El canal paraguayo funciona sin inconvenientes. Recientes lluvias en Bolivia aumentaron el caudal, lo que permitirá un alivio en medio de la fuerte sequía que afecta a la zona del Pilcomayo.
La Comisión Nacional del Pilcomayo puede sentirse satisfecha por el funcionamiento del canal paraguayo; por primera vez en 10 años, el conducto que permite el ingreso de aguas del río funciona con aguas bajas y medias.
Administraciones anteriores trabajaron para captar las aguas de crecida del Pilcomayo, que vienen entre los meses de diciembre y marzo, descuidando los caudales de los meses de otoño e invierno.
En el verano se trabajó para ampliar 12 metros la boca del canal, alcanzando una dimensión cercana a 60 metros; lo mismo sucedió con la profundidad, que ahora tiene cuatro metros más.
Las curvas que disminuían la velocidad del río se recortaron, lo que permitió ganar velocidad de escurrimiento y los puntos críticos a lo largo de 40 kilómetros de canal también fueron objeto de trabajo, sobre todo de profundización y ampliación.
El conjunto de tareas realizadas explica por qué el canal paraguayo está funcionando bien.
Esfuerzos anteriores
En honor a la justicia hay que recordar a dos personas, por un lado al Ing. Carlos Luis Couchonal, quien fue director de la Comisión Nacional del Pilcomayo bajo el gobierno de Luis Angel González Macchi.
El Ing. Couchonal aceptó el desafío de limpiar el cauce de la cañada La Madrid, a lo largo de 400 kilómetros, a fin de lograr que las aguas pudieran llegar hasta el fortín General Díaz.
Por otro lado, el ex ministro de Obras Públicas, Pánfilo Benítez, extremó esfuerzos para ampliar y profundizar la embocadura del canal, así como los primeros 30 kilómetros del conducto.
Tarea sin pausas
Pequeños ganaderos de la zona pueden contar con agua para sus animales, gracias a la ampliación de la boca del canal, permitiendo el ingreso del río, a pesar del escaso caudal.
La administración de Fernando Lugo realizó cambios radicales en la manera de encarar el trabajo de recuperar las aguas del Pilcomayo, cambios que no consisten en aplicar nuevas técnicas, sino simplemente en trabajar en ampliar y profundizar un canal para que pueda entrar más agua. Así de sencillo.
El buen funcionamiento del canal se traduce en mayor captación de agua. El resultado actual demuestra que se puede recuperar el río si existen los fondos necesarios para trabajar sin pausas.
Aquí se tropieza con el primer problema: el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones previó un presupuesto de 24.000 millones de guaraníes, pero el Ministerio de Hacienda realizó un recorte de 8.000 millones de guaraníes.
La reducción constituye un porcentaje importante.
El dinero que se entrega cada año a la comisión del Pilcomayo permite ampliar un promedio de cuatro a seis metros la boca del canal, esto quiere decir que se necesitarán por lo menos 10 años para tener 40 metros más de embocadura.
Para ese entonces, la colmatación habrá terminado de tapar el conducto.
¿Cuándo se terminará el trabajo en el Pilcomayo? Mientras el canal pueda seguir recibiendo agua, no existe otra alternativa que invertir cada año en su limpieza y profundización.
No hay que olvidar que Argentina sigue recibiendo el 80 por ciento del caudal del Pilcomayo, en beneficio de la provincia de Formosa, generosamente regada, a diferencia de nuestro Chaco, donde cada gota de agua es irreemplazable.
Frontera en abandono
Realizamos un extenso recorrido en el área que gira alrededor del canal paraguayo, en la frontera que compartimos con Argentina y Bolivia. El abandono y la desolación de la frontera paraguaya siguen siendo una constante.
Los pocos paraguayos que sobreviven en la región ven transcurrir sus días en medio del olvido: el Estado no tiene ni siquiera planes para consolidar lo poco que existe de presencia en la frontera del Pilcomayo.
Nuestro país no utiliza el concepto de manejo integral de una región, no pasamos de administrar puntualmente los problemas en forma específica (si es que lo hacemos).
Un ejemplo es lo que está sucediendo en el área que rodea al canal: por un lado, un gran esfuerzo por mantener abierta la embocadura; y, por el otro, la contradicción de olvidar a las personas que viven en rededor.
Al igual que otras regiones del Chaco, la deforestación es una amenaza latente, así como la preservación de la biodiversidad.
Pozo Hondo, Pedro P. Peña, Infante Rivarola no son meros puntos en la geografía patria, sino son sitios donde vive gente que construye día a día nuestro país, a pesar del olvido.
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