EN NUESTRA edición de ayer, un cable procedente de Italia informaba que aproximadamente 2.000 millones de personas carecerán de agua potable en el año 2050, en tanto que dos tercios de la población mundial deberá soportar una situación de grave escasez. Las predicciones fueron formuladas por los expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuya sede central se encuentra en Roma.
NO SE trata, por cierto, de la primera advertencia relacionada con los problemas de provisión de agua a una elevada proporción de los habitantes de la Tierra. Existen países y regiones donde la escasez del líquido está causando estragos, particularmente entre la población infantil, con derivaciones tales como la diarrea y la propia muerte. Apelaciones se han formulado en incontables oportunidades desde organismos como el mencionado e instituciones preocupadas por la salud. Sin embargo, los resultados conseguidos hasta el momento no se aproximan siquiera a lo satisfactorio.
UNO DE los funcionarios especializados de la FAO señaló que hasta el año 2030, el crecimiento de la demanda duplicará al índice de aumento de la población. De ahí que uno de los aspectos fundamentales a encarar --agregó-- sea el de conseguir una administración responsable y eficiente y justa de los recursos hídricos disponibles. Afortunadamente, existen algunas formas para aproximarse a tales objetivos, como técnicas más productivas en agricultura, actividad que incide en el 70 por ciento sobre el total de agua extraída de los acuíferos, reciclaje, desalación y consumos superfluos.
EN ESTE orden, el panorama mundial es francamente apremiante, según se desprende de aquellas cifras proporcionadas por la FAO. El problema no se limita a las naciones que sufren escasez, con todas sus implicancias, sino que también debe ser afrontado en países donde los recursos --salvo algunas áreas determinadas-- son suficientes para responder a las necesidades del consumo humano y de las diversas tareas productivas. Pero, en este caso, debe apelarse una vez más al uso metódico y responsable del elemento, como una forma de preservarlo. Recientemente, se ha insistido en el elevado consumo que hacemos los bahienses del agua que nos llega por la red de distribución: alrededor de 600 litros diarios por habitante, muy por encima de la media aconsejada. Por lo tanto, la moderación debe prevalecer por encima de cualquier despilfarro, ya que las consecuencias siempre terminan pagándose.
MIENTRAS tanto, unas 250 familias de uno de los barrios donde el vecindario ha luchado denodadamente para conseguir el agua corriente acaban de asistir, con la lógica satisfacción, a la puesta en marcha del servicio. Su calidad de vida, por lo tanto, mejorará a partir de ahora. Quedarán atrás difíciles jornadas en las que todo estaba pendiente de la llegada del camión proveedor. Con seguridad, aquellos pobladores, que no dejaron de trabajar una sola jornada hasta conseguir este beneficio esencial, sabrán valorar la trascendencia del agua potable y harán de ella un uso responsable, como corresponde.
Villa Aeropuerto, luego de larga lucha, ha conseguido hacer realidad la provisión de agua potable, un elemento que merece ser utilizado con responsabilidad.
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