La histórica bajante del río Paraná, provocada por la persistente sequía en toda la extensión de su cuenca, llegó ayer al Río de la Plata. Mientras frente a la Capital el río rergistraba una importante bajante, en Rosario obligó a cerrar balnearios y a extremar cuidados con la navegación. A pesar de que el fenómeno tiende a agravarse, y de que la situación puede compararse retrocediendo a los registros de 1972, las autoridades rosarinas descartaron que el fenómeno pueda dejar a la ciudad sin agua potable.
El río alcanzaba ayer en Rosario una profundidad promedio de 1,20 metro, cuando la medida habitual en esta época del año es de 3,40 metros. El cambio de niveles exigió a la empresa Aguas Santafesinas a utilizar un equipo adicional de bombeo, que retira 1.200.000 litros por hora.
Durante enero, el mes de mayor demanda, se le provee a cada habitante un promedio de 450 a 500 litros diarios. Ese nivel se mantiene, según se informó, a pesar de la bajante.
"No hay problemas serios. Puede haber alguna zona con baja presión, pero el servicio está asegurado", explicó a Clarín Guillermo Lanfranco, gerente de relaciones institucionales de Aguas Santafesinas.
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