Un hombre y una mujer murieron como consecuencia de un aluvión de barro y agua que provocó un taponamiento en el río Tartagal e inundó buena parte de la ciudad. La información fue confirmada por la Gendarmería, mientras que la Gobernación de Salta sólo informó sobre dos mujeres desaparecidas. El desborde del río arrasó casas de las orillas, barrió con automóviles y obligó a evacuarse a miles de pobladores, en cuyas viviendas el lodo llegó hasta un metro y medio de altura.
Desde España, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dispuso la ayuda del Gobierno nacional y el envío de los ministros del Interior, Florencio Randazzo, de Salud, Graciela Ocaña, y de Desarrollo Social, Alicia Kirchner.
La causa fue la fuerte lluvia que cayó sobre la sierra de Acambuco —en el sur de Bolivia y norte de Salta—, donde nace el río Tartagal. Pero, al igual que hace casi tres años, las consecuencias fueron catastróficas debido a la degradación de las condiciones ambientales en las serranías, que los especialistas coinciden en atribuir a la deforestación en la región.
En marzo de 2006, las lluvias engrosaron el caudal del río que, al bajar con más fuerza, destruyó la antigua canalización, de 1.200 metros de largo. El agua carcomió las barrancas que, al derrumbarse, arrastraron algunas casas y el puente peatonal. No hubo víctimas.
Esta vez, "creemos que se desbarrancó parte de un cerro, porque llegaron miles de árboles con raíz y todo", contó a Clarín el gobernador Juan Carlos Urtubey. Y afirmó: "Esto es un desastre". Ese aluvión encauzado por el río arrancó el puente ferroviario, construido en 1890 a la entrada de la ciudad. La estructura quedó atascada contra el puente carretero, 50 metros más abajo, formando un tapón. Ocurrió cerca de las 9 de ayer, y de inmediato el río comenzó a desbordar por ambas márgenes. Hacia el sur, las aguas barrosas avanzaron 1.500 metros y cubrieron por completo Villa Saavedra. Hacia el norte llegaron a una cuadra de la plaza central.
Durante el día, Defensa Civil y las fuerzas de seguridad buscaron a varias personas, en especial niños, que fueron encontradas. A la noche permanecían desaparecidas la señora Alfaro, de 75 años, y su hija de 59. Habían quedado aguantando en el techo de la casa, a 20 metros de la orilla, mientras el yerno llevaba a los hijos a un lugar seguro. Cuando volvió, ya no estaban. Una fuente de Gendarmería confirmó a Clarín que habían hallado los cuerpos de un hombre y una mujer, pero no pudo saberse si la mujer era alguna de las reportadas como desaparecidas.
El aluvión también destrozó las obras de canalización que estaban en marcha en reemplazo de las destruidas en 2006. De todos modos, aun cuando hubieran estado terminadas no habrían evitado el desastre, originado aguas arriba.
Ya en 2006, expertos en suelos, recursos hídricos, climatología y forestación consultados por Clarín habían advertido que el desastre podría repetirse, a causa de los desmontes en las serranías. La vegetación raleada da mayor velocidad y fuerza a la caída de la lluvia, y deteriora suelos fácilmente erosionables. A esto se suman las fuertes pendientes de las serranías y las "avenidas" abiertas por las picadas petroleras, que aceleran el descenso de las aguas. Ayer, el gobernador coincidió con esta explicación.
Poco antes del mediodía, por la presión misma de las aguas, los restos del puente ferroviario se soltaron y siguieron viaje aguas abajo. Esto permitió que parte del agua escurriera y trajera algo de alivio.
Pero también dejó al descubierto los efectos del desastre: "unas 2.500 casas afectadas, algunas virtualmente arrasadas y otras con un impacto menor", dijo Urtubey; autos arriba de los techos; postes volteados; muebles inservibles y, en muchos casos, la pérdida total de las pertenencias. Gran parte de Tartagal quedó aislada, ya que al desmadre del río —que cortó todos los puentes— se sumó la falta de energía eléctrica y de telefonía, fija y móvil. A la tarde, buena parte de la ciudad había recuperado la electricidad.
El intendente Sergio Leavy informó a Clarín que hay unas 1.100 personas evacuadas en cuatro centros, por haberse quedado sin casa o por el riesgo de hallarse ésta cerca de la orilla, ya que se espera más lluvia para hoy, lo que podría continuar socavando las barrancas. Se ignora el número de autoevacuados, que Urtubey estima "mucho mayor".
El gobernador —quien al mediodía se instaló en Tartagal para coordinar el comité de crisis, junto con funcionarios provinciales, comunales y nacionales— admitió que los pobladores perjudicados serían "no menos de 10.000; hay unas 2.500 casas afectadas, algunas virtualmente arrasadas, y otras con un impacto menor". Agregó que con la Gendarmería se procedió a vallar la zona cercana al río, para evitar que la gente vuelva a lugares peligrosos. Pese a estar acuartelada en la provincia, también está colaborando la Policía de Tartagal y de Orán.
Desde Tartagal. Gustavo Ruiz
Lluvias y deforestación
En la ciudad salteña de Tartagal cayeron 114 milímetros de lluvia entre la mañana del domingo y la tarde de ayer. No cayó granizo. La media para todo el mes es de alrededor de 200 milímetros. Es decir, la lluvia de ayer sobre Tartagal no explica la ferocidad del alud que afectó a la zona. Sería la consecuencia de lluvias caídas más al norte.
El viernes 6 de febrero, el Servicio Meteorológico de Bolivia, con sede en La Paz, había emitido un alerta de lluvias y tormentas eléctricas entre el sábado y ayer en los valles de Tarija y Chuquisaca, en el Departamento de Potosí y el Chaco. Se pronosticaba que iban a caer lluvias que podían alcanzar hasta los 75 milímetros en las partes altas de las cuencas de los ríos Bermejo y Pilcomayo. "Lo que puede ocasionar la subida rápida en sus niveles y producir deslizamientos y eventualmente desbordes e inundaciones en las localidades adyacentes", afirmó el pronóstico.
"Es un fenómeno regional, las precipitaciones se registran en el norte argentino, Bolivia y Brasil", explicó Pablo Canziani, investigador en climatología del Conicet. "Si la situación climática sigue siendo extrema y la deforestación continúa, es probable que el fenómeno empeore".
Hubo avisos sobre el riesgo de otro aluvión
Tal como lo publicó Clarín el 25 de abril de 2006, especialistas en geología y climatología habían advertido que un aluvión podía volver a afectar a Tartagal. Uno de los especialistas que lo había advertido el geólogo Armando Nadir, de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), recomendaba obras civiles y aumentar la forestación. Ayer, el subsecretario de planificación de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Sergio Larrocca, dijo a Clarín: "Hay que hacer un manejo integral de la cuenca que incluye a Tartagal. Se necesita construir pequeños diques transversales, reducir los cortes clandestinos de maderas, disminuir el pastoreo de ganado, instalar nueva tecnología, y una estructura técnica y comunitaria. Debería ser una prioridad de todo el país". |
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