Una entidad no gubernamental tucumana dedicada al cuidado del medioambiente denunció ante la Justicia Federal a dos ingenios asentados en el sur de nuestra provincia. Se trata de La Trinidad y La Corona, a los cuales señaló como responsables de arrojar vinaza a los ríos, elevando los niveles de contaminación en el embalse de Río Hondo. Uno de estos ingenios ya fue multado hace varios meses con el pago de 50 mil pesos diarios por haber vertido efluentes contaminantes en cursos de agua, en lugar de tratarlos en forma aislada.
La organización ambientalista tucumana Univec, a través de uno de sus referentes, Gustavo Masmud, informó ayer que se efectivizó una denuncia ante la Justicia Federal tucumana, como consecuencia de la presunta contaminación en la cuenca Salí-Dulce por parte de dos ingenios tucumanos.
En sus declaraciones, Masmud indicó que “atendiendo a la última mortandad de peces en el embalse de Río Hondo, hacemos responsables al secretario de Medio Ambiente de Tucumán, Alfredo Montalbán, porque el año pasado cuando los ingenios terminaron de producir dejaron piletones y canales llenos de vinaza, y recién ahora se están reintegrando los empleados para el reacondicionamiento”.
Denunció que el ingenio La Corona tenía vinaza “y por insistencia nuestra la gente del Programa de Reconversión Industrial realizó un control, informándonos que los piletones están limpios”.
En este punto, Masmud se pregunta: “¿Dónde mandaron todos los efluentes?, nadie sabe que han hecho con las cientos de toneladas”. En cuanto a la denuncia ante la Justicia Federal tucumana, manifestó que “el ingenio La Trinidad tiene vinaza en descomposición y no sabemos dónde van a arrojar los efluentes”, añadiendo que “es muy fácil en época de lluvia abrir las compuertas y mandar los desechos, aceites y grasas a los ríos crecidos cuyas corrientes terminan llevándolos al embalse de Las Termas”.
Recordó el ambientalista que en diciembre de 2008 el ingenio La Trinidad fue multado con 50 mil pesos por día por no haber resuelto lo que ordenó el juez federal, Mario Racedo, que ordenaba derivar los efluentes a una laguna de sacrificio, pero se constató que desembocaban en el río y, por ende, en el embalse termeño”.
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