Enclavados los misioneros en una región bendecida por la naturaleza en lo que se refiere a los recursos hídricos conformados por el grandioso río Paraná y su hermano menor el río Uruguay y entrecruzados por una decena de ríos de pequeño porte y cientos de arroyos y nacientes que atraviesan serranías y bosques, formando límpidas y ruidosas cascadas que vierten su valioso contenido en los ríos madres. Ese vital contenido es el agua dulce, elemento escaso en el planeta y que hoy se considera estratégico y sobre el cual muchas de las potencias imperiales apuntan su intención de dominación y apoderamiento por diversos medios, no sólo de los recursos superficiales sino también las grandiosas reservas subterráneas del Acuífero Guaraní.
¿Qué hacemos los misioneros con estos portentosos recursos que nos rodean y están bajo nuestros pies ?. Casi nada. ¿ Podemos hacer algo ? ¡Claro que sí!.Aquí van algunas posibilidades que deben constituirse en desafíos:
1)La preservación del bien. Siendo un elemento valioso y vital, la preservación y el mantenimiento del recurso hídrico debe ser un objetivo prioritario de nuestra generación, que no sólo nos beneficiará a nosotros sino también a las generaciones que nos sucederán y en ese sentido, la desaparición paulatina de los pequeños cursos de agua y la contaminación, constituyen los principales problemas. Todo ello generado por el creciente desmonte del bosque en lugares cercanos a los cursos de agua y el vertido de productos químicos y desechos provenientes de la industria, amén de utilizarse estos curso para el vertido de la basura domiciliaria en varios lugares, cercanos a importantes poblaciones. Esta preservación podemos encararla de la siguiente manera:
a)Restablecer el orden natural del bosque nativo con una franja no menor de 100 metros como mínimo de cobertura de ambas márgenes de los arroyos y ríos pequeños. Debajo de este bosque natural, se recrea el proceso originario de su creación en una conjunción maravillosa donde bacterias, gusanos y diversos insectos descomponen la materia muerta como troncos y hojas caídas convirtiéndolas en abono natural que permite el constante resurgir del bosque con toda su maravillosa diversificación a través de los siglos. Además, este colchón o manto que cubre el suelo, actúa como mitigador de las corrientes de agua que se forman con las lluvias y que pueden tener efectos erosivos, conteniendo su fuerza y agregando un efecto filtrante.
b) Descontaminar los cursos que han sido contaminados por las acciones negligentes del hombre, encarando una campaña de educación y concientización del valor del agua, en la que participen todos los actores de las comunidades afectadas, retirando los residuos y materiales contaminantes, a la vez repoblando con su fauna natural y la introducción de variedades piscícolas adecuadas al hábitat que son indicadores de la pureza del agua. El que toda la comunidad se comprometa en esta tarea, convierte a sus actores en partícipes necesarios de la defensa del medio ambiente.
2) El uso del bien. ¿Estamos usando los misioneros este legado de la naturaleza? . En mínima posibilidad. Veamos lo que se está usando y las posibilidades del uso:
a) El uso del recurso hídrico como agua potable que se halla a cargo de empresas privadas, cooperativas y municipios es de fundamental importancia, no sólo como fuente de vida sino como un elemento que tiene importancia prioritaria en defensa y preservación de de la salud de los habitantes. En ese sentido, todos estos entes se hallan abocados a ofrecer un buen servicio, pero muchas veces la escasez de recursos les impide llegar a fuentes de agua potable menos contaminadas como el acuífero guaraní, en que se hallan comprometidos varios municipios.
b) El uso como vía navegable está ausente en la realidad misionera, cuando este sistema de transporte es el más económico, eficiente y menos contaminante de los que existen en uso. Su ausencia impide que varios productos misioneros lleguen al mercado mundial o a la capital en condiciones competitivas por la incidencia en el costo del transporte camionero. ¡Copiemos a nuestros vecinos del Paraguay.!
c) Como fuente de irrigación para el sector agrícola, podemos considerar que esta modalidad promisoria está totalmente ausente en nuestra estrategia de producción. Crear sistemas de irrigación junto a las tierras con aptitud productiva que se hallan junto a los cursos de agua que se multiplicarán cuando la cota de Yacyretá llegue al nivel planificado, es un desafío que debemos emprender los misioneros. Una hectárea de tierra irrigada en horticultura o fruticultura puede producir el equivalente a 50 hectáreas de yerba mate o forestación, con seguridad de no verse afectada por la sequía que han asolado estos últimos años nuestra producción con las secuelas negativas que ello implica en el ánimo del pequeño agricultor.
*Cámara de Comercio Exterior
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