Llena de barro, mojada y transpirando por el calor y los apretujones de la gente, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner caminó ayer por las calles de la golpeada ciudad de Tartagal y prometió la construcción de 500 viviendas como ayuda a quienes perdieron todo por el alud de barro del lunes último.
En medio de los problemas que vive Tartagal advirtió que por sobre el aluvión lo más importante "es la pobreza estructural" e insistió en la necesidad de "la redistribución de los ingresos".
En una recorrida en la que se hundió en el lodazal de la calle 20 de Febrero, donde no se cayó sólo porque fue sostenida por los custodios, se comprometió al envío de equipos técnicos del Ministerio de Desarrollo Social y de la Secretaría de Obras Públicas para evitar la reiteración de estos desastres, que ya ocurrieron en 1979, 1984, 1986 y 2006. Esa repetición de hechos y promesas provoca dudas en los pobladores sobre sí tendrán ahora una solución.
Ante la pregunta puntual sobre la paralización, por la falta del envío de fondos federales, de las obras de canalización del río Tartagal, por cuyo cauce se abatió sobre la ciudad el aluvión más grave del que se tenga recuerdo, la Presidenta se explayó en la explicación de técnicos sobre los trabajos que se habían realizado antes del alud.
A media tarde arribó el avión Tango 10 y de inmediato Cristina Kirchner realizó un sobrevuelo de la zona afectada en un helicóptero, acompañada por el gobernador Juan Manuel Urtubey y otros funcionarios. "Se ven los árboles y los cerros cortados a pico desde el aire", dijo la mandataria en un desordenado diálogo con periodistas.
Posteriormente, en una camioneta de la Gendarmería Nacional y escoltada por numerosos vehículos, Cristina Kirchner inició la recorrida desde el Regimiento de Infantería de Monte 28, elegido como punto de concentración en el oeste del casco urbano, uno de los sectores afectados por el alud, por el cual aún continúan en condición de desaparecidas dos mujeres, ya que las otras seis personas que eran buscadas se reencontraron ayer con sus familiares.
Frente al Puesto Número 1 del regimiento comenzaron a congregarse damnificados, curiosos y algunos punteros políticos que exigieron respuestas a los gritos: "¡Queremos ayuda, Cristina!"; "¡Estamos muertos de hambre!"; "¡Nos quedamos sin nada, perdimos todo!", fueron algunos de los reclamos ante el paso de la caravana presidencial.
En el barro
La Presidenta se puso de pie en la cabina hasta que se bajó cerca del puente colapsado en la avenida Packham, mientras continuaban los pedidos a viva voz para que fuera "a la zona más castigada, la zona más pobre", porque el trayecto armado aquí para ella reservaba sólo el paso por un sector de clase media y residencial.
La caminata se orientó, entonces, a una casa donde estaba el taller de chapa y pintura de Angel Anaquím, lugar en el que nada quedó en pie. Allí la Presidenta se hundió en un barro de unos 50 centímetros y por momentos tambaleó y debió ser sostenida. Luego cruzó a la otra vereda y entró en la casa de Gerardo Saracho. "Le mostré el desastre que hizo el alud, le conté a la Presidenta lo que vi, lo que viví en carne propia. Era el sálvese quien pueda", relató el vecino a LA NACION.
Luego ingresó en un taller y en la vivienda de Luis Garrasino, quien mostró sus dudas sobre la respuesta oficial que realmente tendrá ante su dramática situación: "Habrá que ver si hacen algo, también estaban [el gobernador] Urtubey y [el vicegobernador Andrés] Zottos, pero ya son muchas las veces que han prometido cosas y después no tuvimos nada".
Al regresar al cuartel del Ejército, la Presidenta vivió otra realidad cotidiana en Tartagal: no había energía y medio a oscuras se reunió con Urtubey, con el intendente Sergio Leavy y con funcionarios nacionales y provinciales. Antes de que pudiese abandonar la zona, Cristina Kirchner fue detenida por Daniel Briones, presidente del Centro Maderero, y Carlos Paredi, del Centro Empresario de Tartagal, quienes le expusieron el problema laboral que se plantea por la pérdida de su capital de trabajo. "Mi compromiso es con el pueblo", les dijo la Presidenta.
En su posterior diálogo con los periodistas anunció la construcción de 500 viviendas y advirtió que el problema no es tanto el alud, sino que haya quienes aún viven en taperas en el norte del país. No faltaron comentarios de lugareños que indicaron que hay muchas casas de buen nivel de construcción que fueron afectadas. Pero Cristina Kirchner especuló con que ahora "muchos que tienen van a aprovechar para pedir cosas", y enfatizó que lo que urge es ayudar a los que menos tienen.
Anoche, Tartagal seguía a oscuras.
Para los productores, el alud no se debió a los desmontes
Dicen que no se realizan en la zona y que se "demoniza" su actividad
Franco Varise
El alud en Tartagal que barrió con todo a su paso en apenas minutos reabrió el debate sobre los desmontes en el norte del país y sus consecuencias.
