio de mil dólares la hectárea, y la puesta en marcha del sistema es alrededor de un dólar el litro.
En la región pampeana el riego se utiliza para cultivos de insumos como es la agricultura de semillas, mientras que en el norte las represas y las zanjas en Cuyo son sistemas comunes para asegurar que el agua no se pierda.
Sin embargo, la agricultura argentina se enfrenta al problema de la evaporación generado por la falta de estructura en el suelo y de una adecuada cobertura que proviene de cultivos que garantizan la materia orgánica como el maíz, trigo, sorgo y los verdeos.
“La única agua que no se desperdicia es la que toman las raíces y transpira el vegetal, toda otra agua se desperdicia como la que se evapora por el calor”, explicó Moscatelli a NA.
Los suelos de la pampa húmeda productiva, Pergamino, Rojas, entre otros, son más bien arenosos con horizontes “gredosos” que pueden retener agua, sostuvo el especialista.
El ingeniero Gil considera que debe “aumentar la eficiencia del uso del agua de lluvia y equilibrar el balance de carbono”, destacó Gil.
“Es decir convertir hasta el último milímetro de lluvia en materia seca, secuestrando carbono con las rotaciones, sino lo hacemos, cae el sistema”, añadió.
Foto: Archivo Programa Infoagua
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