El 2009 será el primer año "no positivo" en mucho tiempo para el campo, luego de una extensa racha de fuerte crecimiento. Más bien, la campaña pinta negativa por todos los costados, para los productores, las industrias que dependen de ellos y la economía en general.
De acuerdo con diferentes estimaciones, serán entre 12.000 y 13.000 los millones de dólares que dejarán de circular este año en comparación con 2008. Cuatro factores confluyeron para definir un contexto radicalmente diferente al de apenas un año atrás. En orden de llegada:
- El conflicto rural.
- La caída de los precios.
- La merma de negocios por la crisis internacional.
- Finalmente, la sequía, una de las más severas de las que se tenga memoria. Nadie, doce meses atrás, podía llegar a imaginar semejante saga. La bonanza que se respiraba entonces volvió a ser sólo una vieja serie televisiva.
No existe, salvo en algún despacho del Gobierno donde se mira la realidad con lupa deformada, una estimación sobre la cosecha 2008/09 que no refleje una fuerte caída de la producción de cereales y oleaginosas, el principal motivo de la caída de los ingresos del sector.
Hasta el relevamiento de cultivos que elaboran semana a semana los técnicos de la Secretaría de Agricultura, desparramados por todo el país, dejó de ser publicado en febrero debido al cúmulo de malas noticias que ofrecía. Las lluvias de los últimos días permitieron una leve recuperación de la soja. Pero la suerte ya está jugada para el resto de los cultivos. Y fue mala.
No hay número definitivo: todavía deben cosecharse el maíz, el girasol y la soja. Pero todos los pronósticos se ubican muy lejos de los casi 95 millones de toneladas recolectadas en el ciclo 2007/08. Los más pesimistas, generalmente los técnicos de las entidades rurales, hablan de una caída de hasta 30 millones de toneladas.
No difieren mucho de los optimistas, pues nadie se juega a que la cosecha llegue a 80 millones. Esta semana, hasta el conservador Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA) debió corregir de manera brutal, y a la baja, su estimación sobre la cosecha argentina. Le quitó, respecto de enero, la friolera de 10 millones de toneladas.
En un punto intermedio en los pronósticos, el consultor Gustavo López, de Agritrend, calcula que la cosecha será de unas 74 millones de toneladas. Según este previsión, la soja volverá a derrotar las pretensiones "desojizantes" del Gobierno y aportará 56% de ese volumen, unas 42 millones de toneladas.
Los cereales, en caída libre, tendrán su participación más baja de toda la historia en la ecuación agrícola: se levantaron 8,5 millones de toneladas de trigo (la peor cosecha desde 1972) y vienen en camino magros 13 millones de toneladas de maíz, un 40% menos que el año anterior. La cosecha global, así, será la más baja desde el ciclo 2003/04. Y la de peor composición.
El fuerte bajón productivo fue provocado por dos situaciones. Por un lado, una caída del área sembrada de casi el 10% (desde el área récord de 32 millones a poco más de 29 millones de hectáreas), debido primero a la falta de expectativas de los productores (que comenzaron la fajina en plena pelea con el Gobierno y ante una fuerte baja de las cotizaciones) y luego a la sequía, que impidió ocupar con soja casi 1 millón de hectáreas.
Luego, la falta de lluvias en tiempo y forma provocó un crack en los rendimientos de los cultivos, que en algunas zonas cayeron a más de la mitad. El maíz, que aporta mucho volumen en menor cantidad de hectáreas, fue el más perjudicado.
Adicionalmente, esta ha sido la campaña con menor aplicación de tecnología de al menos los últimos diez años. La fertilización ha sido el rubro más castigado.
Sin perspectivas de ganancias, los chacareros redujeron en 1,5 millones de toneladas la aplicación de nutrientes necesarios para cuidar los suelos e incrementar su productividad. La caída en este rubro fue de casi 40%.
Los proveedores de insumos, también semillas y agroquímicos, fueron los primeros en sentir el cimbronazo. Agritrend va más allá de la estimación de cosecha. Con los precios promedio esperados por el mercado internacional (y que nadie espera suban en el corto plazo), López calculó también cuánta plata dejará de ingresar al país este año en relación al ciclo agrícola anterior.
Así, si por la cosecha récord la Argentina pudo embolsar algo así como 33.100 millones de dólares FOB (valor de exportación), este año sus ingresos serían de 19.200 millones. Es decir que las divisas liquidadas por el sector exportador caerían 41% de un ejercicio a otro. En plata son 13.900 millones de dólares.
El Estado, debido a este fuerte ajuste, verá caer su tan cuestionada recaudación por derechos de exportación. Por las retenciones, recaudaría en 2009 unos 5.950 millones de dólares, unos 3.770 millones de menos respecto de los 9.720 millones que pudo embolsar cuando el agro andaba viento en popa.
Esto resentirá, sin duda, las cuentas fiscales en un año clave, no sólo por la dura disputa electoral sino también por los claros síntomas de retracción de la economía. Pero el gran peso del ajuste recaerá sobre los productores y sus empresas proveedoras, y de allí que se mantenga con tantos bríos la protesta sectorial y el debate sobre el nivel de las retenciones.
Un trabajo de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), en base a los precios FAS (al productor) esperados en 2009, asegura que los chacareros cobrarán por su cosecha 12.660 millones de dólares, unos 10.086 millones menos de los que pudieron obtener por los granos del ciclo 2007/08. En este caso, el recorte de ingresos llegaría al 44%.
El trabajo encarado por el vicepresidente de la entidad rural, Néstor Roulet, agrega las pérdidas que sufrirán también la producción de carne y leche, debido a la sequía y la intervención oficial en dichos mercados, y concluye que la merma de ingresos total será de 12.500 millones de dólares, el equivalente a 43.800 millones de pesos.
"La merma equivale a 43.000 cosechadoras, 140.000 tractores, 350.000 camionetas 4x4, 150 millones de rollos de alambre o el sueldo anual de 1.200.000 empleados de comercio", calculó Roulet. Acaso sin quererlo, enumeró muchos sectores industriales y de servicios que sufrirán con menores ventas las consecuencias del nuevo escenario agrícola. Por cierto, las fábricas de maquinaria agrícola ya dicen estar en emergencia: no venden un equipo desde hace meses.
El equipo económico de AACREA aporta otros datos preocupantes sobre las víctimas del ajuste agrícola. En base a dos escenarios posibles de cosecha (uno optimista de 71 millones y otro pesimista de 62,5 millones), calculó cuántos viajes de menos deberán hacer este año los transportistas de cereales. En el primer caso, habrá este año 938.507 viajes menos de camión de los campos a los acopios y de allí a los puertos. En el caso del peor escenario, la cantidad de fletes caería en 1.253.000. Este mismo cálculo corre para la cadena de comercialización, que participa con 3,5% de la facturación bruta del sector; los contratistas, que cobran 7% de los granos que cosechan.
"El menor ingreso incide en forma directa en la actividad económica de todos los sectores del país, con mayor impacto en los pueblos y ciudades del interior productivo", señaló Roulet, tratando de dejar muy en claro que la suerte de los productores es, en buena medida, la suerte de muchos otros argentinos. Y este año no hubo suerte. |
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