Las lluvias que cayeron ayer en muchas de las zonas afectadas por la grave sequía "muestran una tendencia hacia la normalidad", dijo ayer el director del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), Héctor Ciappesoni. El especialista destacó que en muchas localidades durante los primeros diez días de febrero llovió más que en todo enero. Según expertos en climatología, esto beneficiaría por la fecha a la soja, especialmente a la sembrada tardíamente.
Las áreas que recibieron precipitaciones ayer y anteayer fueron el centro y el sur de Santa Fe, nordeste de Buenos Aires, sur de Entre Ríos, este de Córdoba y, al momento del cierre de esta edición, en el SMN informaron que las lluvias habían comenzado a extenderse hacia el centro bonaerense.
Los expertos consultados coincidieron en que con las precipitaciones de febrero, Entre Ríos y Santa Fe -dos de las provincias más afectadas por la sequía que sufre gran parte del país- recuperaron bastante humedad en el suelo, pero no es el caso de Buenos Aires. "Ahora hace falta que las lluvias se corran al oeste de Buenos Aires", dijo Eduardo Anchubidart, jefe del departamento de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Las lluvias de ayer, sumadas a las de la semana pasada, "tienen un impacto importante para el cultivo de soja, fundamentalmente para la que se sembró tempranamente [octubre], que en este momento está en período de floración", dijo el especialista en agroclima Eduardo Sierra, y agregó: "En el caso de la soja de segunda [que se sembró en diciembre], había cultivares que no podían arrancar, pero con estas lluvias comenzaron a tomar vigor".
En la misma dirección que Sierra habló César Rebella, director del Instituto de Clima y Agua del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA): "Estas lluvias van a beneficiar a la soja de ciclo largo y las que se sembraron tardíamente. Pero la soja de primera está muy perjudicada". Y agregó: "No cambia el panorama para el maíz, el girasol y el sorgo".
Maíz, leche y carne, en baja
Los productores consultados ven posibilidades para la soja, pero son más negativos respecto de la situación de la agricultura en general. Roberto Campi, presidente de la Sociedad Rural de Pergamino, dijo: "A pesar de los 20 milímetros que cayeron, acá el panorama es complicado. Una zona de Pergamino registra pérdidas de entre 30 y 40 por ciento para el maíz y la soja". Pero contó que hay localidades que se encuentran en peores condiciones: "En la zona que está camino a Arrecifes y San Pedro, las pérdidas iban a ser totales, directamente no se iba a cosechar. Ahora, con estas lluvias, tal vez mejore un poco el panorama".
Luis Miguel Etchevehere, delegado de la Sociedad Rural Argentina en Entre Ríos, dijo: "Llovió entre 40 y 60 milímetros en toda la provincia. El tema es que el trigo, el maíz y algo de la soja ya vivieron buena parte de su ciclo y se murieron por falta de agua". Contó que la producción de leche y carne "será visiblemente afectada por la sequía pasada". Según Etchevehere, "la esperanza es para la soja tardía y para la ganadería".
Sobre la repercusión de las lluvias en Entre Ríos habló también el secretario de la Federación Agraria de Paraná, Alfredo Bel. "En el tema agrícola estamos muy jugados, pero en el ganadero se puede recomponer el campo natural muy lentamente si continuaran las precipitaciones. Eso da la posibilidad de hacer verdeo, como la avena", dijo Bel.
El ánimo de los productores está directamente vinculado al desastroso panorama que presentan las estimaciones de cosecha para la campaña 2008/09 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos. Según los datos oficiales, la pérdida en la cosecha de trigo fue del 49,08% en comparación con la campaña anterior.
En peor situación está el maíz, con una merma en la producción del 62,96%. De los 22 millones de toneladas cosechados en el ciclo 2007/2008, se prevé bajar hasta los 13,5 millones en la actual campaña, según estimó ayer el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, en sus siglas en inglés). En el nivel local aún no hay proyecciones oficiales.
La soja es el cultivo que mayores posibilidades tiene de recortar pérdidas si las condiciones climáticas mejoran. Sin embargo, pese a que el área sembrada totalizó 17,75 millones de hectáreas (850.000 hectáreas más que en el ciclo anterior), la cosecha fue estimada ayer por el USDA en 43,8 millones de toneladas, por debajo de los 46,2 millones del año pasado. La caída sería de 5,19 por ciento.
