Desde que el Instituto Provincial de la Vivienda entregara el barrio, hace 16 años, los vecinos del 40 Viviendas de Sierra Brava, en la localidad de La Tercena, departamento Fray Mamerto Esquiú, conviven con los líquidos clocales. De acuerdo con lo que explicaron, las cámaras sépticas de cada casa se llenan en menos de una semana y por esta razón algunas viviendas mantienen entre dos y tres, funcionando y repletas.
Vivir entre los desechos ocasiona a los niños del lugar erupciones en la piel y problemas gastrointestinales. Los vecinos han concretado más de 8 pedidos formales para que los cambien de barrio, porque consideran que por la contaminación existente, el lugar no es apto para vivir.
En diálogo con El Ancasti relataron detalles y mostraron las condiciones ambientales y sociales en las que viven desde que les entregaron las casas.
Casi el 90 por ciento de los habitantes son de escasos recursos (Jefes de hogar, desocupados o jornaleros), y en cada unidad habitacional conviven entre dos y tres familias en condiciones de hacinamiento que deben sobrellevar junto con la pobreza, la contaminación y "la falta de respuestas del Gobierno provincial", según dijeron.
Angustiados por la situación, explicaron que "el problema de las fosas es de todas las casas". En cada una hay entre tres y cuatro pozos sépticos que fueron cavados por el propio IPV, la Municipalidad o por ellos mismos, con el objetivo de minimizar la cantidad de líquidos que emanan cada día y se rebalsa por rejillas y el patio, sin mencionar el que se filtra por debajo de cada vivienda.
"No podemos bañarnos sin que el agua podrida salga y entre en la casa. A veces, la municipalidad trae los camiones para el desagote o nosotros pagamos (entre $20 ó $100 dependiendo de si lo hace la comuna o una empresa), las fosas no duran más de una semana y no se puede vivir así", resaltaron. Utilizar los baños también es un drama para estas familias, que sólo piensan en gastar la menor cantidad de agua para evitar que los líquidos putrefactos surjan desde el patio.
Consecuencias
Por otra parte, este diario pudo constatar que las consecuencias de esta problemática son muchas y, al parecer, más graves que el daño ambiental de una fosa llena. Erupciones en la piel de los niños, problemas gastrointestinales o alergias inexplicables preocupan a los vecinos. "En la posta el médico se enoja y no quiere admitir que mi hijo está enfermo porque vivo en este lugar", señaló una mamá; mientras otra confirmaba que "es normal que los chicos se enfermen acá".
Hace 10 años, cuando consideraron que la situación había llegado al límite, los vecinos hicieron la primera presentación formal ante el IPV para pedir una solución a su problema. 5 años más tarde, se concretó la colocación de la cañería para cloacas en la calle, pero todo siguió igual en las viviendas. Hoy, y luego de más de 8 pedidos formales sin respuestas, los vecinos entienden que el problema no tiene solución, sobre todo por la contaminación que los rodea, y piden la relocalización de las casas. "Queremos una casa nueva en otro barrio. Cuando llegué acá sólo quería una casa digna y sana", explicó una de las vecinas. Las gestiones para poder vivir en condiciones dignas se hicieron frente a autoridades municipales y provinciales. "La vicegobernadora vino y nos prometió los arreglos, pero después nos enteramos de que no iban a tener plata para hacer las cloacas", dijeron.
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