La Generalitat tiene catalogadas 48 zonas húmedas que abarcan 45.000 hectáreas, el 90% en el frente litoral, lo que convierte al sistema de humedales de la Comunitat Valenciana en el "más denso y mejor distribuido de toda Europa". Así lo consideran fuentes de la Conselleria de Medio Ambiente, coincidiendo con la celebración ayer del Día Mundial de los Humedales, cuyo lema es "Aguas arriba, Aguas abajo. Los humedales nos conectan a todos" y que cada año convoca el Convenio Ramsar de protección de los humedales de interés internacional.
Históricamente, las zonas húmedas se encontraban a lo largo de las costas alicantinas desde Pego hasta Torrevieja, pasando por la Albufereta de Alicante aunque algunos de estos humedales, marjales, lagunas, saladares se han ido desecando tanto por efectos naturales como por su uso agrícola. En la actualidad, destacan los parques naturales del Hondo de Elche, las Lagunas de Torrevieja-La Mata, las Salinas de Santa Pola y la Marjal de Pego-Oliva, que junto con la Albufera de Valencia y el Prat Cabanes (Castellón), pertenecen al Convenio de Ramsar debido a su catalogación como hábitats de importancia internacional.
Estos humedales reciben también la consideración de Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) concedida por la Unión Europea, ya que acogen, entre otros, el 95% de la población europea de cerceta pardilla y el 93 de malvasía cabeciblanca, ambas especies en peligro de extinción. Samarucs, flamencos (700 en las Salinas de Santa Pola), gaviotas y petxinots comparten las aguas de estos parajes con especies vegetales de gran interés como la orquídea silvestre o el narciso de otoño, ambas presentes en las lagunas de Torrevieja-La Mata.
Muchos espacios combinan la función de conservación con la agricultura (arroz, cítricos, hortalizas) que suponen al año 200 millones de euros, el 1% del producto interior bruto (PIB) de la Comunitat.
El agua salina es la principal fuente hídrica de los humedales, sobre todo de los que cuentan actividad salinera como el parque natural de Santa Pola, que junto con las aguas de escorrentía y las provenientes de usos agrícolas como en el Hondo, completan su capacidad hídrica.
El caso de Alicante es singular, pues se concentran grandes urbes junto a parajes acuáticos protegidos, lo que provoca problemas ambientales como la eutrofización: aporte excesivo de nutrientes al medio acuático a través de las aguas agrícolas que provoca en una última etapa el descenso de la población de aves.
El botulismo, que produjo la muerte de más de 100 aves y 5.000 peces en el Hondo en 2008, y las especies invasoras que colonizan los humedales, como en el caso del galápago de Florida en la Marjal de Pego-Oliva, son otros de los principales retos en la conservación de los humedales, combatidos por los técnicos de la Conselleria.
No obstante, la importancia de estos humedales no reside sólo en su papel como grandes reservas de biodiversidad. Además atenúan los efectos del cambio climático, absorben dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, frenan la intrusión del mar en la tierra y pueden contener las inundaciones. Según la reunión de 2002 de los integrantes del Convenio Ramsar, la protección de los humedales no interesa sólo por conservar la biodiversidad, sino también para contribuir al "desarrollo sostenible en todo el mundo".
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