Desde hace siete años, un gigantesco vivero que se levanta a la vera de la ruta 12, a unos 300 metros de la de la empresa Don Casimiro, se encarga de proveer el servicio de agua a vecinos de barrios que no poseen red domiciliaria para abastecerse.
Gracias a su perforación en segunda napa y la cercanía con el río Paraná, esta empresa totalmente legal, amparada por la comuna de Garupá, lleva el vital líquido a quien se lo solicita y tiene dos vías para cobrar por el servicio: si el asentamiento es muy humilde y no puede hacerse cargo, lo abona la Municipalidad; pero si el vecino se puede costear la provisión, será él quien lo pague.
Esto ocurre en varios lugares de Garupá, pero se hizo conocido tras el pedido de urgente solución de los vecinos del denominado Santa Elena Viejo, situado en aledaños a la yerbatera Cruz de Malta, cuando esta empresa no pudo brindarles más agua de la perforación que poseía, ya que se secó.
La gente explicó que sólo falta la conexión de la red a sus domicilios, pero que mientras tanto agradecen que este elemento fundamental les sea provisto por el vivero que regentea una familia japonesa.
El secretario de gobierno de Garupá, José Luis Peralta admitió y confirmó el accionar de esta empresa, que -según los vecinos- cobra 70 pesos los 5 mil litros de agua.
“Es agua muy segura, de perforación, ellos (la familia japonesa) hace siete meses que nos proveen en los barrios que no tienen red domiciliaria”, especificó Peralta.
Tal es la llegada, que dos escuelas de Garupá tienen agua gracias a este emprendimiento y que la misma comuna se abastece de allí, cuando se corta el servicio que presta Samsa S.A.
Un problema de 9 años
Los vecinos de Santa Elena Viejo esperan de una buena vez acceder a la red domiciliaria, cuentan que la anterior gestión de Armando Ripoll hizo las conexiones domiciliarias de tres de las seis manzanas que se abren a la vera de Cruz Malta. Años más tarde su sucesor, Daniel Roa, gestionó con la yerbatera la provisión y en el actual mandato de Ripoll se terminaron los trabajos en las manzanas restantes.
Sólo falta la conexión a la red y para esto, Peralta explicó que faltarían realizar las pruebas hidráulicas, verificar como responden las cañerías a la alta presión.
Ahora piden que saquen medidor
Hace diez días, una parte de los vecinos que viven en el barrio Belén cortaron la avenida 147 de Itaembé Miní solicitando que Samsa instale un medidor comunitario, que todos iban a colaborar en abonar la factura de consumo.
Inmediatamente la prestataria concurrió al lugar, instaló el medidor, a nombre de Carlos Irala. La buena nueva es que ahora pide que se saque el aparato, ya que sus vecinos dicen que no van a pagar el consumo.
Son dos las realidades que se viven en el asentamiento Belén. Por un lado, esta franja de habitantes, que se proveen de esta forma y por el otro, están aquellos que tienen red y que se abastecen de un tanque que se llena desde una perforación.
El problema que se presenta aquí es que la factura de Emsa, que les está llegando por el funcionamiento de las bombas, es cercana a los 600 pesos y se les hace cuesta arriba poder abonarla.
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