El dengue no cede terreno en Charata. La sequía tampoco. La gente no recuerda cuándo fue la última lluvia. Unos dicen tres meses. Otros, un año. El agua de lluvia es vital para esta ciudad de sudoeste del Chaco. Los campos sembrados están secos. Las casas también.
En Charata no hay agua potable. Las casas tienen canaletas en los techos que recolectan el agua en un aljibe. Muy pocas tienen agua de pozo y el agua corriente es un promesa de hace 10 años. "La falta de agua es un problema grave ahora. Hay mucha gente con cuadros febriles que se deshidratan porque no tienen agua", asegura el chaqueño Gregorio Buchovsky, médico del Ministerio de Salud nacional.
Isabel Gutiérrez muestra el fondo de su aljibe. El balde ya toca el fondo. De los 30 mil litros que almacena, sólo quedan dos mil. Su aljibe provee agua a otras cinco familias de la cuadra. Ahora sólo sacan lo necesario para beber. "Vamos a tener que empezar a comprar el agua. El municipio tarda varios días en dártela gratis", cuenta Isabel. Ella y otros tres miembros de su familia de siete tuvieron los síntomas del dengue.
Aljibes, pozos, tanques y demás recipientes que se usan para juntar agua son los lugares favoritos del mosquito transmisor del dengue. "El agua potable es fundamental, pero está lejos. Es uno de los factores principales para que el dengue se haya expandido", sostiene Pedro Chahovskoy, director de Bromatología municipal.
Mientras el agua potable es una utopía, desde ayer las fumigaciones masivas son una realidad. El municipio tiene siete días para completar las nueve mil viviendas de la ciudad y después volver a empezar. Así por varias semanas más. Y todo por no haberlo hecho antes. "Acá nunca se hizo un campaña de fumigación. Charata va a tener que fumigar y descacharrar por cinco años más, para evitar un nuevo brote que puede ser mortal", explica Buchovsky.
Falta de agua potable y ausencia de medidas preventivas. Hemadi entiende que Charata sacó todos los números para que el dengue se instalara aquí. Otro factor: el crecimiento demográfico desproporcionado y desorganizado de los últimos años.
"La ciudad no es pobre económicamente, pero sí somos pobres a nivel sanitario", dice Hemadi. Charata se parece a cualquier ciudad del interior cordobés cuyo motor es la actividad agropecuaria. Se siembra soja, girasol, algodón, maíz. A partir de 2000, la ciudad desbordó en la periferia.
Con todo esto, fue suficiente que un pequeño grupo fuera a un lugar endémico como Bolivia para que el virus se expandiera.
Antes fue la crisis del campo. Ahora es el dengue el que cambió el ritmo de la ciudad. Hemadi estima que en tres semanas el brote epidémico debería comenzar a descender. Asegura que si se controla, el virus se volverá endémico y por varios veranos más se presentarán pocos casos. "Ahora el dengue debe formar parte de nuestra cultura. Es la única forma de eliminarlo para siempre", concluye.
En el país. El Ministerio de Salud de la Nación informó que son 2.532 los casos confirmados autóctonos de dengue en todo el país, mientras que hubo tres casos de dengue hemorrágico en Salta y 388 importados que afectan a un total de 14 provincias.
Las únicas provincias que tienen mayoría de casos autóctonos son Chaco, Salta, Jujuy y Catamarca. En esta última, en lo que va de 2009 se registraron 471 casos de dengue y cuatro mil "vigilados" en la provincia.
Mapa
Análisis
El virus de la política
Por Lucas Viano.
lviano@lavozdelinterior.com.ar
El dengue no es el único virus que afecta a Charata. También está el virus de la (mala) política. La situación es endémica y difícil de controlar. Los propios enfermos ocultan los síntomas. Para los medios, las autoridades nacionales, provinciales y locales destacan el trabajo en conjunto. Pero en el trasfondo hay una lucha para demostrar quién tiene más "aguante" y para limpiarse de toda culpa por la grave situación sanitaria. Aquí, algunos ejemplos:
El miércoles a la noche, el ministro de Gobierno Domingo Peppo fue recibido con golpes por la gente de Charata.
El jueves, la polémica ministra de Salud del Chaco y esposa del gobernador kirchnerista Jorge Capitanich, Sandra Mendoza, le pidió la renuncia al director del hospital, Rubén Hemadi, muy respetado por sus empleados y pacientes. Apresurada se tuvo que desdecir, porque se estaba organizando una pueblada a favor del médico.
Sandra también tiene su hinchada. Cuando el jueves llegó junto con su par nacional, Graciela Ocaña, se repartieron remeras con su cara y nombre y la Juventud Peronista ya se estaba organizando como fuerza de choque para respaldarla en su embestida contra Hemadi.
En varios pueblos de la zona, los gobiernos locales aplican un sistema de retención a los subsidios que reciben, por ejemplo, los ladrilleros por la emergencia hídrica. De los 4.500 pesos semestrales, los trabajadores reciben dos mil, 400 o sólo un kit de herramientas. Ellos decidieron cortar la ruta.
Varias casas se fumigaron con plaguicidas vencidos entregados por la Nación. Algunos empleados municipales cobran por fumigar las casas cuando la tarea es gratuita. La Provincia hace varios años que promete el agua potable… La lista de síntomas es nocivamente extensa. Cuídese.
Analizan denunciar al Estado por no prevenir
Ésta es la historia de la única muerte que las autoridades de Charata vinculan al dengue. El lunes 9 de marzo, Ruth Carolina Gómez (18 años) comenzó con los síntomas. En el hospital le indicaron paracetamol y reposo absoluto.
El sábado volvió con dolores de estómago y vómitos. Una inyección la calmó, pero el domingo se descompensó y murió. La causa: un edema pulmonar. El análisis dio positivo para dengue. El edema puede haber sido provocado por una sepsis que provoca el virus.
"La enfermedad de base por la que murió es dengue. A veces el dengue hemorrágico tiene como primer síntoma una sepsis", asegura Rubén Hemadi, director del Hospital de Charata. "La autopsia determinará cuál fue la causa. El edema la mató, pero ésa no es la causa. Es muy probable que sea dengue", explica el abogado de la familia, Gustavo Benito.
La familia de la joven analiza denunciar a las autoridades por omisión en las tareas de prevención para evitar que el dengue se volviera epidemia. Una ordenanza de 2001 los respalda.
Ese año, el Gobierno nacional determinó que Charata estaba en alerta amarilla. El entonces concejal Aligio Juárez detectó que el mosquito transmisor estaba en la ciudad. Con estas pruebas, logró que se aprobara una ordenanza para comenzar a fumigar y a descacharrar las casas. "Con el mosquito presente y sin el virus, la tarea preventiva hubiese evitado la epidemia actual", asegura Juárez. La ordenanza nunca se materializó.