“Esto no es olor a coliflor. Es que ya estamos sintiendo el efecto en el aire”, advirtió el bioquímico Carlos Goldaracena. Vecinos, asambleístas y el propio intendente de Gualeguaychú, Juan José Bahillo, denunciaron que ayer a la mañana la ciudad amaneció envuelta en un aroma que describieron como “nauseabundo” e “insoportable”, proveniente de la planta de la pastera Botnia. Las emisiones de la fábrica, informaron, provocaron irritación en la nariz y garganta de varias personas. La compañía finlandesa dijo que el mal olor era producto de “tareas de mantenimiento en una de las bombas de condensado” y que no tiene consecuencias nocivas para la salud de los habitantes ni el medioambiente.
“El olor es innegable y se puede percibir inclusive desde adentro de las casas u oficinas” de la ciudad, describió Bahillo. Según los relatos de la gente de la zona, se sintió con mayor intensidad en el balneario Ñandubaysal, sobre el río Uruguay. La situación generó un gran malestar en Gualeguaychú y proporciona argumentos a los asambleístas que se niegan a levantar el corte del puente que lleva a Fray Bentos pese al insistente reclamo del gobernador, Sergio Urribarri, para que suspendan la medida. La Asamblea Ambiental se preparaba por la noche para realizar una manifestación en la costanera a modo de “pacífico y enérgico repudio”. “No se puede ocultar el efecto de Botnia sobre el medioambiente y sobre todo, en nuestra ciudad”, enfatizó el asambleísta Juan Carlos Quinteros.
La Secretaría de Ambiente de la Nación, a cargo de Homero Bibiloni, anunció el envío a Gualeguaychú de “personal especializado de control y fiscalización para que, junto a las autoridades locales y provinciales, evalúen el estado de situación que se vive en la región”. Lo hizo tras recibir instrucciones del jefe de Gabinete, Sergio Massa, a pedido de la presidenta Cristina Kirchner. Las medidas pretenden garantizar la salud de la población. Por su lado, la Subsecretaría de Salud y Medioambiente de la Municipalidad de Gualeguaychú convocó a las personas que han percibido las emanaciones a que se presenten a la Capitanía del Puerto de la ciudad, para labrar las actas de denuncia correspondientes contra la pastera finlandesa instalada en Fray Bentos.
El corte del puente lleva ya dos años. La planta de Botnia comenzó a funcionar en noviembre de 2007 y ya produjo un millón de toneladas de pasta celulosa. La aparición de fuertes olores es típica de los momentos en que se ponen máquinas en marcha. Durante el mes de la inauguración, las ráfagas malolientes afectaron a los propios pobladores de Fray Bentos, donde se descompusieron varias alumnas de una escuela. La empresa pidió disculpas y admitió que la gente podía sufrir náuseas y mareos. En un comunicado que difundió ayer, Botnia justificó que “en la mañana” se habían “realizado tareas de mantenimiento en una de las bombas de condensado en la planta Fray Bentos” y que “el reinicio del funcionamiento” de los aparatos “ocasionó que entre las 10.10 y las 10.47 se emitiesen gases olorosos”. “Para tranquilidad de la comunidad –dijo la empresa–, dichos gases no afectan a las personas ni al medioambiente.”
La cuestión del mal olor fue advertida muchas veces, aun cuando Botnia era un proyecto. La anunció el alcalde de Pontevedra, España, que tuvo experiencia con una planta de Ence. Y lo manifestó la delegación argentina que llevó el caso a la Corte de La Haya en los tiempos en que el gobierno nacional respaldaba la protesta ambientalista. El tribunal internacional fallaría este año.