La tierra seca en el norte de Santa Fe no es sólo consecuencia de un capricho climatológico. En las últimas décadas, el hombre buscó convertir una zona de humedales y monte en una especie de pampa húmeda. Taló árboles sin freno y canalizó arroyos y lagunas para que el agua escurriese más rápido. Expandió así la frontera agrícola y aumentaron las cabezas de ganado. Pero ahora cosecha un desierto.
“Se habla de sequía histórica, pero es importante esclarecer los datos de la falta de lluvia. La destrucción de los elementos de las dos regiones ecológicas, el árbol de la cuña boscosa y el agua de los bajos submeridionales, crearon esta situación”, aseguró Martín Simón, ingeniero forestal de la Fundación para el Desarrollo en Paz y Justicia (Fundapaz).
La tala histórica producida en años de La Forestal continuó este siglo por la expansión de los cultivos (en especial, la soja) y porque las vacas que estaban al sur de la provincia debieron buscar nuevas tierras. Según estiman desde Fundapaz, en los últimos 15 años se pasó de un millón y medio de hectáreas de bosque a unas 500 mil hectáreas.
Un proceso similar ocurrió con los bajos submeridionales con el mismo objetivo económico. “Ayer pasé por el arroyo Golondrinas y estaba seco, la gente andaba en auto por el cauce. Es increíble como uno de los humedales más grandes del país se transformó en un desierto, en un polvaderal”, contó Simón.
El especialista en los ecosistemas de la zona norte santafesina describió las consecuencias de ambos fenómenos. El árbol, dijo, es un agente de contención de humedad por tres factores: lo es en sí mismo, con su sombra que frena la evapo transpiración del suelo y con las raíces. En cuanto al humedal, al expulsarse el agua se modifica la flora y la fauna.
“En un ecosistema, el agua trae más agua por el ciclo natural por todos conocido. Sin ella se desertifica una zona, y eso es lo que está pasando”, denunció Simón. En la zona norte de la provincia, el promedio histórico de precipitaciones era de 1.100 milímetros. Los registros de lluvia del año 2006 estuvieron por debajo de esa media. En 2007, el promedio caído fue de 600 milímetros y en 2008 fue de 350 milímetros.
“Lamentablemente esto no se soluciona con una lluvia de 200 milímetros. Es necesario un período largo de precipitaciones porque esto ya no se podrá revertir en poco tiempo”, aseguró el especialista de Fundapaz, que insistió con el reclamo de políticas a favor del desarrollo sustentable.
DATOS DE LA UNR. El “Estudio de la deforestación en la Cuña Boscosa santafesina” realizado en 2006 por la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR se centró en un área concreta delimitada entre el río Paraná y el arroyo Las Golondrinas, y entre los paralelos 28º y 30º latitud sur. Allí se determinó que en 1976 la superficie cubierta con bosque natural ascendía a un 79,48 por ciento del total de la zona evaluada. Para el año 2005, dicha superficie sólo alcanzaba el 46,58 por ciento. Se talaron 421 mil hectáreas sobre las 994 mil totales de esa área.
Cristina, ¿y la emergencia?
Si bien el gobierno de Santa Fe extendió tres meses más la emergencia en la mayoría del territorio por la sequía, la Nación aún no se sumó a esa medida. Por eso la diputada nacional María Elena Martin reclamó a la presidenta Cristina de Kirchner que “efectúe en forma urgente la homologación de la declaración provincial de Emergencia Agropecuaria de los departamentos del norte santafesino, pendiente desde septiembre, a fin de que puedan aplicarse medidas a los efectos tributarios (prórrogas, quita de intereses, esperas), bancarios (respecto de deudas con la banca oficial) y judiciales (suspensión de ejecuciones por deudas con el Estado)”.
“Las tres actividades principales de la zona: lechería, ganadería y cereales, están en crisis. Y se suma el efecto ruinoso que producen las desproporcionadas retenciones”, aseguró la legisladora del bloque socialista, quien advirtió: “No queda más margen de espera”.
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