Ayer, la soja tuvo la cotización más alta desde el 24 de julio pasado ($ 940 por tonelada). Este aumento es resultado de la incertidumbre que hay en torno a la cosecha de la oleaginosa.
-5,19%
Caída de la producción de soja
Esta sería la baja del volumen de la oleaginosa, según el USDA; en 2009 alcanzaría las 43,8 millones de toneladas.
-62,9%
Bajaría la producción de maíz
Es el grano más perjudicado, pasando de 22 millones de toneladas en el ciclo pasado a 13,50 millones en el actual.
-49,08%
Cayó el trigo en 2008/2009
Pasó de 16,8 millones de toneladas en 2007/2008 a 8,3 millones, según la Secretaría de Agricultura de la Nación.
El escenario
Cambio de humor y de expectativas
Félix Sammartino
Las lluvias de ayer, que regaron buena parte de la pampa húmeda, confirman la tendencia de un febrero húmedo y alejan la posibilidad de una debacle en la producción de la soja, el único cultivo que hoy esta jugando su rinde.
Por fin una buena para el campo. Cuando hay una lluvia generosa y oportuna, el estado de ánimo del productor cambia para mejor.
La seca que se prolongó durante enero hasta límites inimaginables fue el sexto registro entre los peores de los últimos 80 años en el oeste de la provincia de Buenos Aires, causó estragos hasta el punto de dividir al medio la producción total de trigo y, según las estimaciones a cosecha, está cerca de hacer otro tanto con el maíz. Las lluvias de los últimos 15 días permiten una recuperación tanto de las sojas de primera como de segunda y los perfiles de suelo están reponiendo la humedad.
Las únicas sojas que no se beneficiarán con estas lluvias son las que se han sembrado temprano, durante la segunda quincena de octubre. Fueron los cultivos que más sufrieron el estrés hídrico, con gran pérdida de hojas y aborto en las flores.
El daño por la falta de agua durante su ciclo ya definió su resultado. En cuanto a las sojas de segunda que vienen de los trigos como antecesores, cuya superficie sembrada es inferior a la campaña pasada debido a que no tuvieron condiciones de humedad para su implantación, definirán su rendimiento con las lluvias de la segunda quincena de febrero y primeros días de marzo. Se esperan lograr rindes normales, de alrededor de 2500 kilos.
Las lluvias, si bien fueron oportunas, también fueron desparejas. Los campos de Pehuajó, 9 de Julio, Chivilcoy y Junín, entre otros, todavía están esperando una precipitación decisiva que se lleve la seca y reacomode la humedad de sus suelos. En el norte de Buenos Aires, a pesar de estas lluvias, las sojas no podrán recuperar todo su potencial y se estima que rindan menos de 20 quintales. Las sojas más afectadas se siguen ubicando en Entre Ríos y en el centro norte de Santa Fe.
Mientras, otras regiones, como el este cordobés (los departamentos de Marcos Juárez y Unión), fueron y siguen siendo bendecidas por las lluvias. Allí se esperan sojas que superen los 35 quintales.
Las expectativas económicas de los chacareros están puestas en la soja, que es la última oportunidad para salvar parte de lo invertido en esta campaña agrícola. Los rindes en trigo fueron de mediocres a malos. Promediaron 21 quintales por hectárea, contra los casi 29 quintales de la campaña anterior. La gran mayoría de los que sembraron trigo perdieron plata, alrededor de US$ 100 por hectárea, y seguramente volverán a perder con el maíz. Probablemente pierdan más de US$ 100 por hectárea con este cultivo.
El agua que comenzó a caer desde la semana pasada llegó justo a tiempo para salvar parte de lo puesto en juego en esta campaña: alrededor de US$ 9000 millones.
El daño que estaba produciendo la falta de agua en la soja quedó registrado ayer en la última estimación del Departamento de Agricultura de las Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). Corrigió fuertemente a la baja su cálculo anterior de 49,5 millones de toneladas y lo ubicó ahora en 43,8 millones. Lejos de las 46,2 millones de toneladas que se cosecharon el año pasado. Debe tenerse también en cuenta que esta menor producción ocurre con una mayor superficie sembrada, de casi 850.000 hectáreas.
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