LAS CIFRAS sobre carencias de servicios públicos elementales siguen siendo alarmantes. Por caso, cabe mencionar que algo más de 3.300.000 personas no cuentan con agua potable en la provincia de Buenos Aires, según los últimos relevamientos. Se trata de un considerable porcentaje de la población bonaerense, debiendo consignarse (aunque no resulte novedoso) que el drama alcanza mayor magnitud en los partidos del Conurbano, donde la ausencia de agua y cloacas constituye una penosa realidad, que no se sabe cuándo podrá ser conjurada totalmente.
COMO SURGE de un estudio efectuado por Espacio Agua, una agrupación integrada por ONG, municipios, universidades, empresas y profesionales, son 726.629 hogares los que sufren en mayor medida la falta de agua de red y de servicios sanitarios. En casi todos los distritos del Gran Buenos Aires, se pone de relieve la situación, dado que el explosivo crecimiento demográfico del área no ha sido acompañado, desde hace varias décadas, por la realización de obras indispensables de abastecimiento.
PERO TAMBIEN en el interior de la Provincia pueden detectarse, aún, sectores de la población a los cuales no les ha llegado la bendición del agua potable. En lugares periféricos de Bahía Blanca, sin ir más lejos, viven familias que todavía no disfrutan del elemental servicio, considerado uno de los principales derechos humanos, según la calificación de los especialistas.
LA ARGENTINA es uno de los 147 países que, en septiembre del año 2000, sesionaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas, de donde surgieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Entre sus metas, figuraba la de reducir a la mitad, en 2015, con respecto a 1990, el porcentaje de personas que todavía no tienen acceso a fuentes seguras de agua y a servicios cloacales. Técnicos en la materia estiman que la mayor parte de las provincias argentinas podrá hacer realidad tal objetivo, pero, de todas maneras, más de 500.000 personas no tendrían a su alcance agua segura, dentro de seis años.
EL DIA Mundial del Agua, celebrado el último domingo, significó la oportunidad para ratificar el compromiso de seguir bregando por alcanzar aquella aspiración. A los gobiernos corresponde, en primer lugar, asumir cabalmente la obligación de destinar los máximos esfuerzos, teniendo en cuenta las incuestionables necesidades de millones de familias a las cuales el agua no llega. Lo que llega, en cambio, es un torrente de agresiones a la salud, particularmente de los niños, que mueren en cantidades impresionantes a causa de diversas enfermedades.
A LA VEZ, debe insistirse nuevamente en que la preservación del recurso supone un elemento prioritario. Nuestra ciudad y la zona circundante atraviesan un período crítico, ya que la insuficiencia de las lluvias ha determinado una pronunciada merma en las fuentes desde las cuales se abastece a las personas. Se impone, en consecuencia, tomar en cuenta al pie de la letra las frecuentes recomendaciones de utilizar el agua en forma prudente y ajustándose a las estrictas necesidades, evitando todo derroche que terminará perjudicando a quien lo comete.
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