Una leve llovizna en abril de 1959 desencadenó el comienzo de una etapa de inundaciones como nunca las había tenido el país. Cuando comenzaron las evacuaciones, cuando se avizoró la magnitud del desastre que la naturaleza desencadenó, el Comité de Crisis del gobierno nacionalista, recién instalado, se constituyó de inmediato.
Y allí apareció el Ejército, los generales Magnani y Seregni, y los Ministros de Estado entre los cuales, el titular de Hacienda (hoy Economía y Finanzas), Cr. Juan Eduardo Azzini, quien no se cansó de sobrevolar, en aeronave piloteada por el General Oscar Gestido las zonas afectadas poniéndose todos los recursos públicos y humanos a disposición del salvataje de la sufrida población.
Es más, hasta se lanzó un empréstito patriótico que se completó en una semana, poniendo de manifiesto la solidaridad de nuestra gente con el infortunio de sus compatriotas. Y se trabajaba a pleno, no había descanso de sábados y domingos.
Hoy los tiempos cambiaron. Ante la sequía más dura que asuela al país en los últimos veinte años, el Presidente de la República, al parecer desde Anchorena, con mucha lentitud, se dignó hacer una recorrida en helicóptero por los campos pelados conjuntamente con el Ministro Agazzi.
Y como todas las cosas importantes que tiene por delante este gobierno, llegó a la conclusión que no daba para tanto. Que sólo el 14,5 % del territorio nacional se había perjudicado y hasta determinado punto pues se notaban "manchones verdes".
Regresó a Anchorena a pasar el fin de semana, y cuando la indignación de la gente y la protesta de la oposición se hicieron sentir ante tamaña insensibilidad, volvió el lunes, reunió el Comité de Crisis, escuchó y el martes ya estaba pescando en alta mar en Punta del Este.
Eran otros tiempos y eran otros hombres.
Entretanto suben las tasas de interés, cae el dólar, se arriesga la inflación, perdemos competitividad, y se amenazan con prohibiciones y detracciones para bajar el precio de la carne de prepotencia, nomás.
A la que te criaste, y sin preparación para afrontar las malas. Una imagen patética.
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