Algo no huele bien y los efectos de la crisis aún son inimaginados para los gobernantes. En la semana, el intendente Javier Bertoldi echó un manto de sospecha sobre los beneficios para Centenario del canal Mari Menuco, obra que se financió con los denominados «bonos Sobisch».
Las sospechas están fundadas sobre base teñida de rumores y «malentendidos». Según una comunicación extraoficial que habría mantenido un funcionario municipal con otro de segunda línea de la Provincia la frase quedó resonando entre los hombres del justicialismo centenariense: «Para Centenario no va a haber agua del canal», les habrían dicho desde las altas esferas del Gobierno.
Rápido de reflejos y un poco molesto, Bertoldi anunció que quiere una entrevista con el gobernador Jorge Sapag. El contacto, según el jefe comunal, es para una suerte de «sinceramiento». «Si el canal no nos va a beneficiar que me lo diga, así yo pienso y hago otra cosa», dijo Bertoldi.
A pesar del tono polémico, el jefe comunal aclaró que no quiere meterse en un debate político, sino más bien pragmático. Quiere evitar otro verano de caos, porque el que se vive le está restando crédito a su gestión de gobierno.
Es cierto que el proyecto inicial del canal de unos 200 millones de pesos dista bastante del que hoy en día se construye en medio de una crisis financiera. El gobierno anterior hasta había contratado una consultora con ingenieros israelíes para que los asesore en materia hídrica. Pero hoy la realidad indica, y a juzgar también por Bertoldi, que el entubamiento es una obra costosa aunque no tiene la complejidad inicial. ¿Qué pasó? Ésa es la pregunta que en estos días mantiene ocupada la cabeza de las autoridades locales. El jefe comunal está molesto por una contradicción: extraoficialmente le comunicaron que el proyecto Mari Menuco sólo abastecerá a Neuquén, pero en lo publicitario aparece Centenario. Además, el Ente Provincial de Agua y Saneamiento (EPAS) trabaja en un proyecto para ampliar la planta de agua, algo que el ex intendente Adrián Cerda también intentó hacer de forma infructuosa.
Si se trabaja en la modificación de la planta de agua, ¿por qué entonces se da rienda suelta al proyecto del canal? Si existe un malentendido, es probable que se aclare en los próximos días, porque el problema podría derivar en un debate político electoral si se lo trata próximo a las elecciones legislativas.
Para desactivar el mal trago el intendente intentó dar un «golpe de efecto» y compró un costoso equipo de bombeo que reemplazará a cuatro bombas de la planta de agua. La «superbomba» como se la denominó costó casi 100 mil pesos –más otros 20 mil de instalación- y actuará como un «parche» para el último mes de verano que resta.
Dependiendo de cómo termine esta película es probable que el intendente decida por alternativas para revertir la crisis hídrica. Con unas mil conexiones anuales a la red, el sistema va a colapsar tarde o temprano. Se habló de perforaciones en napas subterráneas, aunque resta saber de qué manera se van a cumplir con los estándares de calidad del líquido, como funciona dentro de la misma planta de agua.
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