La salud de más de 730.000 costarricenses está en riesgo porque consumen agua sin ningún tipo de tratamiento, incluido el más básico: la cloración.
Esas personas se arriesgan a padecer enfermedades transmitidas a través del agua sucia, como diarreas causadas por bacterias, y problemas severos de la piel.
El 81% de esa población se abastece de acueductos rurales; el resto, se sirve de sistemas administrados por municipalidades.
De acuerdo con el último informe de calidad del agua, elaborado por el Laboratorio Nacional de Aguas de Acueductos y Alcantarillados (AyA), solo el 26% de los 2.274 acueductos del país recibe algún tipo de tratamiento.
Además, todavía hay usuarios de 242 acueductos que se abastecen de quebradas cuyas aguas no reciben ningún tratamiento.
En total, son 120.000 personas más las que están tomando agua en esa condición, informó el salubrista público, Darner Mora Alvarado, director del laboratorio.
De las 31 municipalidades que administran acueductos, solo en siete hay programas de potabilización del agua. Las otras, “navegan sin brújula”, admitió Mora.
En deuda. Aunque, en general, el país ha mejorado la cobertura de la población con agua de calidad potable (se pasó del 50% al 83% entre 1991 y el 2008), todavía cinco provincias mantienen un promedio de cobertura muy inferior al promedio nacional.
Solo San José (92% de cobertura) y Heredia (84%) sobrepasan o igualan el promedio.
Esto tiene mucho que ver con el tema tarifario, pues en acueductos municipales y rurales las tarifas mensuales que se pagan van de los ¢300 a los ¢4.000.
Los clientes de AyA pagan por un servicio domiciliar, un promedio de ¢5.400 al mes.
Provincias como Alajuela, cayeron en cobertura en el último año. La provincia alajuelense bajó de 70% de cobertura en el 2007 al 65%.
Los alajuelenses, con excepción del cantón central, no tienen acceso a agua de calidad.
Allí, cantones como Alfaro Ruiz tienen a cerca de 11.000 abonados sin acceso a agua potable.
En Ciudad Quesada, San Carlos, la cobertura de calidad potable apenas llega al 4% de la población.
Orígenes. Para Darner Mora, una de las causas de esas bajas coberturas y del estancamiento o la reducción en la calidad del agua en varias comunidades es la falta de control de los acueductos.
“Lo que nuestro laboratorio hace es una vigilancia. A excepción de unos 250 acueductos rurales que están en el programa Sello de calidad (a los cuales les hacen controles de potabilidad), hay acueductos a los cuales hace más de tres años no vamos”, reconoció Mora.
También, dijo, faltan programas de capacitación a los operadores de los sistemas.
El alcalde de Alfaro Ruiz, Marco Vinicio Rodríguez, explicó que en esta comunidad el acueducto tiene más de 60 años.
Ruiz aseguró que ya están los estudios para el nuevo acueducto que esperan terminar antes de que finalice este año.
En ese cantón, ninguno de los usuarios tuvo acceso a agua potable, en el 2008, según AyA. En total, los más afectados son los 6.000 vecinos de la cabecera.
Aumento. El director administrativo de la municipalidad de San Carlos, Wilber Rojas, dijo que el problema del acueducto local no es la escasez. Reconoció que durante muchos años el acueducto estuvo abandonado, situación que está cambiando radicalmente.
El director del departamento de acueductos de esa municipalidad, Gerardo Esquivel, reconoció que las inversiones que se realizarán implicarán un aumento de las tarifas en el futuro.
Actualmente, la tarifa mínima que cobra esa municipalidad por el servicio es de ¢1.250 mensuales por 15 metros cúbicos de agua.
“El mismo hecho de que las tarifas sean bajas no ha permitido hacer grandes inversiones y tener un manejo adecuado.
“Para el futuro, es vital garantizar que haya un buen servicio y de calidad para la población”, dijo Esquivel.
Colaboraron los corresponsales Carlos Hernández, Jorge Umaña y Zoila Rita Mora.
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