Norberto Nicles es productor y dirigente agropecuario en el norte de la provincia de Santa Fe. Pero en las últimas semanas no está abocado a las labores rurales ni tampoco a la actividad gremial, sino a la contención emocional de los productores que integran los grupos CREA de la zona y que están afectados por la peor sequía en los últimos 70 años. "Los abuelos no se acuerdan de una cosa como ésta", dice Nicles a LA NACION.
El norte santafecino es una de las zonas más afectadas por la seca, tan grave como extendida. En algunos sitios cayó menos del 70% del agua que lo normal, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Números más, números menos, los rendimientos agrícolas acompañan esos guarismos. Es tan amplia el área afectada que trasciende las fronteras y alcanza a Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil. Como se descuenta que el impacto sobre la cosecha será muy severo, los precios de los granos, que habían caído por la crisis económica mundial, retomaron la senda alcista.
En Entre Ríos, donde podría perderse más de la mitad de la cosecha de maíz, la sequía se agravó en los últimos dos meses. Según la Bolsa de Cereales de la provincia, el año seco tuvo como consecuencia una menor superficie sembrada de maíz (-20%) y girasol (-30%). El cultivo de arroz, muy demandante de agua, está seriamente afectado.
Por la falta de humedad en el suelo, la siembra nacional de soja tiene un atraso del 8% respecto de igual época del año pasado. En muchas zonas, como los campos cuyos dueños son consolados por Nicles, ya no se podrá implantar porque la ventana de siembra se cerró hasta la próxima campaña. A las 18 millones de hectáreas que se estimaban iba a cubrir la oleaginosa en la Argentina este año tal vez haya que restarles unos dos millones cuando finalice la campaña.
Al maíz del corazón de la pampa húmeda la falta de agua lo castiga en la etapa de floración, cuando más la necesita para producir el grano. Por eso, ya se prevé una cosecha de 15,5 millones de toneladas (en la campaña anterior había sido de 22 millones). La trilla de trigo, que no superaría las 8,8 millones de toneladas, será la peor desde la cosecha 88/89. Cabe recordar que la demanda interna de este cereal se estima en 7 millones de toneladas.
Pero de lejos, las actividades más gravemente afectadas son la ganadería y la lechería, en crisis por el cierre de exportaciones y el control de los precios en el mercado doméstico. Por eso, aunque el Gobierno no puede hacer llover, los productores pujan por volver a la protesta. Para los chacareros de las áreas más afectadas es una manera de tener algo en que ocupar el tiempo. "Es extraordinaria la seca, extraordinaria la crisis internacional y extraordinario que el Gobierno no atienda los pedidos. Tres factores extraordinarios con los que nos toca lidiar", dijo Nicles.
Los bajos submeridionales, una región que se ubica en el centro-norte de Santa Fe y Chaco, entre Santiago del Estero y el Paraná, están más deprimidos que nunca. La mortandad de hacienda suma más de 40.000 cabezas y alcanza al 30% del stock en esa región. Además, al igual que en otras zonas de cría (como en la cuenca del Salado, en el centro-sur de Buenos Aires), la sequía dejará sus marcas durante más de un año, dado que las vacas no quedan preñadas y no darán nuevos terneros.
Como si las consecuencias de la pelea con el Gobierno y de la tremenda sequía fuesen poco, los productores agropecuarios también padecen los embates de la tucura, plaga que ya ha afectado a varias provincias.
"En casi veinte años que llevo trabajando en el departamento de Paraná, es la primera vez que veo tanta cantidad de tucuras", dijo el productor entrerriano Hugo De Angeli.
Es que en esa zona los ganaderos observaron cómo los montes se quedaron sin su pastura natural por el ataque del insecto. Los más pesimistas también empiezan a llamar la atención sobre otra mala nueva: que al Norte está desovando la langosta. Otra plaga que podría afectar lo que quede en pie de la actual campaña gruesa.
En lo que va de 2009, las lluvias han sido escasas y aisladas, y así se prevé que sigan hasta marzo. "En Rojas, las tormentas pasan de largo", se lamentó Juan Gear, de la Asociación Maíz Argentino (Maizar), que produce el cereal en la zona núcleo. Para Ricardo Negri, técnico del área de Economía de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), "es la tormenta perfecta". Las demás fuentes consultadas apuntalan esa idea.
