El informe refiere el caso de contaminación del agua que consumen Las Palmas y La Leonesa de la laguna “El Moncholo”.
Lo que casi no se discute con seriedad, porque los sectores involucrados se hacen los distraí-dos, especialmente desde la función pública, es el hecho trascendente de que el agua es un factor esencial y determinante para la promoción y preservación de la salud, como también para la prevención de las enfermedades.
En los mejores países y provincias se predica incan-sablemente sobre la necesidad estratégica de contar con agua segura y suficiente, que es la forma en que se caracteriza al agua para el consumo humano.
El Chaco tiene una distorsionante historia. Aproximadamente el 25% de la población accede y consume agua segura y suficiente, aunque vale destacar que una porción importante de ese universo no tiene provisión continua, lo cual invalida buena parte de los beneficios que supone el consumo de agua potable.
Muchas son las razones que generaron el actual cuadro, pero la llave maestra ha sido la permanente improvisación y la falta de planificación e inversiones en infraestructura social y sanitaria. Casi el 100% del Chaco seco carece de agua potable; si a esto sumamos que más que 50% del territorio se encuentra bajo los efectos del arsenicismo crónico endémico, componemos un escenario sumamente grave, que como remate final agrega las nefastas consecuencias que derivan de las fumigaciones aéreas masivamente desarrolladas y sin control del Estado en todo el territorio agrícola en el que se expande la agricultura transgénica.
Este es el cuadro de situación que rodea a las poblaciones urbanas y rurales del Chaco, que es lo mismo que decir que nuestra provincia presenta, por tal razón, uno de los mayores índices de morbilidad del país, que se fue enraizando como consecuencia de la falta de agua segura y suficiente y los efectos demoledores de la desigualdad alimentaria, que ha hecho que grandes sectores sociales deban sobrevivir consumiendo a razón de una monodieta hidrocarbonada, que aleja a la población de las proteínas, del calcio, del hierro y de los restantes nutrientes que hacen al normal crecimiento y desarrollo neurológico y orgánico.
Infantilización y feminización de la pobreza
La Argentina ha pasado por procesos de empobrecimientos y de recuperaciones socio-económicas de los más variados, casi siempre sin justicia ni equidad social. Pero la estructura de la pobreza chaqueña tiene características muy particulares; y esto se advierte en situaciones definidas y muy específicas, que se han consolidado durante las últimas décadas.
En tal sentido, conviene resaltar que ya no podemos discutir que el Chaco ha acumulado un proceso muy crudo de “infantilización y feminización de la pobreza”; en palabras más sencillas, diremos que existen más niños pobres que adultos en tal situación y más mujeres pobres que varones, lo que ha generado un perfil social ya degradado y aún más degradante hacia el futuro.
Es así que en los sectores más excluidos encontramos el fenómeno muy repetido de los efectos de la pobreza, que se evidencia de manera muy nítida a través de los “petizos y gordos de la pobreza”.
Los chaqueños fuimos perdiendo talla y engordando sin consumir nutrientes, fun-damentalmente por el hecho de ingerir hidratos de carbono dado que las proteínas, el hierro y el calcio están incorporados a productos alimenticios inaccesibles a las clases populares por los altos precios.
Finalmente, por resiliencia, los excluidos alimentarios adaptaron sus paladares a una monodieta hidrocarbonada, lo que inevitablemente genera enfermedades específicas que el paciente acarrea de por vida. Son devastadores los efectos de todos estos fenómenos en la salud orgánica y neurológica de la población porque el alimento con nutrientes es la base de la salud, que a su vez es el correlato de la vida. Dicho de otro modo, en el Chaco se apuesta poco a la vida porque no se promociona ni se preserva la salud a través de la alimentación adecuada y del consumo de agua segura y suficiente.
Se vende desde el carbón hasta la desnutrición
Es necesario que cambiemos algunos de los paradigmas instalados en el Chaco, para desde allí producir algunos cambios y transformaciones indispensables y estratégicas. Si analizamos los discursos de los funcionarios públicos, de los dirigentes, de algunos industriales, agricultores transgénicos y productores forestales, vemos que tienen una mirada común, muchas veces de manera abierta y en otras ocasiones menos desembozadas.
Casi todos ellos especulan que desde el carbón hasta la desnutrición puede tener precio y que, por lo tanto, pueden ser comercializados como productos que generan ganancias económicas y/o políticas.
En este esquema, el agua es un factor estratégico de dominación. En el Chaco, en la práctica hace al ejercicio de poder. En El Impenetrable, como también en otras regiones, los dueños de las mejores aguas son los intendentes, que como señores feudales distribuyen aplicando las reglas del más acérrimo clientelismo político, con pautas de premios y castigos.
Mientras tanto, la dirigencia política discute debatiendo tal o cual obra pública o el otorgamiento de subsidios o recurriendo a las promesas hechas en campañas electorales o dejando de lado lo prometido, aunque en cualquier caso no han resuelto por décadas el problema clave que ha significa-do el agua en nuestra provincia, aún cuando se reconoce que el 42% de nuestros límites geográficos están conformados por ríos caudalosos o muy caudalosos.
