Para los habitantes del planeta Tierra y particularmente de nuestro país, la escasez de agua potable se traduce en un problema social, económico y político. En este asunto tienen que ver las políticas sociales y de gestión económica y política que ejecutan los gobiernos de países desarrollados como Japón, Estados Unidos y otros en vías de desarrollo, como Bolivia.
Al respecto, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hace falta una inversión de 11.300 millones de dólares al año para lograr que se reduzca a la mitad el número de personas que no tienen acceso al agua potable, de acuerdo con los objetivos planteados en proyección para el año 2015. Ana Núñez, en un documento valioso, plantea la importancia del consumo del agua, afirmando que es un derecho universal, que no es posible entender, si se habla de justicia social, cuando un norteamericano consume 400 litros de agua por día, comparado con un africano que consume la misma cantidad en un mes. Expresa que el precio del agua aumentará por la inequitativa distribución de la misma, vaticinando que la próxima guerra mundial tendrá como causa la escasez de agua, situación que nos debe llamar poderosamente la atención.
A ello se suma el cambio climático, el calentamiento global que derrite las fuentes naturales. Esta situación catastrófica se advierte ya en La Paz y otros departamentos de Bolivia como consecuencia de estos cambios atmosféricos. Es preocupante observar a través de imágenes que reportan los medios de comunicación visual y radial cómo los cerros, entre ellos Chacaltaya, muestran un panorama desolador porque no tienen el manto blanco que otrora se mostraba agradable a los ojos del buen observador, que casi ha desaparecido. Las represas de Incachaca y Hampaturi ya no tienen un nivel óptimo de concentración de agua, al contrario de lo que esperaban los expertos en esta materia. Según el Ministerio del Agua las represas se encuentran en su momento más crítico. El sentido común nos dice que los glaciares son considerados represas naturales, pero debido al calentamiento global se están derritiendo y eso genera menor disponibilidad de agua. Si no tomamos conciencia los bolivianos de esta problemática social que se avecina, nos veremos envueltos en serios problemas de sobrevivencia humana.
Llama la atención lo que ocurre con la Represa de Hampaturi, ubicada detrás de la zona de Pampahasi, donde se observa un gran espacio de tierra por donde corren pequeños caudales de agua y para que llegue a su nivel de rebalse le falta 8 metros de altura, para tener plena capacidad de abastecimiento a varias regiones circundantes. Esta situación podría conducir a EPSAS al racionamiento de agua, lo que provocará manifestaciones de protesta del ciudadano que tiene que pagar religiosamente facturas mensuales por el suministro de agua potable.
Considero que en los feriados de Carnaval, que ya empezó por los anuncios publicitarios, las autoridades deben tomar cartas en el asunto, prohibiendo el consumo excesivo de este líquido elemento. Los colegios, universidades y centros recreativos en estos días deben ser espacios de convivencia social y familiar, dejando de lado el uso indiscriminado y abusivo del agua. La Alcaldía paceña mediante ordenanza municipal Nº 045/2009 prohibió el juego con agua y productos químicos que perjudican el normal desenvolvimiento de las actividades comerciales e interfieren la normal circulación de peatones. Esperemos que la Guardia Municipal y la Policía Nacional de Bolivia, hagan cumplir esta Ordenanza Municipal, no sólo sea en el centro de las ciudades o capitales sino también en la ciudad de El Alto y barrios periféricos.
Amigos lectores, no perdamos las esperanzas de cambiar el futuro a nuestro favor y para beneficio de las generaciones de niños y jóvenes. Como recomendación cerremos el grifo cuando nos lavamos los dientes y nos afeitamos, cuidando las gotas que se derraman, que nos pueden salvar la vida, pues este problema no sólo involucra a la gente de la calle, sino también al Gobierno Central y la sociedad en su conjunto.
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