Aunque el trabajo en el tambo forma parte de su vida desde siempre, Teodoro Mulder ya casi no siente ganas de ir a su campo. "Voy poco, cada vez menos, porque me produce mucha tristeza verlo así. Es un trabajo de muchísimos años que se cae y se cae, todos los días un poco más. Y te da mucha bronca", dice.
En Brandsen, son muchos los productores que sienten lo mismo que Teodoro con su campo de 200 hectáreas, ubicado a la vera de la ruta 2. La sequía que viene afectando a un enorme porcentaje de las provincias argentinas golpea aquí con una crudeza que tiene pocos registros.
"Hemos vivido muchas secas, pero como ésta, no. Nunca en mi vida vi algo igual", dice Mulder.
Si en el campo el panorama es desalentador, en la ciudad no es mucho mejor. "La gente está muy mal y lo notás. Cuando pasas por los comercios ves el impacto que está teniendo la sequía, porque no hay prácticamente ventas, sobre todo en los que están relacionados con la actividad", cuenta.
Brandsen es uno de los distritos de la Región más afectados por la sequía. El gobierno bonaerense lo incluyó el martes pasado en la declaración de emergencia agropecuaria para que los productores puedan acceder a beneficios impositivos que le alivianen un poco el peso que cae sobre sus hombros. Con todo, no ha llegado a los niveles de afectación de Magdalena y Punta Indio, donde el estado es de "desastre".
Pero para los productores, la medida no trae mucho alivio. "En realidad, lo que necesitamos de parte del gobierno es otra cosa. Que entregue comida para los animales y comida adecuada, que no nos den unos kilos de alimento balanceado porque eso no nos sirve de nada", se queja Mulder.
Asegurar la comida para las vacas, en este distrito donde la actividad lechera marca el pulso de toda la economía, es hoy por hoy la obsesión de todos los dueños de los campos.
La sequía, que comenzó a manifestarse con fuerza desde octubre de 2008 y sigue extendiéndose, ha echado a perder todos los verdeos de verano, la siembra que los productores hacen durante la primavera para asegurarse pastos de donde se alimenten las vacas en los meses de diciembre, enero, febrero y marzo.
Mulder, por ejemplo, ha optado por comprar rollos de pasturas, que cuestan unos 200 pesos y sirven para dar de comer por un día a unos 25 animales. Pero Mulder tiene en su tambo unas 120 vacas, y las cuentas cierran cada vez con más dificultad.
Otros, están comprando alimento balanceado, que complementa a los rollos de pasturas, sobre todo para alimentar a las vacas en el momento en el que a la vaca le extraen la leche. Pero también con este sistema los costos son altos. En medio de la crisis por la sequía, el balanceado pasó de 48 a 56 centavos el kilo.
Este cambio en la alimentación trae aparejado, denuncian los productores, una merma importante en la producción de leche de los animales. En el caso de Mulder, sus vacas han pasado de dar 24 litros por día a apenas 18. Y eso, claro, también impacta en los bolsillos.
"Pero como si todo esto fuera poco, ahora en febrero las usinas lácteas han decidido bajar los precios a los que nos compran la leche en un diez por ciento, cuando a nosotros los costos para producirla se nos han incrementado tres veces", se lamenta.
SEQUIA Y DESPUES
Las primeras señales de la sequía comenzaron a manifestarse en octubre de 2008. Y aunque muchos no lo creyeron posible, el fenómeno se extendió durante meses. Las lluvias que cayeron la semana pasada trajeron algo de alivio, pero, como dice un refrán extendido en el campo, "no llueve pasto". Por eso, los productores estiman que si las precipitaciones se normalizan estarán entre 4 meses y un año para recuperar el ritmo normal de producción.
Mientras tanto, en el campo de Mulder las vacas están "tabuladas", es decir, encerradas en un potrero muy chico y alimentada con cualquier cosa menos con su comida natural, el pasto. "Es que acá, el pasto no existe más. No hay ni yuyos, apenas algunos cardos", dice Teodoro.
A pocos kilómetros de su campo, en Jeppener, Mauro Pereyra enfrenta un panorama similar. "Estamos teniendo una merma importante, del orden del 55 por ciento en la producción con respecto a octubre del año pasado", dice.
Pereyra es dueño de uno de los tambos más importantes de la zona, con unos cien animales en 50 hectáreas que no dan pasto suficiente para alimentarlos.
"De los verdeos de verano no creció nada. Recién ahora empezó a salir algo, con las lluvias que cayeron. Pero se perdió mucho tiempo y por los cálculos que hacemos vamos a tener unos rindes bajísimos", dice.
En su campo, los animales están siendo alimentados con malta y con rollos de pasturas. Como a Mulder, esto le provocó una baja en los rindes de leche, que pasaron de 21 litros por día a 15. "Por suerte no se me murieron animales, pero no están en estado en que uno quisiera".
Mauro es uno de los productores de la Región que tiene decidido no presentar los papeles para adherirse a la emergencia agropecuaria, lo que le permitiría obtener un diferimiento en el pago de los impuestos provinciales. "¿De qué me sirve ahorrarme una tasa ahora? ¿Qué gano con eso si no me alcanza para solucionar el problema?", se pregunta. "Lo que necesitamos -afirma- es que nos subsidien los alimentos y nos den créditos accesibles para recuperarnos, no que nos prorroguen los impuestos".
Animales a bajo precio
La feria que organiza la Sociedad Rural de Brandsen todos los meses de enero fue, este año, un duro reflejo de los efectos de la inclemente sequía que afecta a los campos de esta zona.
Mientras que en las ediciones de 2007 y 2008 no se pasó de una oferta de más de 5 o 6 mil cabezas, este año se llegó al record de 13.500 cabezas que llegaron a remate en apenas 15 días.
Es que la falta de pasturas para alimentar a los animales y la crisis que provocó la sequía en los campos de la zona está forzando a muchos productores a salir a vender a las apuradas a sus novillos y vaquillonas a precios que, explican, son irrisorios con respecto a los que se pagaban meses atrás.
En promedio, se terminó pagando este año un precio cercano a un peso el kilo, un número que se ubica muy por debajo de los registros habituales.
"La gente liquidó todos los animales porque no tiene manera de mantenerlos", dice Teodoro Mulder, productor y presidente de la Sociedad Rural de Brandsen.
"Además -agrega- los animales llegaban en muy malas condiciones. A gatas podían caminar y estaban tan débiles que no podían subir a los camiones". |
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