La leve alza que registró el nivel del río Paraná a fines de la semana pasada se esfumó en los últimos días al acentuarse, a la altura de Rosario, la bajante que generó en las últimas semanas complicaciones en la provisión de agua potable, recortó el uso de las playas, y limitó la actividad náutica y el transporte de cargas.
El nivel promedio del río era ayer de 1,11 metro (se mide en relación al nivel del mar), 16 centímetros menos que el viernes pasado. El repunte que había experimentado desde el miércoles, y la caída que se observó el fin de semana, son calificadas por los especialistas como vaivenes insignificantes.
Son olas, fue la figura que utilizó Raúl Rainone, titular de Defensa Civil Rosario, para minimizar el movimiento fluctuante de las aguas. No hay diferencias, coincidió Sergio Charles, jefe de operaciones de Prefectura Naval, restando importancia a la crecida y al posterior descenso. Ambos coinciden al evaluar que la situación sigue siendo preocupante.
Anoche se esperaba que se produjeran fuertes tormentas en el norte de Santa Fe, y que eso colaborara para revertir las proyecciones del Instituto Nacional del Agua (INA), que para el fin de semana prevé un nivel promedio de profundidad de 1,05 metro.
En el INA advierten que recién en marzo podría cambiar la situación. El Paraná debería rondar en esta época los 3,4 metros.
La bajante obligó a instalar dos bombas extractoras a la empresa Aguas Santafesinas S.A. para garantizar la provisión de agua potable. El domingo pasado se puso en marcha la segunda y desde la firma, controlada por el Estado provincial, no descartan que los vaivenes obliguen a colocar una tercera.
La actividad recreativa, en plena temporada estival, encuentra complicaciones. La afluencia del público en las playas de Rosario, tanto en las zonas privadas como públicas, se redujo en las últimas semanas. El número de embarcaciones también es menor. Muchas continúan varadas en las guarderías náuticas.
Para el prefecto Charles, el dato positivo es que este fin de semana se vio que las embarcaciones que salieron a navegar por los riachos lo hicieron con mucha cautela. "Fue eficiente la campaña de alerta", destacó.
El transporte de cargas también exige cuidados especiales: la Dirección Nacional de Construcciones Portuarias y Vías Navegables marca cada día a los grandes buques los pasos críticos para que ajusten su carga y de ese modo navegar sin inconvenientes, ya que el calado se redujo de los 34 a los 29 pies.
La reducción para los buques alcanza hasta las nueve mil toneladas en una zona desde la que se exporta el 80 por ciento del cereal que produce el país.
De todas maneras, en la Bolsa de Comercio de Rosario aclaran que la situación no es grave. Las exportaciones no están en riesgo, señaló Alfredo Sesé, secretario técnico de la comisión de transporte de la entidad.
De no revertirse la bajante, el problema podrá sentirse en marzo, cuando comience la cosecha gruesa y los buques lleguen a las terminales portuarias de la zona para cargar cereal.
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