Mientras las organizaciones ambientalistas como Greenpeace denunciaron que los desmontes fueron la principal causa de este fenómeno natural, los productores agrícolas de la zona niegan que el avance de las áreas cultivables sea responsable de la catástrofe.
"Los desmontes en la zona de Tartagal están por debajo de la ciudad, con lo cual el desprendimiento del cerro no tiene nada que ver con la agricultura", explicó José María Macera, de la firma Desde El Sur, la mayor compañía agrícola de la zona.
"En el cerro no hay zonas cultivables y eso lo puede corroborar cualquiera; lo que ocurre es que se han demonizado sin ninguna base científica los desmontes como causa de las inundaciones y eso es totalmente erróneo", agregó el productor.
Desde las organizaciones ambientalistas señalaron que la falta de vegetación nativa en los montes aledaños a la ciudad propició que el caudal de agua corriera hacia abajo sin contención. En este contexto, también se refirieron a los desmontes como posible causa de las inundaciones el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y hasta el ex gobernador de Salta Juan Carlos Romero. De hecho, ayer trascendió que mañana la Presidenta reglamentará la ley de bosques sancionada el año pasado.
Según los últimos informes en el período 2007-2008 se desmontaron unas 138.000 hectáreas en la zona de Salta y el Chaco. Y en lo que va de la década se perdieron más de un millón de hectáreas de bosques nativos en el norte del país producto del avance de la frontera agrícola.
Las superficies desmontadas son destinadas a la producción de soja en su mayor parte y en menor medida al trigo y al poroto. En los últimos años terminó montándose un verdadero complejo productivo que dio vida económica a pueblos y ciudades de zonas marginales.
"Esto no se debe a los desmontes porque el aluvión se produce en la cuenca alta del río donde no hay producción", opinó el especialista Roberto Neumann, ingeniero agrónomo que trabajó durante 40 años en el INTA de Salta. "Lo lamentable es que después de los aluviones de 2006 no se tomó ninguna de las recomendaciones para conocer las causas de estos fenómenos. No existen todavía los datos de precipitaciones en la cuenca alta para saber cómo se produce el fenómeno", agregó el especialista.
"Todos creen y dicen que se debió al desmonte y es un error, porque en la alta cuenca no hay producción -siguió Neumann-. ¿Qué empresario va a meter una máquina en pendientes de entre 15 y 45 grados?"
Para el productor Macera, echarle la culpa al desmonte podría ocultar la falta de previsión. "Lo peor es que demonizan actividades que son la principal fuente de trabajo en la zona", dijo.
Otra vez se notó la falta de un plan de emergencia
La ayuda llega sin una efectiva coordinación
Daniel Gallo
Todos ponen el hombro. Se multiplican las manos que quieren ayudar. A puro voluntarismo, como siempre. El alud de lodo tapó Tartagal y, a la vez, dejó al descubierto las fallas estructurales del Estado para responder frente a situaciones límites. No hay planes de contigencia ni esquemas verticalizados de mando para maximizar esfuerzos solidarios.
Directivas oficiales para una evacuación y la contraorden inmediata evidenciaron ayer la carencia de un sistema de comando unificado. Una voz provincial, la del vicegobernador Andrés Zottos, lanzó el alerta para que los vecinos abandonasen las viviendas; una palabra municipal, la del intendente, Sergio Leavy, frenó la estampida de los asustados pobladores de Tartagal. En el medio, funcionarios nacionales establecen la asistencia a su criterio. En los desastres en la Argentina compiten la voluntad contra la organización.
Sin embargo, el Estado tiene en su organigrama las herramientas para actuar en estas especiales ocasiones. Existe el Sistema Federal de Emergencia (Sifem). Figura al menos en los papeles, porque esa red de contención nunca es empleada. Ni siquiera tienen reuniones periódicas.
Desde 2004, el decreto 1066 transfirió ese organismo al Ministerio del Interior. Claro que, por entonces, la cartera política tenía en sus manos también a las fuerzas de seguridad. Hoy el Sifem depende del Ministerio de Justicia y Seguridad. Pero a Tartagal fue primero el ministro del Interior, Florencio Randazzo, que nada tiene que ver ahora con ese sistema de emergencia. En cambio, el ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, se quedó en Buenos Aires, entreverado en el debate por el uso o no de una boleta electoral única, terreno natural de Randazzo.
Sin mandos
Sin una cadena de responsabilidades delineada claramente, funcionarios de cualquier nivel hicieron públicas sus palabras sobre la cantidad de damnificados y evacuados. No hubo coincidencias en voceros informales de importantes rangos. Dio la impresión de que nadie tenía una lista precisa varias horas después del desborde del río. El jefe de Gabinete, Sergio Massa, habló de muertos y fue desautorizado por empleados estatales de menor jerarquía.