Es que la campaña 2008/09 arrancó con muy buenos precios internacionales, aunque con insumos mucho más caros. En marzo, arrancó la pelea por las retenciones móviles, que coincidió con los desaprovechados meses de más altos precios de las commodities. Durante el conflicto, la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca) restringió más las exportaciones de granos y carnes y la puja del agro con el Gobierno continuó.
En septiembre, se profundizó la crisis económica mundial y los precios de los granos se derrumbaron más del 50% en promedio. En la nueva campaña, la siembra de trigo ?de abril a junio? cayó el 30% y ?de septiembre a noviembre? la de maíz, el 20%. En ambos cultivos ya se esperaban rendimientos inferiores a los de la cosecha anterior por la menor inversión en fertilizante.
A esta larga lista, se le sumó el agravamiento de la seca. Una tormenta perfecta que, lamentablemente, no trae lluvias.
La situación en cada provincia
Buenos Aires
Las localidades más afectadas en estos días, y en las que se les ha solicitado a los habitantes el uso racional del recurso hídrico, son Bahía Blanca, Villarino y Carmen de Patagones. El viernes pasado, la provincia declaró en emergencia agropecuaria a los partidos General Paz, Carmen de Areco, Suipacha, Laprida, Chascomús, General Belgrano, Chivilcoy, Trenque Lauquen y Magdalena, lo que elevó a 42 el número de distritos en esa situación. Para el ministro de Asuntos Agrarios bonaerense, Emilio Monzó, ya no hay dudas de que se trata de una situación grave que ya está abarcando a casi toda la provincia, pero especialmente las zonas sur y sudoeste. "En toda la zona de Azul ya está perdida entre un 30 y 40% de la cosecha gruesa por la sequía y la tucura, que nos obligó a hacer una segunda fumigación y, en algunos casos hasta una tercera. Si no llueve en diez días las pérdidas pueden escalar al 80%", dijo a LA NACION Cristina Boubée, productora ganadera y agricultora tras participar en la reunión abierta que organizó Carbap en Tapalqué la semana pasada. "Estamos muy mal. Aquí la última sequía similar a ésta, se dio en 1946", agregó Germán Paats, presidente de la Sociedad Rural local.
Valeria Musse
Córdoba
La seca está provocando estragos en el norte y del sur de la provincia, mientras que la situación es algo más aliviada en la región centro-este, que se ha visto favorecida con algunas lluvias registradas entre noviembre y diciembre y aún durante los primeros días de este año. Hay muchas regiones en las que los productores aún aguardan las precipitaciones para concretar la siembra tardía de maíz, sorgo y soja. Las situaciones más críticas afectan a las explotaciones ubicadas en el sur del departamento de Río Cuarto hasta el límite con La Pampa y Buenos Aires, mientras que al norte las penurias se viven desde Jesús María hacia Villa del Totoral y en dirección al Este, hasta la frontera con Santa Fe, la franja comprendida por Obispo Trejo, La Puerta y Balnearia. "Hay lugares donde se ha podido sembrar y muchos otros en los que aún no se pudo y se duda mucho de que se pueda. En estos sitios está bastante crítica la situación porque hace falta mucha agua para arrancar con posibilidades. A esta altura estimo que un 80% de la zona norte está afectada por la sequía", afirmó José Cuevas, ingeniero agrónomo y productor de la zona de Oncativo.
