“Esto es impresionante”, dijo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ni bien pisó Tartagal. Fue ayer por la tarde, cuando llegó a la localidad del norte de Salta para comprobar en primera persona los daños ocasionados por el furioso alud de agua y barro que se desató el domingo. La jefa de Estado fue escoltada por el ministro del Interior, Florencio Randazzo, la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, el gobernador local, Juan Manuel Urtubey, y el intendente Jorge Leavi, además de gendarmes, policías y vecinos, que la llevaron a sobrevolar la región en helicóptero y después en camionetas para ver de cerca las casas arrasadas por el lodo.
En todo momento, sin embargo, evitó pronunciarse sobre la tala indiscriminada de árboles, un factor que científicos, ambientalistas y políticos opositores señalan como la primera causa de la catástrofe.
La Policía logró localizar a seis de los ocho desaparecidos y los pobladores de Tartagal se preparaban para un nuevo frente de tormenta anunciado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y a recibir la ayuda que llegó para 600 evacuados alojados en tres escuelas y edificios de Gendarmería Nacional, Cáritas y el Círculo Argentino.
De camisa celeste y pantalón de vestir oscuro, Cristina Fernández llegó al aeropuerto de General Mosconi después de las cuatro, se subió a un helicóptero para recorrer la zona y arremetió contra la prensa en medio de su recorrida por calles y casas de la ciudad devastada. Fue en un hueco de su agenda, pocas horas después de arribar de su primera visita oficial a España: “Le pido a la gente de la prensa que en medio de esta tragedia me dejen pasar para ver”, dijo, y se animó a calmar a una anciana que se le acercó llorando: “Doctora, se viene el alud, vamos a salir de acá, me dijo, pero yo le dije que no, quédate tranquila que no se va a venir ningún alud”. Más tarde, se reunió con funcionarios para supervisar la ayuda aunque un chaparrón la dejó con el maquillaje corrido y el pelo desaliñado. “Caminé por las calles, me metí en las casas, además me agarró un terrible aguacero, pero a mí me gusta mucho la lluvia”, dijo.
“Hay que decirlo con todas las letras porque el que crea que acá solamente se está así porque vino un alud, el alud lo que hizo fue complicar una situación de pobreza estructural. Me decía el intendente que acá se producen 23 millones cúbicos de gas y gente acá no está conectada a la red de gas y tiene que irse a veces hasta otro lugar a buscar una garrafa”. Más adelante, insistió: “Mientras unos tengan todo y el resto nada van seguir pasando estas cosas. Hay muchos ‘Tartagales’ en Argentina, demasiados para mi gusto. La verdadera tragedia es la pobreza estructural”. La Presidenta avaló de esa manera las declaraciones de sus ministros, que desvinculaban la tala indiscriminada de árboles con la catástrofe del barro y sólo pensó en “retirar todo lo más posible todas las casas que están cerca de los cauces”.
Crítica de la Argentina publicó ayer opiniones de ambientalistas que refutaron las declaraciones de los funcionarios K sobre que la tragedia “no podría haberse evitado”. Los especialistas sostienen que el desmonte fue la principal causa del alud de lodo. El dirigente de Proyecto Sur, Fernando “Pino” Solanas, opinó: “Las grandes inundaciones, avalanchas y aludes en Tartagal son consecuencia de los desmontes realizados por las petroleras y por los nuevos latifundistas en las sierras de San Pedrito”. Las declaraciones de Solanas no cayeron en saco roto: el senador Juan Carlos Romero –que como gobernador habilitó normas que permitieron la tala indiscriminada de bosques en la provincia– anunció que ahora presentará un proyecto de ley para que se declare la emergencia social y económica por 180 días en la zona y se prohíba “de manera definitiva” los desmontes.
La policía logró dar con seis de las ocho desaparecidos: tres chicos y una anciana fueron encontrados en centros de refugiados. Los equipos ahora buscan río abajo a dos ancianas, Rosa Rivero Alfaro y Modesta Rivero, que sus familiares vieron por última vez cuando eran arrastradas por el barro. La subcomisaria Alejandra Lobos, de la policía local, detalló que los evacuados llegan a 602. El pronóstico del SMN auguraba un panorama poco alentador: anoche regía otro alerta por “fuertes lluvias”, justo cuando 17 camiones partieron de Buenos Aires para ayudar a los damnificados.
La gente temió por un nuevo alud
¡Se viene el barro, se viene el barro!”, gritaron los pobladores de Tartagal ayer por la tarde y corrieron, hasta quedar sin aire, por las calles del pueblo devastado. Fue poco antes de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner llegara a la zona. El pánico lo desató la sirena del cuartel de bomberos, que a las 14.30 comenzó a sonar estridentemente alertando a los habitantes a que abandonen la ciudad frente al desborde del río que finalmente nunca se produjo.
La falsa alarma la dio Aguas de Salta, la empresa prestataria del servicio en la provincia, y la recogió Defensa Civil, que lanzó la orden de evacuación. Fueron minutos de desesperación y de terror. Los pobladores del centro comenzaron a correr hacia la ruta 34, las familias con casas cercanas al cauce del río se subieron a los techos porque se pensaban sin tiempo para escapar. “Fue para que Cristina no llegara”, disparó el intendente, Jorge Leavi. “Es lamentable porque nadie se hizo cargo de lo que sucedió”, dijo el ministro del Interior, Florencio Randazzo. |
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