"Creo que la gestión pública del agua se puede descentralizar en los municipios. La experiencia del manejo con control social significa que existe mayor acceso y una reducción de los costos, mayor transparencia y se democratiza la empresa". La reflexión pertenece a Dieter Wartchow, especialista en recursos hídricos y saneamiento, académico universitario y de amplia trayectoria en compañías públicas de agua y saneamiento en Río Grande do Sul (Brasil).
Su paso por Rosario no es casual, sino que fue invitado por Aguas Santafesinas SA (Assa) en el marco del Día Mundial del Agua, que se conmemora este domingo.
Wartchow disertará hoy, a las 15, en el Museo de Ciencias Naturales Angel Gallardo (San Lorenzo al 1900) junto al ministro de Aguas y Servicios Públicos, Antonio Ciancio, y al presidente de Assa, Alberto Daniele.
El especialista fue secretario de Medio Ambiente de Porto Alegre y autor del libro "Agua para todos, rompiendo el paradigma de la ineficiencia del sector público".
—¿Cómo sería la idea del presupuesto participativo en una empresa estatal de agua?
—Los proyectos de los ingenieros y los trabajadores que buscan dar mayor calidad al servicio tienen que ser aprobados por la población. La participación no sólo es la democratización de la información de lo que se va a hacer sino de los procesos dentro de la empresa. Lo hicimos en Porto Alegre, donde se participó al usuario para hacer las inversiones. Y la gente se involucró y fue parte de la realización de obras. Es imprescindible la fiscalización y también compartir responsabilidades, derechos y deberes.
—En Rosario cada usuario consume unos 500 litros de agua promedio por día mientras lo aconsejable por la Organización Mundial de la Salud son 200 litros. ¿Cómo se evita el derroche?
—Si todos los ciudadanos de Rosario hicieran un uso racional habría más agua potable para distribuir a otras zonas donde hay dificultades. Hay que contribuir para informar y promover un uso eficiente. Hay que utilizar la tecnología para que la población conozca la estructura de costos y tarifaria de la empresa. Ambos tienen que ser transparentes, con información confiable se puede hacer un debate justo y correcto con la población para que se involucre.
—¿Qué composición tendría que tener un ente de control de la empresa estatal que provee agua?
—No puede ser un modelo con concepción privatizadora, donde los entes de control estaban rehenes de las propias empresas. Por el contrario, la participación a través de consejos vecinales en momentos clave para tomar decisiones sobre los planes de inversión anuales, y la fiscalización de los costos es estratégico para su regulación. Hay que realizar reglamentos de los derechos de los usuarios que sean factibles y construidos por ellos mismos. Es necesaria una legislación aplicada a garantizar el control de calidad de los servicios y caminos de negociación con la empresa, y establecer además la educación del usuario.
—¿Por qué la gestión del servicio de agua potable tiene que ser pública?
—Por la relación que tiene con la salud y con el desarrollo sustentable. Mi experiencia me demuestra que hay que prestar los servicios con calidad. Tienen que ser eficientes para que todos tengan acceso. El agua exige solidaridad y la distribución de la renta, algo que los privados no hacen sino que la centralizan. Ahora la crisis mundial es la mejor demostración de que en los momentos difíciles se llama al Estado, que debe fijar políticas de medio ambiente en una ecuación sustentable. Tiene un rol fundamental si queremos que todos tengan agua, sin pensar en el color, la clase social, raza, credo y afiliación política. Debe ser universal, transparente y para ello es imprescindible un Estado responsable y una participación ciudadana activa.
—¿Cómo ve a futuro la disputa por un recurso finito como es el agua dulce?
—Hay que defenderla y preservarla y enseñar a los hijos el valor que tiene. Es un principio básico de la Declaración Mundial del Agua. Hay 1.200 millones de habitantes del mundo sin agua. Y América latina cuenta con recursos hídricos de gran importancia para la humanidad. Es un bien precioso y se transformó en el oro azul de este siglo.
—¿Cómo ve el modelo de Assa en Santa Fe?
—Hay capacidad instalada de cuadros profesionales y grandes posibilidades de construir una mejora en la prestación de los servicios, siempre con la colaboración de los usuarios. Juntos, trabajadores y ciudadanos tendrán más resultados.
—¿Por qué hace especial hincapié en la participación?
—Con la participación se rompe el paradigma de la ineficiencia del sector público, construyéndose un modelo de gestión pública de calidad y para todos. Si el agua se transforma en un negocio excluyente, la democracia no tiene lugar.
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