Orlando Andrada
Santa Fe
La sequía que desde hace casi un año afecta al extremo norte de esta provincia se extendió al centro y sur (hay nueve departamentos con problemas y cuatro de ellos -9 de Julio, Vera, General Obligado y San Cristóbal- con falta total de agua para consumo humano), generó la muerte de 300.000 animales y elevó el monto total de pérdidas económicas a los $ 2000 millones. A eso se añadió la presencia de una plaga de langostas que arruinó los pocos espacios verdes que quedaban. "Si a la falta de agua le agregamos las elevadas temperaturas, no hay ninguna duda que el proceso de deterioro se está acrecentando y el panorama se hace cada vez más difícil. Creo que debemos ser conscientes de que en el caso de la agricultura no se va a salvar nada y la ganadería de cría e invernada seguirá teniendo serias complicaciones", admitió el ministro de la Producción santafecino, Juan José Bertero, quien se mostró además "muy peocupado" por la demora de la Nación en homologar los decretos de emergencia provincial, un marco jurídico que posibilitaría a los productores, entre otras cuestiones, posponer pagos de deudas. "En Santa Fe estos decretos fueron firmados por el Poder Ejecutivo en mayo, pero todavía no logramos la homologación nacional", insistió Bertero.
José Bordón
Entre Ríos
La falta de lluvias determinó la pérdida casi total del maíz y sorgo, y dejó en estado crítico a la soja y el girasol. El dramático cuadro lo pintan los testimonios de productores y lo certifican los organismos estatales.
"Nuestra zona es un desastre, hay una pérdida del 90 por ciento de los cultivos; incluso el sorgo forrajero, que es una planta que no se seca nunca, hoy sufre por la tremenda sequía", dijo Pedro Apaz, productor y presidente de la Sociedad Rural de María Grande. "Tuvimos 360 milímetros de lluvia en el año, cuando el promedio es de 800 a 1200. En los montes ya no queda pasto para la hacienda y hay problemas con el agua por la baja de las napas", agregó Apaz. En cuanto a la soja, la superficie sembrada esta campaña fue de 1.360.200 hectáreas.
"Pero la situación es crítica para la soja de primera que, como ha comenzado a florecer y no soporta la falta de agua se cae y, por ende, no hay producción de granos. En cuanto a la soja de segunda, el suelo ya se encontraba con bajas reservas de agua por el cultivo de trigo, lo que ocasiona la muerte de la planta en etapas juveniles", describió Fernando Arbitelli, director provincial de Agricultura. Esta semana, varios legisladores presentaron proyectos para que se declare la emergencia agropecuaria provincial.
Jorge Riani
No llovía tan poco desde 1961
Un informe del Departamento de Climatología del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) no deja lugar a dudas: desde 1961 no llovía tan poco en el país.
Los registros pluviales de 2008, sobre todo en la región central, fueron los más bajos de los últimos 47 años, al punto de que dejaron en ridículo el mote de "pampa húmeda" que recibe buena parte de esta zona geográfica.
Las lluvias resultaron "del 40 al 60% inferiores a los valores normales de agua caída si como tales se toman los promedios surgidos del período 1961-1990, sostiene este organismo en su "Informe sobre precipitaciones en zona húmeda y semihúmeda".
Los especialistas en climatología adjudican la persistente sequía de 2008 al fenómeno que describen como La Niña. Aluden así al enfriamiento inusual que sufre la superficie del océano Pacífico y suele suceder a su calentamiento (lo que se conoce como El Niño). Esto hace que el aire que tiene encima el agua se enfríe y se torne demasiado denso como para ascender lo suficientemente alto como para que el vapor de agua se condense y se puedan formar nubes y lluvia. Es decir, provoca que llueva menos.
El SMN difundió en este trabajo que el comportamiento de las lluvias en el último trimestre dejó "los mayores déficits en las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires" (ver aparte).
Y ejemplifica que en la ciudad bonaerense de San Pedro se registraron este año 465,9 milímetros de lluvia caída, cuando el promedio para ese lugar entre 1961 y 2007 fue de 715 milímetros.
El déficit pluvial, en el caso de la ciudad de Buenos Aires, lleva 14 meses.
"Desde noviembre de 2007 registramos un comportamiento deficitario con precipitaciones inferiores a las normales", señala el informe. Incluso el total de lluvia caída en la ciudad en diciembre pasado fue el más bajo del período 1961-1990, con 23,6 milímetros, contra un promedio habitual de 105. Sin embargo, el mes en que menos agua caída se registró durante 2008 fue mayo, con 7,7 milímetros, cuando el promedio para ese mes es de 73,6 milímetros.
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