“Hoy en día, hay crisis de recursos hídricos en diferentes lugares del planeta, pero no se puede decir que haya una crisis mundial. En el informe sí que ponemos en guardia contra el hecho de no tratar adecuadamente las crisis existentes y de no integrar plenamente la cuestión de los recursos hídricos en marcos de adopción de decisiones de alcance más general”, advierte Olcay Ünver, coordinador del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos de la Unesco.
Y es que el Tercer Informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, presentado en el Quinto Foro Mundial del Agua que se celebra desde el pasado día 16 y hasta el próximo domingo en Estambul, destaca el papel decisivo que juega el agua en el desarrollo y el crecimiento económico, y más en tiempos como los actuales en los que, según ha asegurado el director general del Consejo Mundial del Agua, Ger Bergkamp, “es pronto para afirmar de qué forma puede verse afectado este recurso”.
La cruda realidad
Una de las principales observaciones formuladas por los autores del informe se refiere a la inexistencia de servicios básicos adecuados relacionados con este preciado líquido–agua potable segura, saneamiento y producción de alimentos– en amplias regiones del mundo en desarrollo. Aproximadamente 2.500 millones de personas viven sin servicios de saneamiento y 1.200 millones lo hacen en condiciones de escasez física de agua. Si la tendencia actual persiste, se prevé que en 2030 habrá todavía 5.000 millones de seres humanos desprovistos de servicios de saneamiento básicos.
La perspectiva de reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a este último tipo de servicios en 2015, establecida en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), es a la vez halagüeña y alarmante. La tendencia actual indica que, de aquí a ese año, más del 90% de la población mundial utilizará fuentes de agua potable mejores. Sin embargo, el informe alerta de la situación de zonas como el África Subsahariana, que cuenta con 340 millones de personas sin acceso a agua potable segura.
El mundo no va bien encaminado para alcanzar la meta de los ODM relativa a los servicios de saneamiento, sobre todo en África, donde 500 millones de seres humanos carecen de acceso a ellos. El estudio asegura que será necesario duplicar los esfuerzos para alcanzar este objetivo marcado por la ONU.
Aunque una parte del planeta no tiene acceso al agua, la demanda es mayor que nunca. La población mundial –6.600 millones de personas– crece a un ritmo de 80 millones por año, lo que va a suponer un incremento considerable de la demanda.
Este aumento demográfico implica también una mayor necesidad de productos agrícolas y, por lo tanto, de agua. La agricultura es el sector que más agua gasta –el 70% del consumo total–. Si no se mejora la productividad del preciado líquido destinada a este uso, es probable que su demanda mundial aumente entre un 70% y un 90% de aquí a 2050. Además, hay que tener en cuenta que algunos países están llegando al límite de la explotación de sus recursos.
Ante este panorama, los autores del informe consideran que no sólo los países ricos deben invertir en sus recursos hídricos. Al contrario, su prosperidad futura depende en parte de las inversiones que efectúen en este sector, unas inversiones que pueden ser muy rentables.
Una inversión segura
Se calcula que cada dólar invertido en la mejora del abastecimiento de agua y los servicios de saneamiento arroja un beneficio que oscila entre 3 y 34 dólares. En cambio, las inversiones insuficientes pueden ocasionar una reducción de hasta un 10% del PIB. Los expertos estiman que la pérdida económica global ocasionada por la falta de acceso al agua potable y la carencia de servicios de saneamiento básicos en África asciende a unos 28.400 millones de dólares (2.713 millones de euros) anuales, un 5% del PIB de este continente.
Las inversiones en infraestructuras de saneamiento son también beneficiosas para el medio ambiente. En los países en desarrollo, más del 80% del vertido de aguas negras se efectúa sin tratamiento alguno. Además, se estima que en los países industriales, el coste total de la sustitución de las infraestructuras obsoletas de abastecimiento de agua y saneamiento podría alcanzar unos 200.000 millones de dólares (152.911 millones de euros) anuales.
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