El buen funcionamiento del canal paraguayo refleja la posibilidad de recuperar el Pilcomayo. Urge ampliar aún más el conducto artificial. La supervivencia de recursos naturales depende de sus aguas, tanto para producción como para sostén de la biodiversidad. Recuperar sus aguas es una obligación.
Este muro forma parte de la boca del canal. La tarea pendiente es liberar el arenal del sector.
El canal argentino se convirtió en el nuevo cauce del Pilcomayo. El curso de agua es línea limítrofe hasta la zona de embocadura de los conductos de Argentina y Paraguay. A partir de ese punto, una línea de hitos marca el territorio de ambos países.
Nuestros vecinos, en los últimos 10 años, lograron captar prácticamente la totalidad del río. En algunos momentos, hasta el 95 por ciento del caudal se dirigió a la provincia de Formosa, salvo en los tres años que median entre 1996 y 1998.
En este período se cortó la ayuda de Buenos Aires a Formosa, lo que impidió a las autoridades provinciales invertir en el mantenimiento del canal. La colmatación de la embocadura argentina tuvo como resultado el ingreso del río exclusivamente en el Chaco paraguayo.
Esta ventaja no se aprovechó, no se realizaron obras de conducción en el sector de General Díaz, menos aún se trabajo en ampliar y profundizar la embocadura de nuestro canal.
Formosa no se quedó con las manos cruzadas, finalmente volvió a disponer de fondos federales (un promedio de cinco millones de dólares anuales) y terminó recuperando el Pilcomayo.
¿Culpa de Argentina lo que está sucediendo con el río? Nuestros vecinos tienen la responsabilidad de luchar por sus intereses y si bien es cierto existieron avivadas de parte de sus técnicos, la realidad es que nuestro país no realizó sus tareas como correspondía.
Técnica y diplomáticamente dejamos la iniciativa en manos de Argentina. El resultado tenemos a la vista, con el agravante de que cada año estamos con el “Jesús en la boca” esperando que el canal funcione medianamente bien para tener algo de agua para el Chaco paraguayo.
No se puede culpar a Argentina, cuando la responsabilidad de velar por los intereses de Paraguay compete a funcionarios compatriotas. Se dejaron de lado aspectos fundamentales de soberanía y geopolítica, para manejar el tema como una cuestión que competía exclusivamente a silenciar reclamos de la opinión pública.
RECUPERAR EL PILCOMAYO
En este momento el canal paraguayo está funcionando muy bien, se amplió la embocadura y se profundizó su cauce a lo largo de 40 kilómetros, hasta su unión con la cañada La Madrid.
El agua está entrando bien, con un promedio de 200 metros cúbicos por segundo, cuando el cauce principal dispone de 800 metros cúbicos por segundo, que es el promedio que ingresa en Argentina.
La velocidad superficial de escurrimiento, dentro de nuestro canal, es de 35 kilómetros por hora, aproximadamente. El conducto se mantiene bastante limpio de troncos, salvo en dos puntos que históricamente son críticos, en los kilómetros 20 y 37. La embocadura, otro sector de amontonamiento de sedimentos y arbustos, también se encuentra bastante libre de obstáculos.
El trabajo realizado por la Comisión Nacional del Pilcomayo es bueno, pero se requiere del respaldo económico necesario para duplicar el ancho de la embocadura y profundizar por lo menos otros cuatro metros, lo que significa llevar a cabo una tarea similar a lo largo de 40 kilómetros.
La boca del canal requiere por lo menos otros 60 metros de espacio abierto, para captar mayor cantidad de agua. Esto implica remover miles de metros cúbicos de sedimentos.
La excavadora anfibia Kori es objeto de reparaciones, a fin de tenerla lista para tareas en el canal.
El resultado obtenido este año demuestra que se puede recuperar el Pilcomayo y sobre todo ir avanzando hacia una distribución más equitativa de su caudal. Ya quedó claro que Argentina no está dispuesta a ceder gratuitamente ni un metro cúbico de agua. Lo que resta es trabajar para volver a tener al Pilcomayo.
UNIDADES PRODUCTIVAS
A lo largo del cauce antiguo del Pilcomayo se establecieron las primeras unidades productivas del Chaco. Establecimientos ganaderos se instalaron en praderas naturales que se extendían hasta donde llegaba la vista.
Aún queda algo de lo que fueron los mejores campos naturales del Chaco, pero sin el desborde del Pilcomayo, muy pronto serán solo recuerdos. Se necesita las aguas del río para mantener los campos limpios, sin arbustos espinosos y los takuru que se reproducen sin cesar.
Cuestionar las inversiones que se llevan a cabo para recuperar el río, con el supuesto de que beneficia exclusivamente a productores ganaderos, es un argumento simplista y sobre todo refleja desconocimiento del comportamiento del Chaco en torno al Pilcomayo.
Las aguas del río dan vida a un ecosistema extraordinario, de una biodiversidad única; Paraguay está perdiendo recursos naturales fundamentales con cada año que el Pilcomayo no riega los esterales que ahora están secos.
Hablar del Pilcomayo es hacer mención a soberanía, es una cuestión de geopolítica y es reivindicar un derecho del Paraguay sobre recursos naturales que en definitiva pertenecen a la humanidad.
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