El río registra una bajante pronunciada sin precedentes en los últimos años. De forma progresiva su caudal mostró un notable descenso complicando a diferentes sectores. Una tendencia que se mantuvo y prueba de ello es que el Paraná pasó de medir 2,25 metros el domingo, a 2,06 metros ayer. Dicen que recientes lluvias en las altas cuencas posibilitarían una pronta mejoría.
En este sentido, desde Prefectura Naval consideraron que la situación al menos no se profundaría, aunque lo cierto es que son varios los ámbitos que se están viendo resentidos por esta problemática. Es lo que sucede con el abastecimiento de combustible, el espacio de playas y la actividad pesquera.
El Litoral realizó un recorrido a lo largo de la Costanera correntina observando la magnitud en que retrocedió el Paraná. En algunos lugares de la ribera haciéndose más evidentes, como es el caso del arroyo Poncho Verde en su salida ubicada a un costado del parque Mitre, debajo del puente interprovincial Manuel Belgrano y a escasos metros de la punta San Sebastián.
También fue posible apreciar los bancos de arena, barro y piedras formados a partir del repliegue del río Paraná, y que hasta el momento no eran visibles.
Lo cierto es que la bajante provocó dificultades para la circulación de barcazas y que las mismas no tengan las condiciones óptimas para desembarcar en el puerto de Barranqueras. En consecuencia, se demoraron las entregas de la provisión de nafta para la región NEA y hasta ahora hay estaciones de servicio con faltantes de alguno de sus productos.
Consultados al respecto, pescadores situados junto a sus embarcaciones debajo del puente interprovincial revelaron, a partir de su conocimiento del comportamiento del río, que “nunca se vio al río tan bajo como ahora”, aseguraron para además acusar que el descenso está perjudicando directamente su actividad, “se trabaja mucho menos. Estimamos que la pesca cayó en hasta un 70 por ciento respecto a otro momento del año”, dijeron.
Cabe señalar que los espacios de playas no quedan afuera de los sectores damnificados por los registros en bajante del Paraná. Una escasa profundidad del agua que se transformó en el origen de un riesgo latente para los bañistas y que también contribuye a acortar la distancia entre la costa y los boyados cuando la demanda de balnearios va en aumento a la par de las altas temperaturas.
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