La intención es encontrar valores precisos acerca del posible estado de contaminación del agua en su estado “natural”, es decir, en tiempos en que no hay actividad industrial. Luego de varios días de que EL LIBERAL diera a conocer el caso, ayer continuaba viéndose, aunque en menor medida, mortandad de peces en el dique.
El último episodio de gravedad tuvo lugar a finales de diciembre pasado. La contaminación provendría de Tucumán.
El Ministerio de Salud se sumó a investigación de la contaminación
Apoyo. El equipo de Saneamiento Ambiental colaboró con una nueva toma de muestras de agua de la cuenca Salí – Dulce. Se busca conocer el grado de contaminación del agua en su estado natural.
Numerosos son los estudios, relevamientos y exámenes que han realizado distintas organizaciones oficiales, académicas, y judiciales sobre la contaminación del embalse de Río Hondo y la cuenca Salí Dulce en los últimos años. Mientras continúan viéndose los efectos mortales de la contaminación, en medio de las distintas voces que se pronuncian sobre la contaminación, EL LIBERAL decidió hacer un relevamiento propio sobre el estado de las aguas de la cuenca con el apoyo de ONGs y profesionales, para poder ofrecer una versión clara a la sociedad santiagueña de la problemática.
Después del primer recorrido realizado el pasado 29 de enero por las aguas del río Marapa, desde donde habría provenido la mancha de aceite de 16 kilómetros que produjo la última mortandad de peces, la Secretaría Técnica de Saneamiento Ambiental del Ministerio de Salud de la provincia se hizo eco de la investigación y se ofreció a colaborar con una nueva toma de muestras de agua para realizar análisis en sus laboratorios.
Ayer, un equipo periodístico de EL LIBERAL, acompañado por dos especialistas de Saneamiento Ambiental, y con la anuencia del ministro de Salud, Franklin Moyano, salió a recorrer la zona de los ríos más importantes de Tucumán que aportan agua al embalse, para tomar muestras y estudiar cuáles de ellas podrían estar contaminadas.
El recorrido se realizó por la ruta 157 de sur a norte, tomando muestras de agua en el río Graneros, el arroyo Matazambi, el río Chico, el río Gastona, el río Balderrama, y en el dique El Frontal.
Muestras
Las muestras decidieron tomarse entre enero y diciembre, los meses que son, en teoría, los más limpios del año, ya que no hay actividad de ingenios ni citrícolas. La intención es poder descubrir si aún cuando no se arrojan efluentes industriales al agua, esta sigue sintiendo el impacto contaminante, en lo que sería su “estado natural”.
Edgardo Carlos Montenegro, uno de los técnicos de Saneamiento Ambiental que participó del recorrido, adelantó que “es poco probable que queden resabios de los desechos industriales en esta época del año”, pero advirtió que “de todas maneras, hay evidentemente algún tipo de contaminación porque el olor que se siente en el agua no es común”.
En cada uno de los seis puntos donde se detuvo el equipo de trabajo, se tomaron dos muestras. Una de ellas, en una botella de vidrio que es específica para hacer la determinación de oxígeno disuelto. Esto permite tener una idea de la contaminación orgánica y biológica que pueda haber. Ocurre que cuando al curso de un río ingresa algún tipo de nutrientes (por ejemplo fósforo) estos alimentan las algas, ocasionan un crecimiento desmedido de las mismas, que consumen el oxígeno disuelto en el agua. Esta demanda de oxígeno hace que el que hay no alcance para todos, y provoca la muerte de peces y de la flora microscópica. Al cumplir su ciclo vital, las algas mueren, y son éstas las que, generalmente, producen el olor desagradable que se genera en las zonas contaminadas.
Las segundas muestras que se tomaron en cada uno de los puntos fueron conservadas en botellas plásticas, que contenían una cantidad de ácido que evita que los metales pesados que puedan estar disueltos en el agua se precipiten. Esta segunda muestra permitirá determinar si en el agua hay existencia de metales pesados como plomo, mercurio o cadmio, que puedan tener origen industrial.
0,5 litros es la mínima cantidad necesaria que deben tener las muestras de agua para poder analizar en ellas las propiedades fisicoquímicas.
5,5 Es el grado de acidez que registró el agua en la primera medición tomada la semana pasada. Todos los registros debajo de 7 significan un riesgo para la fauna ictícola.
CIENTÍFICOS Al servicio del medio ambiente
¿Cuál es el trabajo de la Secretaría Técnica de Saneamiento Ambiental?
Edgardo Carlos Montenegro, técnico químico, y Pablo Graf, técnico de laboratorio, fueron los dos integrantes del equipo de la Secretaría Técnica de Saneamiento Ambiental que se sumaron al recorrido de EL LIBERAL. Esta área, dependiente del Ministerio de Salud y encabezada por el ingeniero Domingo Rosas, trabaja en el estudio y análisis de todos los fenómenos vinculados a la contaminación ambiental, desde aquellos que tengan que ver con efluentes cloacales, llegando a contaminación acústica y pasando por alimentos en mal estado. El equipo que integran Montenegro y Graf está completado, además, por dos mujeres profesionales que trabajan en el laboratorio.
La Secretaría Técnica de Saneamiento Ambiental fue pionera en la investigación sobre la problemática de la contaminación del embalse, ya que realizó el primer estudio que se llevó adelante en 1996. Sin embargo, desde esa época, donde ya se habían comprobado los efectos nocivos de la actividad industrial en el agua de la cuenca, no se volvieron a hacer relevamientos importantes.
Continúa la mortandad de peces
Ya han pasado casi dos semanas del último episodio de mortandad de peces en el dique a gran escala, que se habría producido como consecuencia de la mancha de aceite de 16 kilómetros que irrumpió en la zona, según concluyeron las autoridades locales de Recursos Naturales y Fauna. Hoy, ya con la misteriosa mancha desaparecida, se siguen viendo peces muertos en el embalse.
Si bien el dique no presenta la imagen de devastación que ofrecía entre Navidad y Año Nuevo, ayer se pudo constatar que hay algunos peces que continúan muriendo en la pileta chica del dique. Lo que ya no se percibe en la zona es el olor nauseabundo que habría estado vinculado a la mancha gigante, y que días pasados motivó que los empleados de la Hidroeléctrica Río Hondo debieran trabajar con barbijo por lo insoportable de la situación.
Más allá de la forma en que varía la cantidad de animales que mueren, lo grave es que siguen muriendo en la época más sana del año, de actividad industrial cero, lo que provoca temor en relación a lo que pueda ocurrir cuando se acerquen los meses de la zafra, allá por mayo o abril.
Foto: Archivo Programa Infoambiente |
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