"Ya no hay más pasto en el campo. Nunca vimos algo igual. Las vacas están viviendo prácticamente a sombra y agua... y no abunda ninguna de las dos cosas". El relato de Nélida Traversaro, productora agropecuaria de Poblet, en el sur platense, oscila entre el asombro y la angustia. Así como los árboles que protegen del sol al ganado pierden sus hojas, bajan las napas freáticas, y se dispara el precio del forraje usado para paliar la escasez de pasturas naturales, ganaderos, horticultores, tamberos, floricultores y apicultores de la Región ven cómo se desmorona su patrimonio. Sin prisa y sin pausa.
Saliendo de La Plata hacia la zona rural del distrito, por la ruta provincial 36, se percibe claramente cómo apenas termina el gris de la mancha urbana empieza el amarillo y negro de los campos secos o quemados. Allí la tierra se resquebrajó, y en las grietas abiertas varios centímetros se pueden introducir varillas de más de medio metro de longitud sin tocar fondo.
Los Traversaro llevan más de un siglo en Poblet. El emprendimiento familiar está orientado a la cría de terneros, con un centenar de vacas madres. Pero hoy por hoy, los números no cierran. El mercado está inundado de animales; sin pasturas y con el alimento por las nubes, muchos liquidan su hacienda antes de que se les muera.
En estos predios, es habitual que durante los meses de calor se siembren forrajeras (sorgo, mijo, alfalfa, moha) para tener reservas de comida en invierno. "Se aró y se sembró. Muchos invirtieron en semillas y herbicidas, pero no creció casi nada; y ya no hay tiempo" explica Nélida Traversaro: "el invierno habrá que pasarlo comprando rollos y fardos, o habrá que vender todo. Esa es la encrucijada en que estamos. El kilo vivo bajó de $3 a $2,50 y no tiene piso, y al mismo tiempo los animales están perdiendo peso. En varios lotes de la zona empezó la mortandad. Acá no queda pasto en ningún potrero, no hay donde mandar el ganado. Es increíble".
Alberto Pate es el presidente de la Asociación de Productores Hortícolas (APH) regional; se calcula -no existe un censo actualizado- que son alrededor de 1.500. "La falta de lluvias nos obligó a usar a destajo las bombas eléctricas para riego -hundiendo los caños un 30 por ciento más para sacar agua relativamente buena-, añadir más fertilizantes y acentuar el control de plagas, que esta temporada son muchas y muy agresivas" asegura: "encima, en el caso de la electricidad, nos penalizaron por el mayor consumo. Hoy una quinta no es rentable".
El dirigente estima que "los precios de las hortalizas no van a subir drásticamente en el corto plazo porque el abastecimiento está asegurado, debido a la gran ampliación de la superficie sembrada en la zona. Lamentablemente, ese esfuerzo de los productores no va a rendir los frutos esperados. Eso sí, si el clima no cambia pronto no nos salva nadie".
Para Héctor Vázquez, experimentado productor hortícola -fue titular de la APH- y agropecuario, el panorama es, cuanto menos, complicado. "Para normalizar la situación hídrica haría falta que llovieran 200 milímetros por mes, repartidos en cuatro ocasiones; hasta ahora, incluso con lo de esta semana, apenas se superaron los 20. Estamos obligados a regar hasta 5 veces por día en vez de 2 o 3; hay que encender las bombas, y después es virtualmente imposible pagar las tarifas eléctricas" sentencia.
"Se perdieron pasturas naturales, y las implantadas artificialmente -que tardan noventa días en crecer con un clima benigno- se secaron antes de brotar" prosigue el dirigente de Lisandro Olmos: "muchos campos alquilados o de reserva se quemaron. Van a faltar maíz, sorgo y avena, y de ahí salen los forrajes para producir carne y leche. Por esto, un rollo que sirve para alimentar a 50 animales por dos días se fue a las nubes y ya cuesta más de $200".
"Hay que ser muy prudentes con las medidas de emergencia, porque los vencimientos de impuestos se postergan pero siguen corriendo los intereses" advirtió Vázquez: "la declaración de desastre sería más adecuada. Hacen falta créditos a tasa cero -que podrían ser pagados en fardos y rollos-, si no, va a ser difícil que quede algún animal sin ir a parar a los frigoríficos. Hoy, se están liquidando haciendas enteras".
Quienes poseen panales también se quedaron en la banquina de la ruta productiva. La escasez o ausencia de flores, debido a los mecanismos de regulación y autodefensa de las plantas, hace que las abejas no tengan de dónde extraer polen. Los apicultores deben alimentarlas con un jarabe artificial, hecho de azúcar y agua. Pero saben que esa miel no servirá para la comercialización.
