En Bruselas, el 12 y 13 de febrero se realizó en el Parlamento Europeo la Conferencia Internacional "Paz con el Agua", donde se debatió puntualmente el primer protocolo mundial del agua. Se planteó un acuerdo iniciario internacional para abordar la problemática del agua. Este acontecimiento constituye un hecho de trascendencia histórica, a la altura de los grandes acontecimientos medioambientales de nuestra época. El agua se encuentra por distintas causales y consecuencias en grave situación. El antropocentrismo y el injusto consumismo devastador (de unos pocos que consumen muchísimo frente a una inmensidad de ciudadanos que no tienen ni agua ni comida) han deteriorado la masa acuática para todos los seres vivos del planeta. La crisis del agua tiene sus orígenes en complejos factores, que van desde los cambios climáticos hasta la irresponsabilidad de los estados, todo ello atravesado por la asimetría del norte desarrollado y nuestro sur subdesarrollado. Podemos ver que en todos los casos el deterioro ambiental hídrico se debe a la actividad del hombre. Ya sea por los Estados, las corporaciones económicas o los hábitos culturales de las sociedades. Se trata de un problema sistémico que tiene al hombre como exclusivo protagonista. Tenemos que deconstruir lo naturalizado, para que se haga visible la gravedad de la escasez y de la injusta distribución del acceso al agua. ¿Es natural que 1.100 millones de personas no accedan al agua potable y 2.100 millones no puedan tener servicios sanitarios? ¿Y que mueran 4.000 niños por día en el mundo por no tener acceso? Esta tenebrosa contabilidad no termina, y nos va a marcar que serán dos millones de personas las que mueran por año, por distintas enfermedades vinculadas al agua en mal estado. Este elemento vital e insustituible, transparenta la injusticia social sistémica, tanto dentro de los Estados como en la comunidad de naciones. Lo podemos observar en la Argentina, donde cerca de 8 millones de personas no tienen acceso y más de 20 millones no tienen servicios sanitarios; palmariamente todos estos guarismos caen sobre las espaldas de los más pobres. En Santa Fe, más de un millón de personas no tienen acceso integral al agua, y va de suyo que los que más lo padecen son los excluidos. Despojados por un sistema de un recurso dado por la naturaleza. Es el hombre el que se la niega a otro hombre. La inequidad social se refleja también en el panorama internacional. Los países del norte tienen cerca de un 90 por ciento de cobertura de agua y servicios sanitarios para su población. Mientras que en el sur, rico en recursos hídricos, nos revela que en América latina y el Caribe más de 76 millones de personas no acceden al agua potable y más de 241 millones no tienen servicios sanitarios. Reiteramos, hay diversos factores concatenados y concomitantes que hacen al fenómeno de la escasez del agua potable, pero existen dos constantes que corresponden señalar y que son: la falta de inversión suficiente de los estados subdesarrollados y que los que más padecen estas patologías sociales son los pobres. El sur rico en agua dulce, es pobre en acceso poblacional a su consumo. Habitado por millones de personas que no pueden llegar al agua potable por falta de inversiones económicas que debería hacer el Estado. Por ejemplo, el Acuífero Guaraní podría dar agua a 720 millones personas (casi toda la población de América); sin embargo, muchos actualmente no acceden a ella. La situación es muy preocupante, el presente no es alentador y el futuro lo es menos, el agua debe ser recuperada por un acuerdo mundial, para salvarla y para salvarnos. Se pronostica que para el 2030, por crecimiento demográfico y por factores del cambio climático, será mayor la escasez de agua dulce. Se requiere un Acuerdo Mundial del Agua, un Protocolo entre los países, para que en tal sentido se construya un derecho internacional público del agua, que podría establecer un conjunto de criterios para protegerla, que podríamos enumerar, siguiendo el debate del Protocolo Mundial de Bruselas en : I) El agua es un bien común universal, humano y de la naturaleza. II) Es asimismo un bien dador de vida y como tal debe estar al alcance de todos los hombres y seres vivos. III) La cuestión del agua se debe abordar con un criterio de cooperación y colaboración pacífica entre los países y entre los hombres. IV) El principio de responsabilidad principal de los Estados nacionales; esto es, de gestionar y de garantizar el acceso a sus ciudadanos. Y así se debe expresar como derecho humano en sus respectivas Constituciones nacionales. Siendo el control ciudadano la base de consolidación de estas directrices, al igual que el cupo etario juvenil. Por último, como propuesta al protocolo es importante connotar el principio de solidaridad integral, es decir la solidaridad que debería tener el norte con el sur , para evitar que nosotros, los países periféricos, terminemos custodiando exclusivamente los bienes hídricos de nuestras regiones, para los intereses y necesidades singulares de los países centrales. El agua es de todos, pero la solidaridad integral también es para todos.
(*) Director profesor de la Cátedra Libre del Agua Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales Universidad Nacional de Rosario. Disertante en la Conferencia Internacional Paz con el Agua
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