El agua, o mejor dicho la falta de agua, que atrapa a más de 70% de la población chaqueña es la prueba de carga que demuestra que la dirigencia política y los funcionarios que manejaron los asuntos de interés general han fracasado por su propia mediocridad, por falta de ideas o simplemente por indiferencia o indolencia ante un problema tan agudo que generó y generará enfermedades evitables y muertes prematuras o evitables.
Las Palmas, La Leonesa y la laguna “El Moncholo”
Aproximadamente el 60% de las poblaciones de Las Palmas y La Leonesa están conectadas a la red de agua. Sin embargo, amplias zonas urbanas y suburbanas no cuentan con el servicio domiciliario. Las familias que habitan en las áreas urbanas que no cuentan en la red de agua, como también los núcleos que viven en áreas suburbanas o directamente en la zona rural, obtienen agua a través de perforaciones, pozos de aguas, lagunas o riachos.
No aplican métodos de potabilización, aunque fuere el más precario. Consumen agua cruda o virgen, con todo lo que esto puede implicar; en el mejor de los casos, aunque son pocas las familias que lo hacen, hierve el agua. Las costumbres y los parámetros culturales mantienen inalterado los usos.
El agua que consume la población de estas localidades es proporcionada por Sameep. Las principales fuentes finales de agua son el Río Paraguay y las lluvias que nutren la rica red de ríos, riachos y lagunas de la región. El agua que se capta del Río Paraguay ingresa el territorio chaqueño a través de un canal artificial que desemboca en cercanías del viejo puerto de Las Palmas.
Es trasladada por cañerías y canales, y se la bombea hasta el espejo de agua que actúa como reservorio, que no es otro que la laguna “El Moncholo”, ubicada en el propio casco urbano de Las Palmas, lindante con la gran arrocera de propiedad de sociedades comerciales cuyo representante visible es Eduardo José Meichtry, con una extensión actual aproximada de 3.000 hectáreas de cultivos.
El espejo de agua que supone la laguna “El Moncholo” está sometido a variabilidades de niveles por consumo, evaporación y filtración, que se repone a través de las cañerías que proporciona agua a la arrocera de Meichtry, que cuenta con moto-bombeadores de propiedad del Estado provincial, que anteriormente integraba el sistema de bombeo del área metropolitano, ahora funcionando en tierras privadas.
Desde “El Moncholo” se transporta la masa de agua a la planta potabilizadora de Sameep. Esta fuente de agua no cuenta con un programa de limpieza o de mantenimiento; a lo largo y ancho de su extensa superficie, de aproximadamente 10 hectáreas, encontramos camalotes, algas, caracoles y algunos pocos peces.
El procedimiento que se aplica en la planta potabilizadora es el usual o estándar, considerado desde el ingreso del agua virgen hasta la entrega a domicilio. Los productos químicos que se utilizan también son los usuales para la actividad. El método de desinfección se lleva adelante por medio de cloración, utilizándose hipoclorito de sodio.
La contaminación de la laguna “El Moncholo”
La toma de Sameep se ubica a muy poca distancia de Punta Ñaró, a pocos metros de uno de los esquineros de la arrocera de Meichtry. El “chupadero” y el moto-bombeador fueron instalados en este lugar. El alambrado perimetral de la arrocera se ubica a 40 metros. La plantación comienza a no más de 300 metros de este lugar. El declive natural se orienta hacia “El Moncholo”.
Cerca de Punto Ñaró se abrió un estrecho canal que comunica la laguna con la arrocera, de modo que todo está interconectado, lo que no permite descartar que durante el proceso de des-carga que se efectúa antes de la cosecha de arroz, parte de las aguas que contienen agrotóxicos de la arrocera de Meichtry ingresen al recinto de la laguna “El Moncholo”, con lo cual se esta-ría invalidando la fuente de agua por contaminación, generándose un serio y grave riesgo o daño sanitario, social y ambiental.
La cercanía de la arrocera con la fuente de agua de la cual se nutre el sistema de potabilización parece indicar que sería inevitable la contaminación con los agrotóxicos utilizados en el establecimiento agropecuario porque allí se realizan fumigaciones aéreas, aunque desde el Estado se pretende plantear que solamente se efectúan “pulverizaciones aéreas” según un desafortunado informe brindado a comienzo de este mes por la Dirección de Sanidad Vegetal.
La funcionaria responsable de tutelar la vigencia de la ley de biocidas, acuñó no sólo un informe desafortunado, sino desopilante cuando en la parte final reseñó que no existen barrios colindantes a la arrocera de Meichtry. Es cuestión que la ingeniera a cargo visite el Barrio “La Ralera”, de La Leonesa, integrado por cientos de familias, que viven a pocos metros del esquinero norte de la arrocera, de modo que cuando fumigan con avionetas no se permanecer en los espacios abiertos. Los vecinos deben cerrar sus puertas y ventanas.
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