La Justicia del Crimen investiga un curioso enfrentamiento entre familias del barrio Gorrini Ampliación, cuyo capítulo de mayor rispidez hizo eclosión días atrás, ya que ante la falta de pago -fijado supuestamente en $ 100- uno de los vecinos habría tomado una pala y cortado una manguera que abastecía de agua potable a otras dos familias.
El incidente estalló el domingo 1 de marzo en calle 6 de
Septiembre sin número. Lo protagonizó el policía Sabino Cejas, afectado a la Seccional 14ª, hoy en disputa con las vecinas Claudia Mabel Ahumada, de 30 años, y Aurora Liliana Roldán, de 22, todos con residencia en el barrio Gorrini Ampliación.
Del informe confeccionado por el oficial ayudante José Aballay, girado a la Unidad Regional Nº 2, y luego ratificado por las denunciantes, se desprende una historia edificada en versiones contrapuestas y algo de incipiente enemistad.
Ahumada reside hace dos años en su vivienda junto a sus tres hijos y su esposo, José Villarreal. En tanto, la vecina inmediata es Roldán, quien desee octubre del 2008 ocupa una habitación, acompañada por un pequeño hijo y su esposo, Hugo Villarreal.
Hasta el domingo pasado, la primera recibía agua desde una propiedad ubicada enfrente, vendida hace pocos meses, pero aún sin ocupantes.
¿Cómo se proveía de agua? Entre ambos domicilios se encontraba una manguera, perfectamente disimulada y enterrada por debajo de la calle de tierra.
“Yo hice la conexión”
Junto a la propiedad que carece de ocupante vive Sabino Cejas. “Yo adquirí la propiedad y tengo derechos sobre ella. Así lo saben todos los vecinos. Gasté e hice la conexión de agua”, afirmó ayer a EL LIBERAL el propio Cejas.
“Ese señor, el domingo llamó a su casa a mi esposo”, refutó Ahumada. “En su casa le dijo: Ustedes están hace dos años y no pagan nada. O me dan $ 100, o se quedan sin agua”, habría sido la vedada advertencia del efectivo, según Ahumada.
Ante la negativa económica, “Cejas tomó una pala y me cortó la manguera. Por eso fuimos a denunciarlo porque todo aquí es clandestino. Nadie puede cortarnos el agua”.
Ahumada está convencida en que los únicos que tienen algo de derechos son los anteriores dueños de la propiedad en que reside Cejas. “El caño madre de toda la conexión clandestina está a dos cuadras de aquí”, continúa. “En la esquina de Pedro Lami y 6 de Septiembre. Hay cinco o seis vecinos que también reciben agua de Cejas”.
Las mujeres aseguran que a su vez, ese caño se alimenta del agua que pasa por las calles del complejo habitacional, cuyo auge debe retrotraerse a la década del 90, tiempo en que el sector más populoso realizó diversos loteos; apeló a conexiones provisorias-clandestinas de agua, esas que hoy devienen en conflicto. ?
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