Un antiguo anhelo de los habitantes de la populosa Villa Saavedra, de Tartagal, comenzó a concretarse el 30 de diciembre pasado cuando dos grandes grúas iniciaron la colocación de las estructuras de hormigón armado que servirán de base al puente peatonal y vehicular que de ahora en más unirá definitivamente a la traza urbana de Tartagal.
La ciudad cabecera del departamento San Martín tiene como característica principal estar separada, prácticamente en la mitad, por el río Tartagal que baja de los cerros del oeste y unos 40 kilómetros más abajo se dirige hacia el este. En las últimas décadas el río no hizo más que seguir el destino de la ciudad: cambió de tal modo que mereció estudios de especialistas abocados a analizar toda su cuenca y su sorpresivo comportamiento.
El pico de ese cambio se produjo en el verano del 2005 cuando el río -que antaño sirvió para dividir las tierras que dos siglos atrás los militares bolivianos ocupaban en una suerte de avanzada para poblar la región a la que llamaban Ñancahuasu- prácticamente duplicó el ancho de su cauce y llevó su lecho de unos pocos metros a casi 30 de profundidad en algunos tramos.
El Tartagal dejó de ser `ñancahuasu` (quebrada grande, en lengua aborigen) para tranformarse en un río temerario e imprevisible.
La mañana del martes pasado, dos grandes grúas movieron las estructuras de hormigón por donde pasarán vehículos y peatones entre las calles Sarmiento y Araoz (centro) con Juana Azurduy (Villa Saavedra) uniendo definitivamente a los dos sectores de la ciudad que hasta ahora solo se vinculaban con la avenida Packam. La ciudad registrará un cambio rotundo total lo que ameritará un replanteo urbanístico y obras complementarias de pavimento e iluminación.
Una obra millonaria
En el verano de 2005 -2006, el río Tartagal mostró solo un poco de lo que puede ser capaz: arrasó unas 50 casas precarias construidas en sus riberas y generó el pánico en decenas de ocupantes de viviendas ubicadas en pleno centro de la ciudad y en Villa Saavedra. La fuerza del agua se llevó una antigua pasarela que a pesar de su precariedad se había mantenido firme por varias décadas y que estaba ubicada sobre calle Rivadavia. El agua, incontenible por su fuerza, prácticamente rozó el muro de contención del colegio Santa Catalina de Bolonia por lo que durante varios meses la nueva ala del edificio donde funciona el nivel inicial se dejó de utilizar como medida de precaución.
La dramática situación y la difusión casi constante en los medios de comunicación nacionales hizo que funcionarios del área de infraestructura de la Nación miren con preocupación las consecuencias que el comportamiento del río habría de traer si las obras no se iniciaban en forma urgente.
El ex gobernador Juan Carlos Romero; el entonces titular de Obras Públicas, Hugo de la Fuente, y el actual vicegobernador Andrés Zottos junto al ex intendente de Tartagal, Darío Valenzuela, mantuvieron diversas reuniones con el subsecretario de Recursos Hídricos de la Nación, Fabián López, y su segunda en jerarquía, Iris Hostch, para lograr que el organismo libere sin más demoras los fondos necesarios para iniciar los trabajos de reencauzamiento y contención del río Tartagal que mostraba un comportamiento nunca antes visto.
La obra fue dividida en varias etapas. La colocación del puente entre las calles Aráoz y Gorriti que se realiza en estas semanas -con un costo que ronda los 8 millones de pesos- corresponde a la segunda etapa y, si los trabajos se siguen desarrollando como está previsto, lo que sigue es la demolición del puente sobre la avenida Packam y la construcción de uno nuevo que duplique la extensión y el ancho de la estructura actual ya que en ese punto el río hace una especie de cuello de botella, y por la fuerza del agua podría malograr mucho de lo ya concretado.
Las obras de reencauzamiento y contención del río Tartagal y la construcción de las obras complementarias implicó hasta el momento una inversión que ya supera los 40 millones de pesos ya que el proyecto integral abarca también la canalización que cuenca arriba del río se realiza desde Villa Güemes.
Pavimentación de calles
El intendente de Tartagal, Sergio Leavy, explicó que, atento al nuevo esquema urbanístico que tendrá Tartagal ya se ha firmado "el convenio con la Nación para contar con los recursos para pavimentar la calle Azurduy que en realidad tiene las dimensiones de una avenida y que una vez habilitada descomprimirá e influirá en todo el tránsito de la ciudad", manifestó.
Del otro lado, en el ejido céntrico aún faltan pavimentar varias cuadras de la calle Sarmiento, obra que deberá ser incluída dentro de este plan integral de pavimentación.
El nuevo puente está siendo construído entre las calles Araoz y Sarmiento y al llegar a la cabecera norte los vehículos y peatones podrán circular en dos sentidos, hacia el norte por la primera y al sur por la segunda arteria. La estructura tiene una extensión de más de 80 metros y cuenta con dos sendas peatonales en ambos laterales de manera de hacer seguro el tránsito de vehículos, peatones y ciclistas. Es que de ahora en más Tartagal deberá replantear la circulación de toda la ciudad y será el nuevo puente la vía más utilizada entre los dos sectores de la ciudad quedando la Avenida Packam como una vía de comunicación interurbana. |
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