El 5 de junio de 2006, mientras se evocaba el Día Mundial del Medio Ambiente, la asociación ambientalista Unión 20 de Agosto denunció públicamente que el inicio de las obras de la planta depuradora de líquidos cloacales de la Tercera Cuenca no contaba con un estudio de impacto ambiental aprobado por las dependencias provinciales correspondientes.
"No nos equivocamos", dijo, Irma Díaz, titular de la organización no gubernamental con sede en Caronti 87.
"También denunciamos que, previo a la toma de decisiones, no se habían establecido mecanismos de consulta a las instituciones. Y tampoco nos equivocamos", agregó.
Luego, cuando la construcción ya estaba avanzada, Díaz recordó que la empresa Aguas Bonaerenses Sociedad Anónima (ABSA) presentó en la Provincia un "apurado estudio de impacto ambiental, plagado de errores y conceptos equivocados, acompañado de declaraciones de su gerente, ingeniero Jorge Olaizola, quien dijo, en aquella oportunidad, que el proyecto tenía un impacto positivo. Hoy, todos los bahienses estamos ante una situación que no parece ser muy positiva".
A pesar de las declaraciones de algunos ediles, Díaz aludió a una "tibia oposición al proyecto por parte del Concejo Deliberante, actitud vaya a saber cimentada en qué razones".
Los fundamentos expuestos por entonces para la paralización de las actividades se sustentaba en que las aguas del balneario Maldonado iban a recibir intensos aportes de material sin tratar, en el caso de que la planta no funcionara correctamente.
"Esa situación fue demostrada públicamente por el corrimiento de un modelo de dispersión denominado Ecomanage, que por entonces presentó el Instituto Argentino de Oceanografía", señaló Díaz.
La Unión 20 de Agosto argumentó que el punto de descarga de los efluentes, con o sin tratamiento, se encontraba en las cercanías de una Reserva Costera Municipal, la que había sido creada por el propio Concejo Deliberante.
"La fragilidad del ecosistema y la poca movilidad de las aguas en esta zona interior del estuario dificultaba aun más la situación, haciendo del lugar que imperativamente fue elegido por la propia ABSA como el más desfavorable, desde el punto de vista ambiental", afirmó Díaz.
Luego, advirtió que, casi tres años después de aquel primer comunicado, los hechos les dan la razón y que, sea cual sea la situación técnica, económica o administrativa que impide que esta planta funcione correctamente, sus consecuencias ecológicas se verán dentro de un tiempo.
También sostuvo Díaz que perdura un peligro potencial de seria afectación sobre el ecosistema marino en la planta que ABSA tiene sobre la ruta que une El Triángulo con Ingeniero White y cuyo funcionamiento ha sido fuertemente cuestionado.
Para la Unión 20 de Agosto, ya es tarde para hacer pedidos de informes y reclama que los responsables solucionen estos problemas con urgencia.
La planta de la Tercera Cuenca no funciona, por lo menos correctamente, desde hace meses, situación que ha movilizado al Comité Técnico Ejecutivo municipal y a los concejales de la Unión Cívica Radical e Integración Ciudadana.
La empresa dice que, como se trata de un establecimiento nuevo, aún no se ha completado el período necesario para su plena capacidad de tratamiento, lo que exige ajustes en la operación. Entre ellos, ABSA incluye la readecuación del funcionamiento de uno de los sedimentadores y de los sistemas de recirculación de lodos, lo que obligará a tareas de cambios en algunos de sus mecanismos, a efectos de optimizar las correspondientes etapas.
Por la situación expuesta, ABSA, en un comunicado dirigido a este diario, reconoció que parte de los líquidos cloacales son enviados al mar sin un tratamiento completo. Además, admitió que trata de solucionar inconvenientes en la estación de bombeo de ingreso de líquidos.
¿Cuánto?
Para febrero de 2006, la planta demandaba obras por 8 millones de pesos. Al año siguiente, la inversión superaba los 12 millones. Hoy, no hay exactitudes sobre el costo final.
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