Ha provocado una inevitable sorpresa el anuncio del canciller David Choquehuanca en sentido de “que existe la predisposición de Chile de compensar por el 50 por ciento de las aguas del Silala. ¡Estamos hablando de más de 15.000 dólares diarios!”, presunta “solución” que sería parte de la agenda bilateral de 13 puntos suscrita en julio de 2006 entre representantes de Bolivia y Chile, negociación que tiene todas las características de realizarse entre gallos y media noche. Por su parte, en cuanto a los manantiales del Silala, el senador Hoz de Vila, de la Comisión Internacional del Congreso, ¡”confirmó que ese pago de 15.000 dólares diarios es parte de un preacuerdo que se consolidará en abril próximo y se aplicará por cuatro años hasta que se establezca si el Silala es manantial o río”!
El aspecto dudoso de la cuestión está en que se habría fijado un pago de las aguas del manantial del Silala en 15.000 dólares al día. Al respecto, es notable, en primer lugar, que ahora Chile tiene la “predisposición” de pagar por dichas aguas y, en segundo lugar, que se habría llegado a un acuerdo entre autoridades bolivianas y chilenas por una suma que no guarda relación con la realidad. Así mismo, es aún más destacable que se hubiese dejado en el olvido que Chile aprovechó los cien años anteriores las aguas del manantial del Silala, sin haber pagado un solo centavo.
Ahora bien, el pago “acordado” sería en realidad el mínimo y fue establecido sin base real alguna según las referencias conocidas. Como se conoce, Chile recibe alrededor de medio metro cúbico de agua por segundo de los bofedales bolivianos. Esa cantidad de agua equivale a ¡42.200 metros cúbicos por día! Se sabe que la empresa chilena que dispone esa agua en su país, la vende a razón de tres dólares el metro cúbico, a varias ciudades importantes y grandes centros mineros y agrícolas o sea que con las aguas bolivianas gana un equivalente de 126.600 dólares cada día.
Por consiguiente, Chile se beneficia desde hace más de cien años con unos 126.600 dólares al día. Y aquí se encuentra el engaño. De esa suma total, las autoridades bolivianas y chilenas habrían llegado al acuerdo por el cual Chile pagará a Bolivia 15.000 dólares diarios, mientras que la empresa chilena se quedará con la parte del león, o sea 123.100 dólares al día. ¡Una maravilla!
Pero, como aún “no se ha definido” si las aguas del Silala son de manantial o río, se habría preacordado que Chile pagará a Bolivia el 50 por ciento de las aguas que recibe o sea sólo 15.000 dólares al día (y que dentro de cuatro años pagará 30.000 dólares diarios). Precisamente, es ahí donde se encuentra que la negociación del caso no es transparente ni muchísimo menos, sino más bien bastante oscura, pues en realidad Chile debería pagar a Bolivia no sólo por una pequeña parte, sino por el total de las aguas que recibe o sea 126.600 dólares al día y no solamente 15.000 dólares diarios, por lo cual estaríamos perdiendo unos 123.100 diariamente, lo cual por lo demás hace una suma anual verdaderamente gigantesca, mientras el pueblo boliviano vive en la miseria casi absoluta.
Esa observación aritmética elemental -sin entrar a la valoración política ni ética- es la que permite constatar que la negociación carece de transparencia, no está bien encaminada y que aquí hay “gato encerrado”, o poco menos, de acuerdo con la proverbial ingenuidad de los negociadores bolivianos y la tradicional picardía chilena. En síntesis, la negociación por las aguas del Silala debe hacerse por el total de las que Chile recibe de Bolivia y no sobre una apreciación subjetiva al gusto de “negociadores” que no saben lo que negocian o si lo saben están cometiendo un error.
Cabe recordar que los responsables de esta negociación son el canciller boliviano David Choquehuanca, el vice canciller Hugo Fernández, el responsable de la cartera chilena en Bolivia, Esteban Mendoza y, por otro lado, el Canciller de Chile y María Teresa Infantes, directora de Límites y Cuencas y Roberto Ibarra, Cónsul de Chile en La Paz. |
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