Con una importante sequía, que suele relacionarse con la histórica de 1936 u otras, lo importante es plantearse si esta falta de lluvias es simplemente accidental, o bien ingresamos nuevamente a un ciclo hídrico seco, que involucraría entonces un cambio sustancial de nuestras decisiones empresariales, pues, de ocurrir, nos acompañaría varios años.
Desde alrededor del año 1980 las precipitaciones anuales se elevaron en más del 35% y comenzó un ciclo húmedo. Y, en aquel entonces, sorprendió ese cambio favorable del clima. Luego, rápidamente, se fue adaptando y cambiando una región muy amplia del país, en estructura de producción, uso del suelo y hasta en forma de vida.
Entonces una cosa sería la actual sequía como algo pasajero, con soluciones coyunturales, y otra muy distinta saber si estamos frente a un ciclo seco, que por información histórica, técnica y científica, es posible y, para nada descabellado, ir pensándolo.
Ante un régimen pluviométrico mucho menor, es necesario plantear algunas estrategias para enfrentar el futuro de nuestras empresas agropecuarias. No podemos compararla livianamente con otras sequías: la situación es muy distinta, pues al ingresar el ciclo húmedo, alrededor de 1980, también comenzó un enorme cambio en el uso y manejo del suelo.
Y quizás lo más espectacular fue el ingreso de los cultivos de gruesa como maíz, soja y girasol, que pasaron de ocupar de un 5/10% de la superficie agrícola total de Benito Juárez (Bs.As.) a casi la mitad hoy, por ejemplo. O bien llegar a una rotación regional como trigo/soja u otro cultivo de verano, por varias campañas.
Esto nos encuentra con generaciones de técnicos y productores que no conocieron aquellas dificultades de falta de lluvias, por cierto descuido del tema por las instituciones formadoras del conocimiento. Pues son 30 años con suelos degradados por el uso más agresivo e intensivo en épocas de primavera-verano, suelos erosionados, nuevas plagas y malezas, estructuras de producción adecuadas a precipitaciones más abundantes, cultivos de gruesa con utilidades económicas mayores, maquinaria con otra demanda de uso, otro costo y valor de la tierra, con ambiciones y pretensiones que quizás deban disminuir, siendo ello más incómodo que lo contrario. Empresas con otros gastos, otro estándar de vida familiar, proveedores de insumos vinculados a la nueva estructura de producción, la incomodidad del cambio, los riesgos de enfrentarse a emprendimientos nuevos o bien el riesgo de grandes cambios, etcétera.
Tal vez resulte doloroso este comentario, pero tal vez ilustre saber que el arroyo "Los Huesos", entre Tandil y Azul, debe su nombre, según historiadores, a la muerte de ganado por una severa hambruna causada por la seca.
¿Y qué hacer frente a este posible escenario de escasas lluvias? Lo primero es plantearse, como algo posible y viable, el ingreso a un ciclo hídrico seco, y obviar soluciones coyunturales que, si bien son necesarias, el compromiso empresarial hacia el futuro es muy superior; por lo tanto no podemos ni debemos descuidarlo.
Sin alarma, prepararse al resguardo del conocimiento, ya que el desarrollo de las ciencias tuvo su origen en los ambientes más rigurosos del planeta e hicieron posible la subsistencia humana.
Entonces, frente a la posibilidad de un ciclo más seco, debemos apelar al buen manejo o gestión del agua de lluvia, y en este sentido son tres los grandes aspectos a tener presente;
- Maximizar la captación o "cosecha" del agua de lluvia, donde la cobertura es fundamental para que la gota impacte primero allí, y escurra lentamente al suelo.
- Infiltrada el agua en el suelo, retenerla, pues en 24/48 horas se pierde casi toda por capilaridad.
- Y una vez infiltrada y retenida el agua en el suelo, ejercer una eficiente administración, para generar la mayor cantidad de pasto o grano con el agua disponible.
Y es aquí donde la ciencia agronómica tiene respuestas técnicas y científicas, aunque descuidadas por épocas de abundancia. Como el riego por goteo de viñedos, antaño regados por inundación.
¿Y qué perdemos si el riesgoso ciclo seco no ocurre? Nada, estaremos mejor preparados, con un uso más eficiente del agua. Es una buena oportunidad para observar todo lo favorable y lo que nos falta en épocas difíciles.
Como ejemplos, podemos señalar, en ganadería, la respuesta de pasturas de corto o de largo plazo bien enraizadas. Estimar las especies perennes que desaparecen ante la adversidad, los verdeos de otoño-invierno que dan abundante pasto a la salida del invierno y primavera, llevándose agua y nitrógeno y dejando un suelo empobrecido. Revalorizar técnicas muy viejas y básicas, como barbecho, cobertura y siembra temprana.
Agregar el cuidado del campo natural, evitar destruir los bajos naturales, revalorizar las buenas aguadas, reducir la demanda forrajera de los rodeos hacia el verano, con ventas oportunas y un planteo ganadero que lo facilite, y vigilar un buen estado corporal. Es bueno tener en cuenta la limitada respuesta de las actuales pasturas perennes a la sequía.
Y, en agricultura, es recomendable la elección cuidadosa de los potreros a sembrar, y dentro de estos las áreas con suelos de aptitud agrícola capaces de superar las adversidades. También elegir suelos profundos que permitan almacenar humedad, las especies mejor preparadas ante eventuales sequías, las técnicas muy conocidas pero fundamentales en épocas críticas, como el barbecho, y la siembra temprana de cultivos de "gruesa" para favorecer rápidamente la cobertura del suelo y proteger la pérdida de humedad. Además, la búsqueda de la mayor fertilidad natural, más la necesaria fertilización para cubrir sus carencias; la elección de suelos bien estructurados para un ágil intercambio gaseoso, que favorezca la máxima exploración del suelo disponible y su respiración, entre otros; y la siembra en el sentido contrario a la pendiente para favorecer la retención del agua de lluvia, además de buena información y asesoramiento adecuado. Y mucha sabiduría popular: "Es preferible prevenir, que curar".
Ciclo seco
Es necesaria una estrategia para el futuro agropecuario, si la sequía se alarga
Buen manejo
Es posible una mejor gestión del agua de lluvia con una buena cobertura del suelo |
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