En una campaña enrarecida por los eventos de sequía, las reservas de los perfiles mostraron fuertes recargas. Las lluvias, como venimos comentando, frenan la caída de rendimientos de la soja, pero deberá considerarse la evolución de los cultivos para interpretar los cambios o mejoras que indudablemente ocurrirán.
En esta campaña la siembra de soja de primera quedó interrumpida "a medio camino" por la sequía. Una parte importante fue implantada junto con la soja de segunda por lo que, a priori, presenta menor potencial de rendimiento. Además, fue un año marcado por fuertes ataques de plagas y dificultades al aplicar tratamientos de control. Considerando esto, en una descripción de trazo grueso, podrían señalarse tres situaciones diferentes de acuerdo a las zonas.
En la provincia de Córdoba, la campaña no presentó períodos prolongados de estrés, los cultivos se observan en muy buen estado, y se esperan rindes normales en general, con algunas áreas puntuales por sobre los rendimientos medios.
Hacia la porción de Santa Fe, en cambio, la sequía golpeó muy fuertemente a los cultivos. Las lluvias llegaron tarde para aquellos lotes sembrados más temprano, y se estiman pérdidas del 15% al 35%. Los cultivos sembrados en fechas de segunda se mostraban estresados, pero seguirán desarrollando nudos y vainas y cuentan con adecuadas reservas de humedad, por lo que se esperan buenos rendimientos.
Por último, el área incluida en la provincia de Buenos Aires actualmente muestra un predominio de reservas escasas y sequía. Hacia el norte se presenta una estrecha franja donde las condiciones son más favorables pero, a medida que se avanza hacia el sur, se observa un fuerte deterioro y alta dependencia de lluvias. En las zonas más afectadas, nadie se anima a ponerle un límite a la caída de rindes, ya que se teme que, de no llover, comiencen a secarse "literalmente" los sembrados.
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