Cuatro ingenieros que no superan los 27 años diseñaron en dos años un generador eólico único en su tipo, que en sus dos modelos permite el bombeo y transporte de agua y provee de energía eléctrica a viviendas rurales.
Ignacio Ayanz, Agustín Fusaro, Matías Micheloud y Nicolás Bottini son los ideólogos del Costa I y de la empresa que lo fabrica, Grupo ALP, que prevé facturar 700.000 pesos este año. Se conocieron en el ITBA mientras estudiaban, y antes de iniciar este proyecto armaron otros -como un prendedor electrónico para bebes-, que les sirvieron para ir conociendo el mundo emprendedor.
En 2006 se encontraron frente a un aerogenerador nacional y su vocación por inventar pudo más que ellos. "Lo vimos, lo analizamos y nos pareció que podíamos hacerlo mucho mejor. Fue así como empezó todo", recordó Ayanz, que, a diferencia de sus tres amigos, que eligieron la ingeniería electrónica, se volcó por la industrial.
"Ahí nos pusimos a investigar y empezamos a movernos con nuestros profesores. La realidad es que había poca experiencia en este tipo de proyectos en la industria local, y llegamos a mediados de 2007 con el primer prototipo", agregó.
El camino fue sencillo desde el punto de vista financiero. "Con una buena idea, conseguimos rápidamente un socio inversor que puso 150.000 pesos", dijo Fusaro, tras detallar que desde el comienzo el producto se pensó robusto y sin necesidad de financiamiento.
Según los socios, "estos eran los requerimientos indispensables para los hombres del campo, que no pueden correr el riesgo de poner un molino y que, tras una tormenta, no funcione más".
El cuarteto diseñó un generador eólico de 1100 vatios, que produce a través de un motor trifásico de inducción. El equipo no tiene escobillas ni carbones, por lo cual no requiere mantenimiento durante su vida útil.
Además, entrega al usuario una tensión alterna de 220 voltios, equivalente a la que provee la red nacional de energía eléctrica, y está protegido por una caja robusta.
"Hay dos versiones del producto. Una es de bombeo y transporte de agua, con salida trifásica que permite conectar y controlar bombas optimizando la energía presente en el viento. No necesita baterías ni supervisión; además, tiene control digital para automatizar rutinas de bombeo", explicaron sus creadores.
"El Costa I para viviendas tiene un módulo de baterías integrado para abastecer consumos domésticos aun cuando el recurso eólico sea insuficiente. Carga y descarga del banco de baterías en forma electrónica y controlada. Y entrega lo mismo que la red energética nacional", agregaron.
El día D
La prueba del prototipo fue el día D? y funcionó. En una jugada doble, el cuarteto salió a ofrecer el producto y se presentó formalmente en la Rural de 2008, junto a una empresa del sector, de la cual luego se alejó por cuestiones de exclusividad que no le resultaban atractivas.
"Nos fuimos de la Rural con más de 120 contactos y pedidos. Ahora, los estamos procesando para poder dar abasto", comentó Micheloud.
Actualmente, los molinos de Grupo ALP funcionan en cuatro puntos del país. "Nos vienen a buscar mucho los proyectos inmobiliarios orientados a la ecología como Villa María Verde, en Córdoba", dijo Bottini, que mencionó contactos con potenciales compradores de Uruguay, Chile, Venezuela y Brasil. Para los amigos, lo más difícil fue convencer al hombre de campo de los beneficios y de las posibilidades que abre el equipo.
"Encontramos que muchos habían sido engañados. Decidimos, entonces, plantear los desarrollos antes de ejecutarlos. Preguntamos qué cantidad de agua necesitan; hacemos las mediciones de viento y les respondemos si lo que quieren hacer va a ser posible o no", concluyó Bottini.
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