Ante la ausencia del Sifem, el Ministerio de Desarrollo Social asumió de hecho el control de la ayuda a los habitantes de Tartagal. Con más ganas que estructura. La ministra Alicia Kirchner delegó en el lugar del problema el mando operativo a su mano derecha, Sergio Berni, un ex médico militar. Funcionarios de ese ministerio relataron a LA NACION que cuentan en varios puntos del país con depósitos con ayuda para emergencias. Los primeros camiones salieron anteayer desde Tucumán, bajo la mirada del secretario Carlos Castagneto.
La gente en la Capital, los gobiernos de Buenos Aires, Córdoba y Jujuy, enviaron también el apoyo que consideraron necesario. De nuevo, con entusiasmo, sin un patrón lógico de asistencia por la falta de una línea de órdenes. La ministra de Defensa, Nilda Garré, monitorea en persona el trabajo del personal del Ejército, presente desde el mismo momento del alud. Ayudan al ver la necesidad, porque los militares y su gigantesca estructura logística no recibieron pedidos de apoyo organizado.
Entre tantos males, aparecieron los cascos blancos, que dependen de la Cancillería desde que los inventó Carlos Menem y que tendrían especialistas en catástrofes. Tres personas fueron enviadas a Tartagal, un número irrelevante para un organismo con casi nueve millones de pesos de presupuesto, la mitad de ese dinero destinado a sueldos.
Improvisación y suerte es la fórmula para solucionar un conflicto.
Pánico por una falsa alarma de aluvión
Escenas de pánico, pobladores que salían a la calle con algunas pertenencias, autos que circulaban en busca de resguardo y hasta personas que se descompusieron fue el resultado, pasado el mediodía, de la falsa alarma sobre un nuevo alud.
El tema adquirió ribetes políticos, porque algunos lo atribuyeron al objetivo de afectar la visita presidencial y no faltaron quienes lo relacionaron con el paro policial, que concluyó anteanoche, luego de la intervención directa del gobernador Juan Manuel Urtubey y del ministro del Interior, Florencio Randazzo.
Las especulaciones apuntaron a las diferencias de Urtubey con su vicegobernador, Andrés Zottos, y de éste con el intendente de Tartagal, Sergio Leavy, al punto que las declaraciones de estos dos funcionarios aparecieron en los medios como enfrentadas, aunque ambos posteriormente coincidieron en lo esencial: fue una falsa alarma.
El periodista local Fabián Cimadevilla dijo que el alerta habría surgido del servicio 911 ante un llamado que daba cuenta que el río estaba creciendo otra vez. Esa novedad se comunicó a Defensa Civil y sin una comprobación fehaciente se activó la alarma de bomberos, que fue potenciada por las numerosas radios y canales de televisión que esperaban la llegada de la presidenta Cristina Kirchner. El alerta conmocionó a los cerca de 80.000 habitantes.
Respuestas políticas
En diálogo con LA NACION, Zottos rechazó de plano diferencias políticas: "Lo que pasó es que nosotros estábamos en el centro y sonó la sirena y comenzó a correr la gente, desesperada, entonces fuimos al puente del río Tartagal y por los medios avisamos que no había ningún peligro de otro alud", porque hay controles aguas arriba que no avisaron nada. Señaló que pidió "una investigación profunda porque no se puede jugar con la gente".
Por otra parte, la Secretaría de Defensa Civil informó que aparecieron sin problemas físicos 6 personas que figuraban como desaparecidas. En esa dependencia se agregó que resta encontrar a Rosa Rivero Alfaro y a su hija Modesta Rivero que, según testimonios de vecinos recogidos por el portal local VideoTar Noticias, fueron arrastradas por el alud de su precaria vivienda. Hasta anoche, más de medio millar de personas continuaba en centros de evacuados.
Solidaridad con los afectados
La Casa de Salta, la Red Solidaria y Caritas reciben muchas donaciones
Con motivo del desastre natural ocurrido en Tartagal, la solidaridad de los porteños se puso de manifiesto. Así lo comprobó LA NACION en una recorrida por los centros donde se reciben donaciones para ayudar a los damnificados.
Una multitud se agolpaba en la Casa de Salta, en Diagonal Norte 933, para brindar todo tipo de colaboración. Se necesitan alimentos no perecederos, frazadas, medicamentos, ropa, pañales, colchones, todo tipo de calzado y toallas femeninas, entre otras cosas.
En la parroquia Santo Tomás Moro, situada en Urquiza 1460, en el partido de Vicente López, se vivía un ambiente de pura efusividad. "Me emociona la solidaridad de los argentinos. Este es uno de los momentos más conmovedores que vive el país", destacó Juan Carr, el titular de la Red Solidaria.
También Caritas Argentina abrió una cuenta corriente en el Banco Nación: N° 35869/51. CBU 01105995-20000035869519. CUIT 30-51731290-4.
La Rural realizará hoy, a las 21, una función especial a beneficio, en el contexto de su espectáculo tradicional Opera Pampa. Allí, en la avenida Sarmiento 2704, se recibirán donaciones desde las 8 hasta las 20.
En la sede de la AMIA, situada en Pasteur 633, reciben ayuda humanitaria, de 10 a 18.
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