Los datos que maneja el municipio están en sintonía con el crudo diagnóstico de los productores. Desde la dirección de Producción Intensiva y Microempresas se apunta que "la totalidad de la producción extensiva de cereales y oleaginosas a cielo abierto -que incluye soja, maíz y trigo, entre otros cultivos- se ha perdido por la sequía o por incendios. Las pasturas están en un proceso de crisis terminal, y el descenso de las napas está obligando a 'bajar' cañerías cada vez más -superando los 18 metros de profundidad- para obtener agua para el riego".
Fabián Autino, titular de la dependencia, agrega que la crisis tuvo también un fuerte impacto en la horticultura, con la reproducción "descontrolada" de plagas como las arañuelas, los ácaros, los pulgones y el denominado "trip de la peste del tomate" que también afecta a los pimientos y las verduras de hoja y flores. Los tambos no se salvaron: con stress y comida racionada, las vacas entregan menos leche.
Centenares de productores de Abasto, Colonia Urquiza, Melchor Romero, El Peligro, Lisandro Olmos, Joaquín Gorina, Poblet, Arana y Angel Etcheverry están en situación crítica. Tras un sobrevuelo del área, el ministro de Asuntos Agrarios bonaerense Emilio Monzó subrayó que "el impacto de la sequía se observa claramente" y destacó que "llaman la atención tanto la cantidad de campos quemados como la recurrencia de incendios".
CLIMA IMPIADOSO
De acuerdo con los datos registrados por la Universidad Nacional de La Plata en su estación experimental Julio Hirschhorn -ubicada en 66 y 167-, durante 2008 el volumen de lluvias estuvo un 35 por ciento por debajo de la media. Pero entre abril y diciembre del año pasado, el déficit se acentuó, superando el 60 por ciento.
Desde la cátedra de Climatología de la facultad de Ciencias Agrarias de la UNLP, el ingeniero Marcelo Asborno señala que "en los últimos dos meses de 2008, llovió en La Plata apenas una décima parte de lo habitual para la época. Mientras la media histórica ronda los 100 milímetros para noviembre y diciembre, sólo se registraron 11 y 12 milímetros respectivamente".
Esto provoca cambios visibles y evidentes, y otros no tanto. "La napa freática no se recarga, por lo que es probable que se haya hundido el suelo en algunas zonas", indicó el ingeniero Jorge Lanfranco, titular de la Cátedra de Edafología de la facultad de Ciencias Agrarias de la UNLP. La cantidad de casas cuyos portones se trabaron de manera aparentemente inexplicable, sobre todo en las áreas semirrurales de la Ciudad, da cuenta de estos fenómenos.
Los expertos no descartan que la sequía, sin antecedentes en medio siglo -es la más severa en 47 años-, responda al calentamiento global. Si bien en general se atribuye a procesos vinculados con "la Niña", no se descarta que su intensidad haya sido potenciada por la creciente deforestación y la quema de combustibles fósiles. "Teóricamente, después de La Niña empieza a recuperarse humedad. Pero esta vez no se dio, porque sobre el Atlántico se registraron centros de alta presión subtropical muy reforzados. Como consecuencia, hay altas temperaturas, cielos despejados y una baja formación de nubes" aclara Juan Manuel Hörler, presidente del Centro Argentino de Meteorólogos.
Un estudio satelital realizado por investigadores de la Universidad de Buenos Aires sostiene que la producción de forraje, principal fuente de alimentos para la ganadería, se habría reducido "hasta en un 30 por ciento". De ahí que en la Confederación de Asociaciones Rurales de la Provincia (CARBAP), calculen que "hacen falta entre 120 y 150 milímetros de agua" para revertir la sequía. Refiriéndose a las recientes lluvias, los dirigentes de la entidad afirmaron que "hace falta que llueva diez veces más; lo que pasó fue sólo una caricia".
LA EMERGENCIA Y EL DESASTRE
Durante la semana que pasó, el gobernador bonaerense Daniel Scioli firmó la declaración del estado de "emergencia agropecuaria" para las tierras rurales de toda la Provincia. Esto implica que los productores de los distritos afectados podrán acceder a beneficios impositivos otorgados por el Banco Provincia, que dispondrá aplazos y renovaciones de las obligaciones pendientes. Además, se prorrogará el pago de impuestos como el Inmobiliario Rural.
La tipificación "desastre", en tanto, se aplica a productores que demuestren pérdidas superiores al 80 por ciento en sus cultivos o hacienda. Podrán acceder a una exención total o parcial de impuestos y tasas provinciales, y a eventuales "subsidios no reintegrables".
En ambos casos, la Ley 10.390 allana el acceso a beneficios de orden crediticio e impositivo; operaciones de descuento sobre la base de intereses mínimos; unificación de las deudas con la institución bancaria; y aplaza de la iniciación de juicios por el cobro de créditos vencidos antes de la emergencia.
1.500
Productores Hortícolas (APH) de la Región sufren por la sequía: “La falta de lluvias nos obligó a usar a destajo las bombas eléctricas para riego, añadir más fertilizantes y acentuar el control de plagas, que esta temporada son muchas y muy agresivas”, dijo Alberto Pate, presidente de la Asociación
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