Los angosturenses disfrutaron durante casi dos meses del agua potable sin restricciones. Es que el gobierno municipal dispuso a mediados de noviembre pasado levantar la veda que desde hace varios años se aplicaba en verano para acotar el uso del vital elemento para el riego de lotes privados y públicos.
El anuncio, probablemente cargado de buenas intenciones, chocó contra la falta de infraestructura para garantizar el suministro a la población de esta localidad que, como una ironía, está rodeada de lagos. Pero también con la falta de previsión.
Es cierto que se trata de uno de los veranos más secos de los años últimos, con temperaturas muy elevadas para esta región durante gran parte de enero. Pero hoy existe la posibilidad de anticiparse a ese fenómeno climático con la información meteorológica.
Y también está el sentido común. Durante los veranos últimos fue una postal repetida observar los arroyos Las Piedritas y Colorado, donde hay tomas de agua, secos por la falta de lluvias en la temporada estival. Entonces, ¿por qué liberar el riego para después volver a restringirlo?
El secretario de Obras y Servicios Públicos, Reynaldo Terpín, responsabilizó a la sequía y al derroche de agua potable para riego de los problemas con el suministro. Y afirmó días atrás que “el municipio recibe los bifes de toda una política de desaciertos”, donde incluyó al EPAS. Aseguró que “de haber tenido un verano normal, con lluvias cada 15 días, no se hubiese implementado” la veda.
Es probable que el Gobierno municipal haya pensado que existe una cultura de uso racional del agua extendida en la población. Pero se equivocaron. Quizá sobredimensionaron la capacidad de respuesta de la toma de agua del lago Correntoso. Tal vez se quisieron diferenciar de gestiones anteriores. Lo real es que las críticas se multiplicaron y apuntaron contra el gobierno municipal y, sobre todo, hacia Terpín.
Es que el derroche ganó la pulseada y en varios sectores se piensa que llegó el momento de poner medidores. Pero la decisión política de liberar el riego fue desacertada.
Pero la sequía se extiende como una mancha de aceite a las arcas del municipio. El gobierno municipal está acotado por la falta de recursos y cuando viaja a gestionar fondos ante el gobierno provincial apenas consigue una condonación de un crédito por 400.000 pesos que recibió el año pasado a modo de anticipo de la coparticipación que le corresponde a la comuna.
También el compromiso de que la Provincia pagará una deuda de 160.000 pesos, pero sin precisar la fecha. Así, las finanzas no levantan y todo pasa a depender de la recaudación propia.
¿Falta gestión para obtener fondos? Los intentos se hacen, pero hasta ahora los resultados son escasos.
Mientras, los funcionarios y ediles observan que a pocos kilómetros, la intendenta de San Martín de los Andes, Luz Sapag, recibe anuncios de inversiones del gobernador Jorge Sapag, quien comprometió, por ejemplo, 48 millones de pesos para construir plantas de tratamiento de efluentes cloacales.
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